miércoles, 8 de junio de 2011

Política juvenil mexicana

Arturo Reyes González
Burladero

La historia es la misma cada 6 años, al menos en las últimas décadas en nuestro país, estado y región. Sin distingo de colores y siglas, conforme se acerca el tiempo de renovar al poder ejecutivo y al legislativo surgen grupos, asociaciones, fundaciones, organismos “civiles” y juveniles para trabajar a favor de las causas más sentidas de la sociedad.
Casualmente, mera coincidencia –no vaya a pensar otra cosa–, el nombre, las siglas de los mismos coinciden con las del candidato o candidata con quien comparten una zona geográfica. No con las de un movimiento social, no con las de la causa o necesidad a la que combaten, no con una problemática en específico, no, sino con las de un personaje político.
Son en ese momento el mejor conducto para gestionar medicinas, conseguir despensas, lentes, consultas médicas, promover jornadas de limpieza, enseñanzas de un oficio, para obtener herramientas de trabajo y otras actividades que usted recuerde. Seguro le ha tocado ver a una de éstas o escuchar de ellas.
Así, en medio de esta lista de grupos, encontramos algunos conformados por jóvenes que son parte activa e importante por el sector al que representan y se dirigen, son a su vez quienes ponen entusiasmo, reflejan dinamismo, energía, fuerza y con esto envían un mensaje de inclusión al resto de la sociedad.
Los vemos uniformados en las colonias, en las congregaciones, hacen sentir que los toman en cuenta, que el candidato al que apoyan los considera y escucha, por eso son parte activa de su causa, por eso coinciden con su plataforma y por supuesto sus siglas, no lo olvide.
Estos chavos, en una considerable cantidad de ocasiones, son dirigidos a su vez por otros “líderes juveniles”, hombres y mujeres que en su mayoría resulta que están vinculados al primo, tío, al amigo, al hermano o la hermana del candidato, pero –no piense mal, otra mera coincidencia– quienes al final de la elección, en caso de obtener el triunfo, veremos en puestos administrativos gubernamentales, mientras los movimientos que encabezaban desaparecen como por arte de magia y las demandas y acciones en beneficio de los mismos jóvenes y la sociedad que originalmente enarbolaban, también se terminan esfumando.
¿Y el resto de los chavos que fueron a apoyar y a trabajar con la firme esperanza de poder ser tomados en cuenta? ¿Y los entusiastas activistas? ¿Qué les deja además de la experiencia de participar en campaña, de la vivencia, unos cuantos pesos y algunos souvenirs de recuerdo, gorra, playeras y cilindros? ¿Dónde quedan las promesas de inclusión?
¿Ellos saben de inicio, están conscientes del riesgo que corren o corrieron de ser utilizados? ¿O ya de manera abierta juegan y lo permiten? ¿Se ha convertido en vicio de la política juvenil? ¿De quién es la culpa?
Dos puntos que considero importantes:
Uno, en qué porcentaje y en consecuencia, de qué manera, los próximos candidatos a la Presidencia de la República van a concentrar sus estrategias de campaña en luchar por obtener adhesiones, simpatías y de manera concreta votos de parte del sector social más importante del país dado su numero de integrantes, el juvenil.
Y dos, ¿será este escenario propicio para ver por fin cambios en la manera de actuar de los “lideres” y dirigentes juveniles que se apropian de la situación y aprovechan para sacar raja política en beneficio de sus intereses personales?


argo_reyes@hotmail.com

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