lunes, 25 de julio de 2011

Imaginemos que usted no tiene memoria

Una reflexión hacia la conservación de la biodiversidad


Cecilia Montero De Jesús
Directora de la Red Estatal de Información Ambiental

Siguiendo con el ejercicio comparativo utilizado en la entrega anterior, en esta ocasión me gustaría que nos imaginemos a Usted querido lector y a mi, ubicados frente a una gran computadora que guarda todos sus recuerdos.
Una maquina especializada en almacenar su memoria a largo y corto plazo, un aparato que guarda todo el aprendizaje de los procesos, experiencias, cada momento, cada situación que le ha permitido disfrutar o aprender de las cosas y circunstancias, así como de escenarios tan simples como caminar, sujetarse las agujetas o ubicar la ruta hacia su casa.

Entonces por cuestiones de espacio y por conveniencia mía, yo le pido a Usted eliminar unos cuantos datos de su computadora; al principio le pido que elimine un día de su vida, posteriormente otro más y más adelante le pido todo un mes, pero desgraciadamente el espacio proporcionado no me es suficiente así que le vuelvo a solicitar más espacio y decido pedirle a usted la mitad de los recuerdos de toda su vida.
Sólo tome en cuenta que los datos eliminados jamás podrán volverse a recuperar, entonces vaya despidiéndose de todos esos recuerdos y haciéndose a la idea de que no podrá recordar nada de lo ocurrido en la mitad de su vida. ¿Qué me diría?, ¿Accedería a tal solicitud? Finalmente no son más que recuerdos, ¿o no? He de suponer que no le agrade tal petición, pues se trata de suprimir todos sus recuerdos de la mitad de lo que ha vivido.

Pues eso mismo está sucediendo con el planeta, al borrar su memoria ancestral a través de la extinción de especies. Al eliminar la rica biodiversidad como memoria contenida en esta máquina perfecta, siendo el resultado de miles de millones de años de evolución y de procesos naturales que se han visto lamentablemente afectada por una creciente actividad del ser humano que le está arrebatando información.
De ese calibre me permito cuantificar el efecto de la extinción de especies, de ese tamaño podríamos situar la problemática, pues no sólo se refiere a la eliminación de las especies actuales, sino a procesos ecológicos y evolutivos completos. Las especies, tal y como las conocemos en la actualidad, son resultado de millones de años de cambios, adaptaciones….de “recuerdos” que al extinguirse una especie, son perdidos para siempre.
Como lo mencionan Russell A. Mittermeier y Cristina Goettsch, científicos dedicados a la conservación, al perder la biodiversidad estaríamos ante la pérdida de nuestro capital biológico ante el banco del mundo, puesto que esta pérdida es irreversible y aunque puedan existir tecnologías capaces de erradicar otros problemas ambientales, una vez que una especie animal o vegetal desaparezca esto será para siempre.
Estamos ante una batalla difícil de ganar si seguimos desperdiciando tiempo y eliminando ecosistemas naturales completos y es que para los noventas ya dimos por perdido dos tercios del bosque tropical primario de todo el planeta y seguimos a un ritmo de destrucción similar. Por su parte la República Mexicana, junto con Colombia e Indonesia, se ubica entre los países con más biodiversidad a nivel mundial y de especies endémicas (originarias que solo habitan en ese sitio del planeta), siendo los estados de Veracruz y Oaxaca, una de las zonas con un alto porcentaje de esta biodiversidad.

Por otro lado, la conservación de la Biodiversidad no se puede referir a asegurarse que los animales y plantas persistan, sino que también tengan dónde alojarse y qué comer. Hace poco más de dos décadas, Ronald Night hizo referencia a la importancia que tiene conservar a los ecosistemas, pues son los espacios para que las especies sigan evolucionando, para mantener trabajando la maquinita ecológica-evolutiva que genera nuevas especies, donde puedan seguir creándose los “recuerdos” de nuestro planeta.
Finalmente, si le diera razones románticas del por qué hay que lograr una verdadera conservación y rescate de la biodiversidad, tal vez podría mencionarle la majestuosidad de los paisajes, la belleza escénica, el valor artístico y cultural que implica este hecho. Pero para los hombres de poca fé tengo también razones para creer que vale la pena apostarle a la conservación, pues estamos hablando de un uso actual y potencial de estos recursos. Sacando números nos resulta más económico apostarle a la preservación que vernos orillados a la eliminación de especies, lo que pondrá en entredicho el desarrollo sustentable no sólo a nuestra generación sino a las que faltan por venir, es decir sus hijos y los hijos de sus hijos.
Yo, honestamente, me quedo con las razones románticas por las cuales habrá que creer en que se deberá conservar la biodiversidad, pues vale la pena apreciar la expresión última de la complejidad de este planeta: la vida misma.

redambiental@gmail.com
twitter: @ambientalver

No hay comentarios: