martes, 8 de noviembre de 2011

Por los caminos de Los Pinos

Ángel Lara Platas

A días de haber iniciado la etapa de preparación de la elección, cuya responsabilidad recae en el Instituto Federal Electoral, técnicamente el árbitro del proceso; para la militancia del PRI solo hay dos candidatos en su ánimo: Enrique Peña Nieto y Manlio Fabio Beltrones.
Aunque ambos emergen del mismo partido, en su formación han participado circunstancias particulares que han influido de manera determinante en sus carreras políticas. Ciertos factores y personas han tenido una influencia concluyente en el escalamiento como profesionales de la cosa pública, especialmente la parte que se refiere a la filosofía con que cada uno ha contextualizado su ética política.
En esta entrega, me parece oportuno analizar algunas particularidades de Manlio Fabio Beltrones como figura pública, pero fundamentalmente desde el marco de sus aspiraciones para ocupar la silla grande que se encuentra ubicada ni más ni menos que en Los Pinos, desde donde los últimos presidentes de México han ejercido sus facultades para el ejercicio del gobierno. Espacio que también ocupan para hacer su vida diaria.
Manlio –nombrado así nada más por la generalidad de la gente cuando se refieren a su persona -, está formado en el estilo ortodoxo (y a veces estoico), de la política mexicana, que privilegia el respeto a las instituciones y a quienes las tutelan, al margen de ideologías y colores partidistas.
Por ello no extrañan los encuentros y diálogos con el presidente Felipe Calderón, en el marco de la cordialidad y el respeto que imponen las reglas de la buena política. Situación que sin éxito han utilizado sus detractores para cuestionarlo con el afán de configurar volutas de humo en el entorno de su figura de presidenciable.
Los conceptos que Manlio bien asimiló de sus maestros de la academia y la política, entre otros ha sido la práctica de manifestar el respeto a la investidura presidencial como lo que representa, independientemente de los señalamientos públicos por su desempeño en el cargo. Comparte la filosofía de que el presidente, con todos los defectos que pudiera tener, es el presidente de los mexicanos y merece respeto y lealtad (institucional por supuesto); bajo el juicio que si le va mal a él todo el país lo padece.
Manlio sostuvo cercanía de trabajo y afectos con el ahora conocido como El Hombre Leyenda: Don Fernando Gutiérrez Barrios. Esa relación fue determinante para Manlio desde el punto de vista formativo, especialmente por los métodos de Don Fernando en relación a la praxis política. Al parecer la herencia también incluyó la caballerosidad característica del veracruzano, que ahora bien la aplica Beltrones.
A pesar de no haber habido vínculo laboral o académico, sino por su legado ideológico, también tomó como su maestro a otro veracruzano: Don Jesús Reyes Heroles. Ni más ni menos que uno de los más destacados ideólogos mexicanos, quien aportara a la política un gran acervo de ideas y enseñanzas. Por ejemplo, sostenía que primero debe ser el programa de gobierno y luego el hombre. Para Don Jesús era más importante la propuesta del partido a los ciudadanos que el candidato mismo.
Con esa inspiración, el ahora aspirante a la presidencia de la República da a conocer su programa rector de prioridades, que pondría en operación en caso que las circunstancias y sus simpatizantes lo domicilien el Los Pinos.
En este parangón, Manlio retoma de Don Fernando el reconocimiento y lealtad a la figura presidencial, entre otros preceptos, y de Don Jesús el respeto a las ideas. Dos hombres, dos leyendas, dos referentes; a pesar de notorias discrepancias entre ambos.
Los que comentan la política afirman que Manlio es el único aspirante de los que compiten por la candidatura presidencial desde sus respectivos partidos, que cuenta con perfil de estadista.
Seguramente mucho tuvieron que ver también sus maestros cuando estudiante de la facultad de economía de la UNAM que, al parecer, por ahí hubo criterios definitorios para su vocación de político. Por supuesto que también abreva de sus experiencias en el antiguo Palacio de Covían.
Otro de los aspectos que destacan en Manlio Fabio Beltrones, también producto de su formación de estadista, es su inclinación por las tesis relacionadas con la austeridad republicana. En diversas ocasiones ha manifestado su desacuerdo por los excesivos gastos en las campañas políticas y el derroche de los gobiernos.
El sentido de la unidad y la cohesión política es algo que el sonorense tiene muy claro. Sabe que su partido, el Revolucionario Institucional, debe caminar sobre los terrenos del entendimiento y los acuerdos internos; y el respeto y diálogo con todas las fuerzas políticas, incluyendo al mismo que ahora ocupa la silla en disputa.
Manifiesta especial reconocimiento a la diversidad ideológica y de principios de sus adversarios políticos.
Quienes lo tratan dicen que es un político de convicciones, gentil y atento; con el hábito de salir siempre al encuentro de los problemas.

alaraplatas@hotmail.com

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