jueves, 3 de mayo de 2012

No está para saberlo...

Salvador Muñoz Los Políticos En verdad que ha sido una semana harto complicada. Quizás el lector no está para saberlo ni yo para contarlo, pero es difícil escribir estando triste. Y es que a veces de ver tanto se antoja tanto mandar todo a la chingada... pero nos gana el vicio de escribir aun estando triste, aunque el lector no esté para saberlo ni yo para contarlo... No es difícil adivinar los motivos de la tristeza de quien escribe... asimilar la ausencia de Regina ¡ah cómo chingaos cuesta! más cuando uno se pone a recordar que ella era gran parte de mis desvelos (y el de todo el equipo de redacción), porque siempre, siempre, era la última en entregar su trabajo... ¡Imagine el lector cuando se dispuso a los reporteros que tenían que entregar su material a las seis de la tarde! y si no, ¡pues no entraba! Hubo mentadas de madre, hijos de la chingada y una serie de lindezas propias de una redacción caliente, activa, viva, que se desvanecían saliendo a comer a La Fonda, tomarse una cerveza y platicar. Un día, le descubrí a “The Doors” y “Pablo Abraira”, sus éxitos en CD y me los prestó. Después de que se los devolví, al poco tiempo me reclamó porque un disco de “The Doors” no se oía... de inmediato lo tomé, lo metí al CPU y estaba sonando. Puso cara de incrédula y tomó el disco de nuevo. Al día siguiente me dijo que aún no podía oír ese CD pero ya no me culpaba. Ha de disculpar el lector que le cuente de esto, pues no está usted para saberlo y yo para contarlo, pero en verdad se lo digo que qué difícil es escribir cuando se está tan triste, tan triste que dan ganas de llorar nomás de ponerse a recordar a una amiga que más que amiga era una especie de hermana, de ésas con cara de enojona, de agria, pero ¡para nada! Era de risa fácil, de humor agudo y agilidad mental increíble... y que se enojaba, ¡claro que se enojaba! le emputaba la injusticia, la arbitrariedad, la prepotencia, la insensibilidad, la mentira... lo que nos debería de emputar a todos, pero en un mundo de cínicos, esos preceptos son religión y Biblia de quienes simplemente no creen en el espíritu de Regina. Sí, en serio que ofrezco disculpas al lector, porque no está para saberlo ni yo para contarlo, pero de verdad que no me siento con ánimos en estos últimos días para escribir lo que habitualmente ofrendo a sus ojos; y es que aunque no lo parezca, eche desmadre, me ría, disfrute del triunfo del América, de Los Vengadores y de mis paseos matutinos con Harry, se los juro que estoy tan triste que siento que me lleva la chingada... Y  para completar, resulta que me entero que este jueves, día de la libertad de expresión, dos reporteros gráficos son hallados muertos. ¡Échele a mi estómago más bilis para aderezar mi indignación, mi coraje, mi impotencia! ¡súmele esa lucha incesante en mi espíritu por no albergar odios, rencores, furia, ira! Ha de estar de acuerdo conmigo, lector... no está usted para saberlo, ni yo para contarlo, pero me intriga pensar qué pasa por la mente de Arturo Bermúdez Zurita, ¡de Amadeo Flores Espinosa, quien conoció a Regina!, de Javier Duarte de Ochoa... ¿entenderán el dolor de esas familias a las que les han desprendido un cacho de tiempo, espacio, recuerdos y palabras? ¿entenderán el enorme vacío que hay tras la ausencia de Regina? ¿comprenderán que hoy por hoy, por mucho que hagan, por mucha obra que se exhiba, por mucho beneficio que se prodigue, habrán de ser recordados por el dolor que hoy se clava en cada una de las personas que perdieron a un ser querido en medio de incertidumbre, impotencia y miedo. En verdad se lo digo, lector... no está usted para saberlo ni yo para contarlo... pero aún me siento triste y escribir así, resulta tan difícil como aceptar que Regina no me volverá a prodigar su amplia sonrisa y su honesta carcajada.

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