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En la parroquia de la Resurrección
Jorge Vázquez Pachecho
Era de esperarse. La iglesia de la Resurrección, habilitada como foro musical con toda la buena voluntad del mundo, resultó un escenario incómodo y por demás complicado para la audición de la Orquesta Sinfónica de Xalapa, en un concierto que originalmente estaba destinada a recabar fondos para la asociación civil Cáritas.
Desde luego que se vuelve imprescindible el reconocimiento para el párroco César Romero Galán, clérigo de singular bonhomía quien con toda la gentileza del mundo se esforzó por adaptar apropiadamente el interior de su iglesia, así como otorgar toda facilidad para los instrumentistas. Pero, por desgracia, las buenas intenciones no lo resuelven todo, aunque también es de reconocer el estoicismo de quienes siguen viernes a viernes el organismo musical y que se dieron cita en el templo católico sobre la avenida Ruiz Cortines.
La observación del percusionista Sergio Rodríguez fue por demás oportuna en este sentido: “Es elogiable la actitud de la gente, que pese a todo nos sigue”, observó. Pero no faltaron las voces de protesta, y una de ellas fue del delegado sindical hacia el interior de la OSX, Eric Martínez Toy: “¿Qué ocurre en el Teatro del Estado? La falta de energía eléctrica me parece un detalle inconcebible. ¿Es que el IVEC ya no quiere que estemos allí? ¿Se han propuesto sacarnos?”
Los integrantes de la Sinfónica de Xalapa se vieron en la necesidad de ensayar en la Casa del Lago durante la totalidad de la semana, ante la falta de energía en su sede tradicional. Pero el verdadero problema se da al tocar en un escenario que no conocen los instrumentistas, y con un programa por demás delicado técnicamente: un complicadísimo Perpetuum mobile de Román Revueltas, el Gran dúo concertante para violín con tololoche y orquesta de Bottesini, y la dura Sinfonía número 1 de William Walton.
Para el violinista Aquiles Casana, el hecho de que a la orquesta más antigua del país se le niegue la posibilidad de tocar en el Teatro del Estado, resulta increíble. “No sé si el problema sea el corte de energía eléctrica; eso es asunto de orden técnico. El hecho es que no tenemos sede.” Para el violonchelista Estanislao Perfecto, el descuido por parte de las autoridades del Instituto Veracruzano de Cultura (IVEC), al no pagar el consumo de energía eléctrica, es asunto imperdonable. “Eso de andar de un lado para otro, ensayando acá y tocando allá, es bastante difícil. La sinfonía de Walton es terriblemente complicada, y tocarla en un lugar en que no estamos familiarizados con la acústica dificulta el buen rendimiento. Reconocemos la amabilidad de las autoridades de la iglesia, pero no tienes idea de lo terrible que es tratar de tocar bien en un escenario que no conocemos.”
El ejecutante de viola Marco Antonio Rodríguez reflexiona sobre el asunto, cuando se le solicita opinión en torno de los recientes acontecimientos en el interior del Teatro del Estado (un pedazo de metal que cae desde la tramoya y lastima severamente a un contrabajista; el corte del fluido eléctrico). “Es un edificio bastante viejo y sin el debido mantenimiento. Tal vez eso explique el accidente. Pero a todo ello debemos sumar, además, el hecho de que es un edificio antifuncional; no cuenta con camerinos para los músicos y ni siquiera en los ensayos tenemos acceso a los baños. Eso es crítico.”
Eduardo Carlos Juárez, violinista, coincide en que el problema es añejo. “¿Vamos a tratar de encontrar responsables? Debemos voltear hacia las pasadas administraciones, a quienes debieron dar mantenimiento al edificio. El problema viene de muy atrás. El Teatro es la casa de la orquesta y el público lo siente así. Es una lástima que el conjunto vaya de recinto en recinto por toda la ciudad, como alma en pena. Las autoridades deben tomar cartas en el asunto, porque esta orquesta es emblemática de la capital veracruzana y el público es celoso en ese sentido.”
Para el jefe de personal, Ricardo Martínez, es lamentable que estos sucesos motiven acusaciones fuera de todo contexto en contra de Fernando Lozano, titular de la Sinfónica de Xalapa. “¿Qué no hay responsables del funcionamiento del Teatro del Estado? Señalan al maestro Lozano como culpable absoluto, como si él hubiese colocado el trozo de metal sobre la tramoya para que cayera sobre los contrabajistas. ¡Hazme favor!”
Por su parte, el director huésped Román Revueltas señala: “Debemos preguntarnos qué está ocurriendo en todo México, no sólo en Xalapa. ¿Qué no hay escenario para la Sinfónica? ¿Cómo es posible eso? La sinfonía de Walton es delicada; tocarla es un foro improvisado es peligroso… Esto debe ser motivo de preocupación para todos.”
Finalmente, el concierto se realizó en el interior de la parroquia de la Resurrección, con declaratoria y exculpación previas por parte de una representante de Cáritas. Asunto de imponderables, en los que jamás ha dado la cara Félix Báez Jorge, director general del IVEC, y en el que hasta Héctor Herrera, administrador del recinto, dio el esquinazo porque “andaba de viaje”.
El problema es grave pero, total, a lo mejor los músicos no tardan en olvidarse del asunto.
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