Los Políticos
Estamos en el aeropuerto de Madrid... las preguntas habituales, supervisión de documentos y en menos de cinco minutos voy rumbo a la salida pero... tengo que esperar a Pompeyo...
A prudente distancia, alcanzo a observarlo. No sé qué le cuestionan, pero las preguntas pasan a un interrogatorio más exhaustivo por el tiempo que lleva... ¡por fin! tras unos minutos más extensos y lentos, pasa rumbo a la salida.
Parece que en su nombre lleva el estigma: Yasser.
Y para amolarla, se rapaba “a coco”.
Era sospechoso tan sólo por su apariencia y nombre.
II
Sí, en nuestra naturaleza está juzgar por la apariencia.
Aún recuerdo y cómo me incomoda un comentario que alguna vez, un socio de mi tío, hizo durante una comida que hice la primera vez que pise un “Toks” en la ciudad de México.
–¿Y este muchacho?
–Es mi sobrino, de Orizaba...
–Se le nota lo provinciano...
¡Yaaa! ¿Sólo por ser morenito y no traer ropa elegantiosa?
III
Marcamos diferencia. Somos segregacionistas. Calificamos a la gente por su modo de vestir, de hablar, color de piel que en conjunto pudiera englobar en su condición económica-social.
Ricos, clase media y jodidos (eufemísticamente llamados pobres), segregan.
El rico va a determinada tienda de ropa para no encontrarse más pobre que aquél que atiende. El pobre va a determinada tienda donde le alcance la lana aunque lo atienda otro pobre igual que él o alguien de clase media.
La clase media va a tienda regular donde lo puede atender igual uno de clase media (o sea, un dueño) o un pobre a quien hacerle pasar un mal rato.
IV
¿Qué hacemos si sabemos que una persona está enfermo de VIH?
Estaba en Sayula de Alemán y fui a entrevistar a una persona con VIH. Toqué a su puerta y salió. Una palidez extrema, su piel estaba pegada a los huesos y la pérdida de cabello me estremeció. Abordé el tema a tratar y aceptó la entrevista con un saludo de mano en mi presentación y entonces, ocurrió lo que mi razonamiento aún no concibe: un escalofrío que recorrió desde mi mano hasta los pies que en mi interior se libró una lucha en millonésimas de segundo entre soltar su mano o simplemente seguir el suave balanceo de un saludo cordial.
Hice la entrevista pero me llevé para siempre mi reacción... me avergonzaba y a la vez me intrigaba: ¿por qué esa sensación si sabía perfectamente que el VIH no se contagia con un simple saludo de mano?
V
La intención es buena, pero quizás mal enfocada.
No soy diseñador o ilustrador o mucho menos publicista, pero los carteles me parecen que tienen yerros.
La idea inmediata parece ser que dichos calificativos son los términos que se merece la persona que tiene VIH, así que hay que evitar nacer con Sida para no tener un estigma como zorra, maricón o drogadicto.
Claro, son los tres focos a los que se proyectaba la enfermedad en sus inicios y creo que hasta hoy, siguen siendo señalados como jinetes del apocalipsis al drogadicto, al homosexual y a la servidora sexual.
Podríamos pensar que el cartel tiene razón pero sólo evidencia una cosa: nuestra educación está estancada.
Es como si se hiciera una campaña entre la clase media y hubiera una prueba socioeconómica para que su hijo no corriera el riesgo de nacer ¿pobre? ¿jodido? ¿prole?
O que los políticos se hicieran una prueba para que sus hijos no nacieran ¿mentirosos? ¿trácalas? ¿ratas?
O que los diputados se hicieran una prueba para que sus hijos no nacieran ¿huevones? ¿levantadedos? ¿arrastrados?
Vaya, a lo que voy es que el cartel, insisto, bien intencionado, prioriza una calificación por sobre la salud...
Seguimos buscando paliativos en lugar de buscar soluciones.
VI
Insisto, por la forma en que se conduce Fundación México Vivo, pareciera que la segregación persiste en nuestro país, en nuestro estado y ciudad, donde habremos de encontrar ricos, pobres, jodidos, nacos, indios, morenos, güeros, prietos, prole, pendejos, zorras, maricones, drogadictos... pero jamás personas.
e-mail: dor00@hotmail.com
twitter: Los_Politicos
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