viernes, 28 de octubre de 2011

¡A chip... su moto!

Salvador Muñoz
Los Políticos

Y ahí me tienen, cumpliendo como buen ciudadano, con el canje de mis placas. La cita la tenía a las siete de la noche, pero queriendo ganar tiempo, decidí salir de mi casa en punto de las seis para dirigirme al Museo Interactivo de Xalapa (MIX)... quién quitaba y salía antes de las siete.
Así que abordé mi moto y enfilé a mi destino. Varias decenas de metros antes de llegar al MIX, una enorme fila de vehículos, entre camiones, camionetas, carros, tractores y toda la fauna automecánica-motriz posible, hacía imposible el acceso a todos al Museo... a casi todos.
Amo la moto por la facilidad que tiene para meterse por aquí, por allá, ¡y colarse! No bien apenas me sentía un triunfador al pasar antes que todos, vi mi realidad: El área del estacionamiento a la entrada del MIX estaba atascada de unidades de todos colores y sabores así como una centena de personas esperando sentadas ser atendidas y una veintena más esperando que sus documentos fueran recibidos. Estacioné la moto en un lugar cercano a la recepción de papeles y me formé. Eran apenas las 18:20.
Debo reconocer que la fila se movía rápido. La joven receptora de documentos se ve que sabía su papel al derecho y al revés aunque tuviera una voz de sargento mal-parado.
Cuando tocó mi turno, expuse mis documentos: copia de factura, copia de mi credencial, la hoja que atestiguaba mi cita, mi comprobante de domicilio y por ahí, hasta el seguro de la moto y mi boleta de calificaciones de la prepa... por cualquier cosa.
La dama seleccionó los papeles que le interesaban, me pidió mi credencial de elector y documentos así como identificación los puso en mi mano y claramente me dijo: Cuando pase con mi compañero, se los da. Habrá visto mi cara de What! que pongo en cada trámite que tengo que hacer por el ataque de nervios que me posee cuando de burocracia se trata.
Acto seguido, me dice: Pase a esta fila (era la cuarta) y siéntese junto al señor de guayabera. Así lo hice. Ya en plática con los vecinos de asiento y con el movimiento que se realizaba en la primera fila, entendí la mecánica:
Estaba en la cuarta fila porque allí estaban los citados a las 19 y 19:20 horas. Los de adelante, los habían citado a las 18:40... la segunda fila era los de las 18:20 y la primera, a las 18 horas.
La única fila que se desplazaba hacia los lados era la primera hasta vaciarse totalmente. Entonces, la fila de atrás se desplazaba en orden hacia adelante.
Todo iba bien... a las 19:10 horas ya estaba en la segunda fila cuando entonces, una señora que estaba en mi fila, un poquito mayor a los 50 años, exclamó: “‘¡Se están metiendo a la fila!” señalando a la orilla de la primera. Una joven me preguntó si era cierto a lo que respondí que entendía que aunque habían llegado tarde, eran citados de las 18:40 horas, por eso los metían en esa fila previa a la nuestra. Parece que comprendió pero la señora de la exclamación no y empezó a instar a los cercanos a ella a saltarse la fila... acá entre nos, la tiré a loca cuando de repente, ella y tres más, ya se habían posesionado de los primeros lugares. Un señor de traje llamó a la cordura pero llegó una joven de camisa gris, logo de Finanzas, a tratar de meter orden pero la señora y sus muchachos no sólo se habían metido a lugares que no les correspondían, sino que se metían ya al segundo paso del trámite del canje de placas, que era la verificación de datos en computadora. Tras un ligero ajetreo, la calma volvió y la normalidad igual.
Pasé a que verificaran mis datos en computadora y una vez ello, fui a que un joven revisara mi moto y capturara su número de serie...
Finalizado ese proceso me pidieron que pasara por mi placa cuando me nombraran... ahí estuve esperando un breve rato hasta que oí mi nombre: Placa en mano pasé y me pidieron que estampara mi firma. Puse la poderosa, me dieron mi placa, mi tarjeta de circulación y... y... ¿y mi chip?
Pues que todo este mundo perfecto del reemplacamiento se vino abajo cuando la joven me explicó (a medias) que para las motos ¡no había chip! ¿Entonces? ¿Por qué? Un movimiento de hombros a la vez que encogía la cabeza, y una sonrisa de “no sé” fue su respuesta... otro joven me dijo que era porque no había un lugar donde ponerlo... en pocas palabras, el chip, ese sistema electrónico que permite asociar los datos del dueño con el del vehículo, a través del cual se identificarán los vehículos robados y/o reportados como desaparecidos, ¡no lo tiene mi moto!
Es decir: ese sistema de lectura por radiofrecuencia y, de acuerdo a Arturo Bermúdez, secretario de Seguridad Pública del estado, cuyo sistema es inviolable e infalsificable a mí no me sirve... tendré que seguir cuidando por mi propia cuenta mi seguridad, la de mi familia y la de mis pocos bienes... ¡poca madre y yo sin chip!

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