Los Políticos
La propiedad más importante dentro de la clase baja en el pueblo romano eran sus hijos... por una sencilla razón: cuando crecieran, servirían como soldados al Imperio.
A esos futuros soldados se les dio el nombre de “proletarii”, lo que hoy se conoce como “prole” que no es otra cosa que “hijos”.
Los tiempos fueron cambiando y hace años, el término “prole” se utilizó para referirse a la clase baja que, al carecer de cualquier propiedad, tenía que vender su fuerza de trabajo ante un patrón para poder subsistir... es la era moderna...
Hoy, podríamos decir que la “prole política” ya no da hijos al ejército imperial ni tampoco vende su fuerza de trabajo a un patrón... hoy, la “prole política” tiene algo más valioso: su voto.
Claro, para saber si uno pertenece o no la “prole”, según estudios socio-económicos, debería preguntarse si usted pertenece a una familia que sobrevive con menos de seis mil pesos mensuales, sí, los mismos dineros que alguna vez consideró Ernesto Cordero, alcanzan hasta para pagar “el cole”.
II
Esa familia sí que estaba jodida... su piso, era de tierra; su casa, con paredes de cartón; su techo, de lámina que amenazaba siempre con volar al primer ventarrón; tenían que caminar varios metros para cargar cubetas con agua porque no tenían el servicio; se iluminaban con velas; y en un reducido espacio de cuatro por cuatro, vivían papá, mamá, dos hijos y uno que venía en camino... ¡y sobrevivían con menos de seis mil pesos mensuales!
El gobierno, comprensivo, dadivoso, cariñoso, pero jamás paternalista, decidió ayudarlos... mandó escuadrones llamados pomposamente “solidarios” y transformaron entonces su entorno hogareño: a su piso le echaron cemento; a sus paredes, les pusieron block; su techo, con nuevas láminas, las afianzaron con tornillos sobre vigas; llevaron el sistema de agua potable y al mismo tiempo instalaron drenaje; postes de la CFE instalaron en su entorno; a la vez, vinieron otros postes: los de telmex y megacable... ya no mencionamos a la Coca y Bimbo, porque cerca de su casa, había una tiendita que siempre estaba bien surtida de este refresco y los dulces pastelillos...
¡Ah! y a la señora, le dieron una estufa Lorena, para que cuando cocinara, ya no se llenara de tanto humo la casa...
Sí, realmente parecía otra vivienda hasta que...
Entonces, al mes, llegó el recibo de agua... y también el de luz... ¡chin! Pues ni modo, hay que mandar a la “prole”, es decir, a los hijos, a chambear, pues ya tenían cable así como teléfono y pues mantener esos “lujos” cuesta... ¿y la estufa Lorena? Ésa todavía no la estrenan pues no hay necesidad de calentar los pastelillos y muchos menos el refresco...
III
Que no nos sorprenda Paulina con su expresión: “saludos a toda la bola de pendejos que forman parte de la prole y que sólo critican por pura envidia”... ¿qué podemos esperar en una sociedad clasista?
¡A huevo que hay clases! Vaya, si hasta en los camiones ya metieron ese rimbombante nombre de “Servicio Platino”... si en el cine hay pantallas,Mega pantallas y películas en tercera dimensión... si en el estadio hay Palcos y gradas... si en nuestra educación hay escuelas públicas y privadas... ¡vaya! no en balde la expresión: “Hasta en los perros hay clases”... ¿por qué nos sorprende Paulina Peña con su expresión?
Lo pongo más sencillo: Estoy al servicio de un patrón porque me paga por mi trabajo... luego entonces, dijera Marx: Soy prole... ¿usted está en esas condiciones? ¿Le pagan por su trabajo o paga porque le trabajen?
Somos un país de prole, yo, usted, casi todos somos prole...
La única precisión que hay que aclararle a la joven Paulina es que, como bien dice el amigo Armando Ortiz, si bien nosotros somos prole, el pendejo es su padre... no más.
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