Érwin Bárcenas
Un Clavo al Ataúd
Ver cubierto mi espacio de dibujo con miles de utensilios, boletos de urbano, de autobús, de tickets de mini y supermercados, taza de café a medio añejar, basura tanto de lápiz y goma, alguna morona (descaradas, abundantes) de pan o galleta; verlo así es un evento tortuoso, al comprender que es mi espacio, es mi privacidad y mi ensimismamiento; mi econo-santuario, donde mi alma se desenvuelve y mi creatividad se baña y vive para reproducirse... ¡estaba mancillado!
Pero soy uno más de esa larga cadena de alumnos de la sociedad del “Que lo hagan ellos que para eso los elegimos” y me siento entonces a esperar que algún burócrata, servidor público o en su defecto, algún político en campaña, para que entre a este mi jardín de las creatividades y limpie como es su obligación, el chiquero que mi trabajo y rutina han hecho de mi espacio de dibujo, de mi mesa de trabajos...
Y pasaron los años, la mugre constante, el polvo interminable y mi flojera monumental evitaron que mi inspiración se animara a trazar algo sobre ese espacio sucio. Algunas señas de deterioro adornan ya mis otrora hojas blancas, hoy convertidas en retorcidos paneles carmesí, infestados por generaciones pútridas de entes mohosos... el exceso de basura y desperdicio que por obra y gracia de las visitas de amigos, fiesta y celebración, ahora tenía coronando ese que alguna vez, fue mi glorioso restirador, pero soy ahora uno más de esa larga cadena de alumnos del “En mis tiempos todo era más sencillo, no se ensuciaba tanto”. ¡Culpo a los inútiles del gobierno que solo se dedican a robar porque saben que yo no me pararé de aquí, esperando a que lleguen a arreglar este relajo!... vocifero alzando el puño violentamente.
De nuevo, no recibo respuesta alguna, claro, hasta que en medio de toda esa podredumbre, debajo de toda esa mescolanza y colección de inerte reciclaje mal entendido, veo asomarse el trazo, o boceto o tal vez solo un bosquejo, con el rostro de una persona que aprecio bastante... como ese cuadro del Bosco, donde pasamos del Edén al Purgatorio... El Jardín de las Delicias, veo desde ángeles hasta demonios pululando por mi campo de visión.
Comienzo ese proceso que por tanto tiempo dejé pasar, comienzo a sacudir de a poco, cuidando no causar más daño a ese dibujo que debajo de tanta basura y olvido aún puedo continuar y finalizar decentemente...
Al terminar, con el sudor y el olor de hombres trabajando, bajo este sofocante aire cálido de mayo, encuentro que bajo toda esa inmundicia que mi dejadez hizo reinar sobre mi pequeño terreno de la creatividad, redescubro un espacio amplio, siempre noble, que es terreno fértil para volver a resembrar, para volver a crear y poder expandirme nuevamente, tal vez, ahora sí, procure ser más consciente de que no es solo esperar que alguien haga todo por mí, es también tomar acción por recuperar lo que siempre ha sido mío y que si no lo hacen los demás, algo debo de hacer yo.
¿Qué pasaría si con esa misma actitud empezáramos a limpiar los diferentes contextos y entornos de nuestro mundo?
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