domingo, 8 de mayo de 2011

Historias de ratas, ratones y políticos

Brenda Caballero
Números Rojos

Se imagina usted levantarse, asomarse a su ventana y no ver su motocicleta, o llegar a su domicilio después de una ardua jornada laboral y no ver su pantalla de LCD que aún no termina de pagar, o su laptop con toda su información e incluso fotos XXX que se había tomado en un momento cachondón de su vida. ¡Es para llorar! Sinceramente es un golpe terrible anímicamente a su persona y a su bolsillo. Peor aún… tendrá que hacer changuitos para que las ratotas no publiquen sus fotos en internet, y lo hagan una estrella porno.
Casos como éstos suceden todos los días en el país, y la capital Xalapa no es la excepción.
Déjeme contarle que en mis rumbos, allá por la Plaza Cristal, específicamente Jardines de Xalapa, estamos infestados de ratones y ratotas de cuatro y dos patas.
Las de cuatro patas ya ni se inmutan si pasa un persona, se han familiarizado, incluso, se pueden ver jugando entre ellas y metiéndose en los hoyos que han cavado bajo los edificios.
Desgraciadamente nuestras autoridades sanitarias no hacen nada, es más, aún recuerdo los últimos visitantes haciendo proselitismo y prometiendo mejores condiciones de vida mediante sus campañas itinerantes de peluqueadas gratis y dentistas a domicilio. Dizque para mejorar la salud y calidad de vida de los habitantes. Hoy simplemente no asoman ni la nariz a ver cómo va lo que prometieron. Lógicamente porque no han hecho nada.
Pero continuando con las ratas, ahora las de dos patas, se ha vuelto un problema peor que las de cuatro… ¡tenemos una plaga! en menos de quince días han robado dos veces en mi edificio y ayer le robaron la moto que acababa de comprar mi vecino. ¿Esa es la seguridad que tanto pregonan nuestras autoridades?
Pero no solo a casas habitación las ratotas entran, también dan cristalazos a los automóviles para robarse una chamarra, un celular o algo mal puesto dentro del vehículo; en cuestión de segundos esos roedores ya le abrieron el carro y cargaron con todo lo que pudieron. Imagínese que me contaron que una vez abrieron un carro para robarse un abrigo, un muñeco de peluche y ¡hasta un queso! Bueno, con el robo del queso no me queda la menor duda de que era una rata, lo raro fue que tenía dos patas y no cuatro.
Entonces, vuelvo a preguntar ¿cuál seguridad? Porque al igual que yo, usted tiene más historias que contar.
Historias que van desde jalones de bolsas por chicos en motocicletas, hasta robos a casas habitación con mudanzas completas.
¿Cómo exigir a nuestras autoridades seguridad?, creo que las marchas ya no son suficientes, creo es necesario otro tipo de acciones.
Por ejemplo, ¿sabe usted cual es función de las cámaras que supuestamente están en puntos estratégicos de la ciudad, ésas que pertenecen al famoso C4?, porque sería terrible que sólo sirvieran para decir qué calles están saturadas de tráfico y que se usen vías alternas, ¡vaya! los que salimos del Sumidero ¡díganme cuáles vías alternas utilizamos! ¡Por Dios, no estamos en la ciudad de México!
Sería interesante que el C4 informara a la ciudadanía semanalmente cómo ayudaron esas cámaras en materia de seguridad. Por ejemplo, si la moto se la robaron en una camioneta, ver las grabaciones de la hora del robo, o cualquier actividad sospechosa ¡eso sí que ayudaría! y no solo de espionaje gubernamental, de eso ya estamos hasta el gorro.
Necesitamos sentirnos seguros, caminar tranquilamente como antes, llegar a nuestro domicilio sin la zozobra de encontrarlo saqueado, o nuestro auto robado, dijera don Alejandro Martí: “Si no pueden, renuncien”.
Ya para finalizar, le contaré un chiste cruel: Cierta persona se quejaba con su vecino porque le robaron su casa, él de inmediato llamó al 066, la señorita operadora le contestó su llamada, tomó sus datos y le dijo que una patrulla de policía se trasladaría a su domicilio lo más pronto posible, así pasó media hora y nuestro amigo robado volvió a llamar al número de emergencia, a lo que la señorita le contestó que estaba localizando una patrulla pero que no estaba disponible, que tuviera paciencia. El amigo vecino, al ver la aflicción de su vecino, le dijo que le prestara su teléfono, que él haría la llamada. Inmediatamente llegaron tres patrullas al lugar. El amigo, sorprendido, le preguntó cómo había logrado tal movimiento policiaco. El vecino simplemente le contestó: Sólo les dije que acababa de matar a “muy conocido político local”.

brendacaballero1@hotmail.com

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