domingo, 19 de febrero de 2012

Los 25 millones ¡a la chingada!

Miguel Ángel Gómez Polanco
Vía Crítica

Si es usted de los osados que leerán este texto, no obstante la forma tan coloquial y carente de sutileza para titularlo, le doy la bienvenida más cordial, festejando su sensatez y apertura.
La altisonancia de esta columna responde, en un primer término, a la referencia que ha puesto de moda el aspirante de la izquierda a la presidencia de la república: Andrés Manuel López Obrador, quien hace pocos días fue sincero en responder que si no ganaba la contienda en esta ocasión, se olvidaría de “legitimaciones” y borlotes, y dejaría por la paz su lucha.
Pero lo curioso fue la manera en que se expresó el “amoroso” Peje: “si la elección es limpia y libre, pero aún así pierdo, entonces me voy a la chingada”, fueron las palabras textuales del otrora jefe de gobierno del Distrito Federal.
La expresión no necesita explicación, como es de suponerse. Sin embrago, las implicaciones etimológicas, asociativas y hasta geográficas, sí valen la pena ser mencionadas.
Por ejemplo, según la RAE, la raíz de este término es considerada una derivación del caló čingarár, que a manera de modismo, remite a la pelea. Asimismo, según el Diccionario Breve de Mexicanismos del italo-mexicano Guido Gómez de Silva, “chingada” es otra manera de llamar a las prostitutas, o bien, a una mujer promiscua, así como representar una expresión de protesta usada para dar salida al enojo causado por adversidades o sorpresas.
Luego entonces, dijera mi querida profesora Nelly; podríamos concluir que de perder nuevamente la elección para la presidencia de la república, Andrés Manuel se iría con una mujer de la vida galante, o en su defecto, a continuar peleando -sabrá Dios a dónde-, pero habiendo dejado salir antes su enojo, aceptando que tanto como “sorpresa” por el hecho, no habría.
Ahora bien, en el aspecto geográfico (¿ah verdad?), nuestro querido estado de Veracruz luce como el verdadero alojador de la “chingada”, pues perteneciente al municipio de Perote se encuentra una localidad que lleva este nombre y con apenas cinco habitantes en su extensión, quienes quizá han sido los únicos que han aceptado irse para allá, no obstante los muchos que hemos sido mandados tantas veces y por años.
Y es que aunque Jalisco, Oaxaca, Morelos, Tamaulipas y hasta la mismísima “Madre Patria”, España, se disputan a la “chingada” como de su pertenencia, sólo Veracruz la tiene instituida como una localidad que forma parte de un municipio, lo que le da el título de poseedor legítimo de ella.
Entonces, Veracruz sería una opción de hogar para Andrés Manuel López Obrador; idea que no suena descabellada, considerando las raíces veracruzanas del precandidato de la izquierda, que incluso llegaron a influir para que en el 2009 se considerara a este personaje como posible contendiente por el gobierno de nuestro estado, ya que su padre es oriundo de la Cuenca del Papaloapan.
Pero no. La “chingada” a la que se refería López Obrador es un rancho que le heredaron sus padres y cuyo significado para el perredista es grande y de muy buenos recuerdos. Está ubicado en Palenque, Chiapas; cercano a la capital de aquel estado.
La cosa cambia en el aspecto asociativo, en el que sale a colación el tema de los 25 millones de pesos incautados por la PGR al gobierno de Veracruz hace unas semanas, que como el mismo López Obrador dijera en una visita reciente a Boca del Río para asistir al foro “Nueva Economía”: se debe investigar, pues cualquiera que ha estado en la administración sabe que no se puede pagar así ningún servicio.
El tema aún está caliente (o debe estarlo). De hecho, en un afán de no “entorpecer” la relación entre gobierno estatal y federal, fueron los diputados federales por Veracruz los que ya exigieron la devolución de la lana. Por su parte, el senador Juan Bueno Torio presentó denuncia contra de Javier Duarte y los sus “abusados” colaboradores, Miguel Robles y Said Sandoval, al asegurar tajante que este envío era para fines electorales y de financiamiento en la campaña de Enrique Peña Nieto.

SUI GENERIS
Lo realmente sustancioso del asunto es que esos 25 millones, integrados indudablemente con dinero de los veracruzanos, deben regresar al estado para ser auditados inmediatamente.
Por eso yo sugiero que, para que no haya lugar a dudas, cuando regresen los dineros, los manden a la “chingada” (pero a la veracruzana, no la chiapaneca). Ahí podrán aguardar en lo que se fincan responsabilidades por lo que probablemente es un desvío de recursos penoso y muy grave.

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