domingo, 20 de mayo de 2012

La elección del "Quinto Poder"

Miguel Ángel Gómez Polanco
Vía Crítica

La inercia de la pobreza en las campañas presidenciales, principalmente, ha desembocado en un repudio que se manifiesta con la voz de la gente, motivada por un hartazgo aletargado que, de la mano de la juventud, tiene pensando a más de uno sobre cómo contrarrestarla o, en el “peor” de los casos, adaptarse a ella.
No es para menos. México ha despertado, pero aún está “modorro”, aunque no se debe descartar que el resultado de ello pronto derivará en una revolución de las conciencias (si no es que ya lo hizo) y esto debe ser tomado en cuenta como precedente, asociado directamente a lo vivido durante la última parte de la dictadura Porfiriana.
Pero hay algo que destaca en nuestros tiempos y que en un principio fue demeritado por diversos personajes de la política nacional: la influencia de las plataformas globales de información como las Redes Sociales, las cuales han demostrado su alcance convirtiéndose en la evolución de lo que en su momento fue calificado como el parte aguas de la revolución francesa y calificado como “El Cuarto Poder”: la prensa.
Y es que la prostitución a la que se presta en México este elemento, al que Edmund Burke acuñó el concepto de “artífice perfecto” del progresismo, dadas las inmensas posibilidades que demostró en el siglo XVIII para colapsar las conciencias, pero del viejo continente, con el objetivo de acabar con los viejos regímenes; hoy en día no otorga las garantías de credibilidad necesarias para confiar ni respaldarse en busca de la democracia.
Sumado a ello se encuentra la degradación de los tres poderes del Estado, cuya influencia en la sociedad civil se laceró tras malos momentos que duraron más de 70 años y después de un período de incertidumbre en el que más de 60 mil muertes -la mayoría en estados gobernados por el partido que hoy “lidera” las preferencias rumbo a la Silla Mayor- la insuficiencia de un sistema para castigar y asegurar la permanencia de los sentenciados en las cárceles, así como la desatención de otros asuntos medulares como la educación, salud y el derecho de expresarse libremente; han encauzado un descontento que en la actualidad decide emprender una nueva lucha, pero esta vez contra la ignorancia que mantiene en cautiverio a la masa que distingue al país, de acuerdo con diversos organismos nacionales e internacionales: la pobreza.
Al respecto, son precisamente las Redes Sociales, en específico, a través de las que la ciudadanía ha tomado las riendas del flujo de la información, con la finalidad de aspirar a mejorar las condiciones de un país lastimado y para muchos, humillado.
De ahí que exista la posibilidad de reinterpretar definiciones como la de “Gobierno-E”, en un principio entendido como “Gobierno Electrónico” y cuya finalidad es aprovechar las tecnologías disponibles para fortalecer las plataformas con las que deciden emprender la administración de una ciudad, estado o país.
Esta idea, implementada por países con un alto grado de desarrollo, pareciera que en México se quiso entender como la manera de disuadir la percepción sobre el potencial de los medios virtuales, como si se tratara de una broma de mal gusto y la “E” se refiriera a “Enrique”, por ejemplo.
Pero esta gente no contaba con las tremendas cifras que arrojarían varias fuentes para el decisivo 2012, en relación a la cantidad de internautas que recurren a la Súper Carretera de la Información como instrumento de información primario.
Tan sólo en Veracruz -estado con uno de los tres mayores índices de pobreza y junto al Estado de México y Oaxaca, con mayor cantidad de personas que tienen credencial de elector vigente- de acuerdo con la Asociación Mexicana de Internet (AMIPCI) el aumento de personas con acceso a Internet ha aumentado en un dos por ciento, ubicándose en el cuarto lugar nacional en el rubro.
Asimismo, la AMIPCI detalla que el aumento general de usuarios de Internet en México ha sido del 5.7 por ciento, contando con un tiempo de conexión cuatro horas con nueve minutos; 47 minutos más que indicó el INEGI en 2010. De estos datos sobresale, además, que la conexión a través de smartphones o teléfonos inteligentes aumentó 32 por ciento, teniendo acceso en cualquier lugar, principal y precisamente a las Redes Sociales.
Estas cifras, cabe destacar, son muy similares a las que con su debida proporción, dieron a Barack Obama el triunfo en su primera elección rumbo a la presidencia de los Estados Unidos de América: 30 por ciento de la población votante, de acuerdo a mediciones oficiales, fueron influidos por la estrategia virtual de quien ahora corre por la reelección en el vecino país del norte.
De igual forma, se citan los ejemplos de Túnez, Egipto y Libia, donde estas herramientas dotaron a ambos países del combustible humano para fortalecer las resistencias contra sus respectivos regímenes, derivando en lo que todos conocemos como la Primavera Árabe.
Entonces ¿qué pueden significar las Redes Sociales en un contexto como el nuestro? La respuesta, desde luego, ya se puede percibir, pues dichas plataformas han pasado de ser una alternativa de entretenimiento, a representar el surgimiento del Quinto Poder que seguramente marcará la diferencia, si no en este proceso, seguramente en el futuro de la nación a corto plazo.

SUI GENERIS
Ejecutivo, Legislativo y Judicial, degradados, y un cuarto, prostituido, demuestran que “no hay quinto malo”, convirtiéndose en factores que hoy en día han obligado a los mexicanos a buscar una válvula de escape que legitime sus derechos, pero sobre todo, satisfaga sus necesidades.
Para ello, la globalización ha sido el sustento a través de las Redes Sociales, cuyo poder de convocatoria e impacto mediático han superado el control de lastres como la oligarquía y los monopolios, aunque falte el último y más difícil de los pasos: hacer tangibles sus repercusiones, imponiéndose a una poderosísima pero cada vez más decadente estructura de manipulación color carmesí, que parece estar viviendo sus últimos momentos de efectividad.
Así pues, no tendremos una cadena televisiva de efecto mundial como Al Jazeera, que disipe el claustro de nuestros reclamos; tampoco nos desprenderemos con facilidad de la “encuestitis” que padecemos, pero sí poseemos –y nos enfrentamos- a Twitter y Facebook, que muestran su rotunda, y quizás propositiva, imposición.
Pero ¡ojo! La aspiración consecuente de un apego sensato a la realidad, no debe ser la obsesión por un cambio inmediato, sino la de sentar precedentes que sirvan en un futuro, pues a partir de este año entramos a un período de elección constante que será definitorio y basado en el modo en el que se dirijan las aspiraciones de los mexicanos.

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