martes, 22 de mayo de 2012

Viejos y jóvenes

Salvador Muñoz
Los Políticos 

Humberto Navarro González, quien se ostentó como asesor del PRI, muere de un paro cardiaco en la habitación de un hotel en el DF... dicen los que lo vieron entrar, que llegó con una joven mujer.
Si bien es lamentable el deceso de todo hombre en esa circunstancia, al igual que el de morir cagando, tiene algunos puntos que hay que destacar para poder entender al PRI...
En los viejos cabe la experiencia aunque no implica que todo viejo sea experto y tampoco que el ser viejo, sea bueno. Vale la pena siempre un ejercicio de retroalimentación.
Conste, usar el término “viejo” es con toda la intención de sacudirme eufemismos como “adultos mayores” o “de la tercera edad” y simplemente referirme a la palabra tal cual es.
Yayo Gutiérrez es de los viejos que disfrutaba aprender de los jóvenes, de sus gustos, de la tecnología... un día me llamó para escuchar un CD o un cassette que le había regalado Fernando Nachón, autor de “El Diario de un Pendejo”. Entro a su oficina, me acomodo en la sala y empiezo a escuchar cierta melodía que se me hacía conocida... ¡The Wall! ¿Pink Floyd? Sí, era Pink Floyd y cuando volteo a ver a Yayo, tenía los ojos entrecerrados y estaba disfrutando la música... “Son buenos”, me dijo... ¿O chingones?, no recuerdo...
Sí, Yayo sabía sacar provecho de los jóvenes en el mejor de los sentidos... se alimentaba de ellos y a la vez, nos convidaba de su experiencia... todo tenía una razón, un motivo, un porqué... las ideas que se le ocurrían las iba haciendo en la marcha a manera de irlas perfeccionando apoyado por un grupo de chavales que conformaba la redacción en su mayoría y el más viejo, don Yrineo, era otro joven en cuerpo de viejo.
Una vez me llama Yayo a la dirección y me dice: “Al chile, cuando me voy, ¿echan desmadre?” y le respondo: “El mismo desmadre que cuando usted está”... y cómo no, si estaba rodeado de jóvenes donde el más chaval tendría 17 años... ¡el Danny Boy! Yayo lo entendió... ¡cómo contener la energía de los jóvenes!
He tenido el gusto de platicar con otro viejo chingón: Carlos Brito. Hablar con él, escuchar sus anécdotas, sus vivencias, su experiencia, es totalmente enriquecedor. Son mentes lúcidas porque, estoy seguro, tanto Brito como Yayo (en su momento), tuvieron la conciencia de saber que no sabían todo y estaban dispuestos a aprender. Lo mismo ocurre con el maestro Guillermo Zúñiga, que es toda una cátedra su plática... eso sí, nomás que no se ponga la camiseta del PRI ¡porque pierde esa brillantez por el apasionamiento! Bueno, creo que lo mismo ha de vivir el joven lo que implica que Memo Zúñiga tenga de cierto modo un corazón de chicuelo en cuerpo de dinosaurio... ¡es broma!
Ser viejo no implica que sea malo... todo en su justa medida y en su justa dimensión... aunque hay que recalcar algo: todo tiene su ciclo.
Ahora que el tema es la juventud y sus manifestaciones, creo que los viejos debemos de estar orgullosos de tener a estos chavos moviéndose, expresándose, clamando y exigiendo... pero también debemos exigirles que sean responsables de lo que han generado con su despertar:
“A ver chavos, ya armaron su desmadre, ya hicieron su relajo, ya despertaron a estas aletargadas elecciones... ¿qué sigue? ¡vamos! ¡muévanse! ¡despierten más conciencias! ¡Vayan a sus casas! ¡platiquen con sus amigos! ¡generen movimiento! y lo mejor... ¡salgan a votar con la misma intensidad con la que se manifiestan!, pero no paren... que no sea nada más flor de un día...”
La paradoja es cruel pero necesaria... el analogismo es crudo pero cierto... el asesor del PRI que murió de un paro cardiaco tenía 82 años, casi la misma edad del PRI y pudiera decirse que ¡los bríos de una joven acabaron con él! ¿El ejemplo no es claro?

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