La carta...

Salvador Muñoz
Los Políticos

La noche del sábado, mientras estoy de paseo con mi fiel Harry, encuentro a Bere, dueña de Tommy, quienes caminan a media calle. La razón, su miedo a las ratas que se incrementa por encontrarlas muertas en las áreas verdes que rodean el conjunto habitacional donde vivimos.
Y es que algunos vecinos han decidido declarar la guerra a los roedores. Los matan y arrojan a la calle. Allí, su descomposición desprende malos olores y por supuesto, me provoca ceguera... vaya, debido a mi fobia, tengo que taparme los ojos y pasar a ciegas porque el sólo verlas me trastoca.
Bere dice que quiere echarles cal... no es mala idea.
II
Exterminio, me dice un joven estudiante de la Universidad de Xalapa, como solución para este problema convertido en plaga.
Dudo en ello. Debe haber otra forma de combatir a esta infestación de roedores. Pienso, pienso y pienso y le pregunto a mi hija cuál sería la mayor fortaleza de la rata... más que preguntarle, es preguntarme para responderme a la vez: su acelerada proliferación.
Entonces, de esa cualidad, hacer su debilidad: ¿Cómo disminuir su asombrosa fertilidad? Invirtiéndola.
Le digo que sería fantástico un químico que provocara infertilidad... pero la idea es ésa. No deseo un exterminio de ratas aun cuando la sobrepoblación de éstas me cause horror.
III
Este domingo por la mañana, en mi clásico paseo matinal, al cruzar hacia el parque con Harry, brinqué de miedo. A media calle, con la cabeza destrozada, una rata yace. Las piernas me tiemblan y evito mirarla de nuevo. Por supuesto, de regreso, su presencia hace cambiar el curso rutinario de mis paseos y no vuelvo a pasar junto a ella aunque mi mente tiene precisa y acertadamente localizadas las coordenadas donde su pardo cuerpo se encuentra.
No lo pienso más... decido escribir una carta:
IV
“Querido señor presidente...
Querido gobernador...
Querida alcaldesa...
Queridos diputados...
Querido secretario de Salud...
Queridos funcionarios de cualquier nivel...
Queridos políticos...
Lamento decirles que durante varios días y en especial, el domingo por la mañana, he encontrado a varios roedores muertos en torno a la unidad habitacional en la que vivo. Es menester comentarles que en todas las circunstancias, he percatado una saña en el asesinato de estas ratas las que son arrojadas sin piedad, sin compasión ni respeto, a la carretera o áreas verdes de Jardines de Xalapa... ¡vaya! pareciera que se le tiene más respeto a Bin Laden (que tuvo pompas fúnebres) que cualquiera de las ratas que hay en mi vecindario...”
En eso, llega mi esposa y le empiezo a leer lo que escribo... sorprendida, me dice que todo está bien, que entiende mi fobia, también que las ratas se han convertido en una plaga, de lo anti-higiénico que significa arrojar a los animales muertos a la calle pero... ¿enviar una carta al presidente, al gobernador, a la alcaldesa, a los diputados, al secretario de Salud, a todos los funcionarios y a los políticos? cuando eso debiera de ser dado a conocer a Salud Animal...
A lo que le respondo que al menos, en un acto de humanidad, debo de avisar de esas muertes a los parientes...
Espero acción, no exterminio de este problema... buen inicio de semana.

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