viernes, 20 de mayo de 2011

El fin del mundo... con optimismo

Salvador Muñoz
Los Políticos

Hay que ser ocioso... en verdad que hay que serlo para pasarse toda una vida estudiando la Biblia y concluir que hoy, el mundo se va a acabar.
Y ese ocioso es Harold Camping, líder religioso y millonario... sólo así se entiende que nomás tenga quehacer para estar leyendo la Biblia.
Pues según este octogenario, a las seis de la tarde, habrá un temblor desde la Isla Fiji hasta Nueva Zelanda lo que habrá de provocar que se vaya a la chingada el mundo.
Sí, suena a una vacilada, pero, supongamos que fuera cierto, de seguro habría pros y contras pero no sufra, trate de ver el lado amable del asunto, el optimista; no deje que el pesimismo con su mala cara nos arruine el día, aun cuando éste fuera el último de nuestra vida.
Así que, si el méndigo viejito de Harold Camping tiene razón y el mundo se acabara este día...
* Habría funcionado a la perfección el programa Adelante y ya no habría ni marginados ni pobres... claro, tampoco ricos ni clase media...
* No tendríamos más diputados levantadedos que olvidaron el compromiso con sus representados y adquirieron compromisos con el Ejecutivo...
* Acabaría la saturación de taxis en todo el Estado... bueno, más bien se acabarían todos los taxis...
* La deuda de Veracruz ¡desaparecería!
* La fortuna nos sonreiría al no permitirnos tener que soportar a los presidentes municipales ¡por cuatro años!
* La guerra contra el narco tendría su fin...
* No habría más plantones ni marchas que atrofien el tráfico vehicular...
* Valdrían madre los cientos de metros pavimentados de Alberto Silva por todo Tuxpan... pero seguiría siendo el alcalde a nivel estatal que más obra hizo... hasta que se acabó el mundo.
* El Festival Internacional de Salsa pasaría a la historia por ser el primero y el último que se hizo en Boca del Río...
* Miguel Valera inventaría un boletín del desastre y “reconocería” (su verbo favorito) la reacción inmediata del Comando Unificado de Protección Civil encabezado por el Gobernador ante la contingencia...
* El Programa de Reconstrucción (del que ya nadie se acuerda) valdría sorbete...
* Habría la posibilidad de que sólo las cucarachas, ratas y políticos sobrevivieran a este día... algunos creen que nada más sobreviviría el Del-Fin (chiste sebo)...
* Los jarochos sólo habrían disfrutado el regreso de los “Tiburones albinegros” un día... para beneplácito de los maltratados orizabeños a los que dejaron sin equipo.
* Malova, gobernador de Sinaloa, haría un cucurucho a su prohibición de narco-corridos y se lo metería por salva sea la parte... y de ello estarían felices los Tigres del Norte.
* Los americanistas brincarían de alegría porque si no fue de ellos el campeonato, de nadie más lo sería...
* Wikileaks mandaría a La Jornada los documentos que aseguran que el fin del mundo es una estrategia definida por Estados Unidos para acabar de una vez por todas con el terrorismo... sería la nota principal.
* Los programas de espectáculos mañaneros abrirían con las fotos en exclusiva de los Jinetes del Apocalipsis...
* Se quedarían las amas de casa y muchas nostálgicas con las ganas de ver el “remake” de Cuna de Lobos... para fortuna de quienes no gustamos de “bobonovelas”
* Los priistas culparían a los panistas de la hecatombe mundial... ¡y viceversa! Los gringos dirían que es un ataque terrorista... windows responsabilizaría a google... El Peje diría que es cosa del “Innombrable”... pero a nosotros realmente nos vendrían guangas sus acusaciones.
* Bartlett diría que se cayó el sistema... su último chiste.
* Alguno que otro funcionario del gobierno estatal saldría del closet...
* En el resto del país se alegrarían de que los chilangos se fueran a acabar...
* Los orizabeños festejarían el exterminio de los Pipopes...
* Lo mejor: ¡Ya no iría a trabajar!
El asunto, les digo, hay que verlo con optimismo, nunca con pesimismo, como el cuento de los cuates:
Uno, era sumamente optimista; el otro, pesimista. Su padre se había percatado de la actitud de ambos. Si bien, el primero siempre irradiaba alegría, a veces caía en molestia porque si había una tormenta atroz que destrozara la milpa, él decía: “Pero habrá a más campesinos que beneficien estas aguas”. Si bien, el segundo era gris como nube cargada de aguacero, aun cuando hubiera un sol radiante, se quejaba de que posiblemente se insolara, deshidratara y enfermara.
Entonces, llegó el día de reyes y el padre decidió darles una lección a través de los regalos que depositó a los pies de su cama.
Para el pesimista, una bicicleta aerodinámica, hiperligera, con cambios de velocidad, ipod que funcionaba con un dínamo integrado a la estrella, lo que también le permitía tener luces... vaya, hasta el mismo Lance Armstrong hubiera querido esa bicla.
Para el optimista, una enorme plasta de mierda, ¡gigante! pesada, abundante, sustanciosa...
Cuando llegó el día siguiente, y el pesimista bajó a desayunar, el padre preguntó:
—¿Cuál fue tu regalo hijo?
—No, papá, los reyes magos ahora sí se pasaron... me trajeron una bici... ¿y qué? ¿quieren que me mate? ¿Que me rompa una pierna? ¿que me desbarranque? No, papá, hay que deshacernos de ese instrumento maligno...
El padre no pudo cambiar la actitud de su hijo el pesimista, pero todavía quedaba el otro... mas no llegaba al comedor... entonces, el padre subió a la recámara a buscar a su hijo... ¡ahí estaba la plasta de mierda! pero su hijo no... salió al patio y a lo lejos, en el campo, veía que su hijo corría de un lado a otro; ya iba para allá, ya iba para acá... regresaba, volvía, venía y se iba... entonces, extrañado, el padre lo llamó y le dijo...
—¿Qué tienes, hijo?
—Los reyes, papá, los reyes...
—¿Qué tienen los reyes?
—Mi regalo, papá, mi regalo...
—¿Y qué te trajeron de regalo, hijo?
—Un caballo, papá, ¡un caballo! Y ha de estar enorme, papá... ¡nomás que lo ando buscando!
¡Sea optimista!

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