Los Políticos
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A mis sobrinos de Orizaba les gustan mucho las fiestas... si fuéramos la familia P-luche, creo que yo sería el “niño anormal” porque cómo les encanta la pachanga a mis parientes mientras que yo la evito...
Pero a como están las cosas, una salida a fiesta de mis sobrinos significa para mi hermana estarse mordiendo las uñas por la situación crítica que se vive en el municipio, por lo que, estando por allá, me atreví a darles unos consejos (no como don Miguel Alemán) cuando se vayan de “party”:
1) Cuando salgan, aborden de inmediato un taxi...
2) No se regresen caminando...
3) Eviten confrontaciones con pandilleros...
4) Eviten ser asaltados...
5) Eviten encontrarse con la Policía...
Creo que en Orizaba se mantiene todavía a la Policía Municipal... ¡Ojo, Bermúdez!
No sé hoy, pero en mis tiempos de reportero policiaco, la Policía Municipal tenía sus entradas extra a través de borrachos y novios.
En el primer caso, los ebrios eran “pasados por báscula” para ver si traían dinero, relojes, cadenas, pulseras... en la actualidad, se agrega celulares.
En el segundo caso, las patrullas de la Policía Municipal rondaban lugares solitarios y con las luces apagadas, circulando muy lentamente, se acercaban a vehículos estacionados y si sorprendían a una pareja de tórtolos en arrumacos intensos, eran amenazados con ser llevados a la comandancia donde la prensa los haría añicos al publicar sus fotos por cometer “faltas a la moral”...
Claro, el afligido galán y la aflojada doncella soltarían sus prendas amadas (los mismos objetos que tienen los ebrios) y serían liberados bajo la advertencia de no volver a hacer sus cositas... al menos en el carro...
Debo suponer que esas costumbres en la Policía Municipal ya son cosa del pasado... bueno... realmente tampoco creo que hayan desaparecido...
(No sé si todavía funcione esa tienda en Sayago donde curiosamente, muchos policías van a empeñar celulares, i-pods y una que otra laptop, además de otros aparatos)
Por eso les insisto a mis sobrinos sobre el punto 5... desconfiar de la Poli municipal.
Pero ayer, cuando Arturo Bermúdez Zurita, titular de Seguridad Pública presenta a su Policía Vial, la verdad no sé qué pretenda...
Hombres sin rostro, sin expresión, sin mirada... facciones ocultas bajo máscaras y lentes oscuros, con un arma corta que parecen salidos del comic y película que protagonizara Sylvester Stallone, Dredd, que en breve se habrá de poner de nuevo de moda; o si es amante de los juegos de video, “Halo”...
Trato de entender la posición de riesgo que guarda un elemento de la Policía en estos días... pero sinceramente en lugar de sembrar confianza, tranquilidad o paz, su imagen me genera incertidumbre, desasosiego...
Esos mismos sentimientos que agolpan cuando voy conduciendo y veo la proximidad de una, dos, tres o hasta cuatro patrullas de la Marina o de Seguridad Pública atrás de mí que me obligan a orillarme para que mejor pasen, sigan su camino...
La misma intranquilidad de que pasen y ver sus armas apuntando hacia abajo, sí, pero sin dejar de ser amenazantes.
Cosa distinta ocurre con los uniformados de Proximidad Social, policías de camisas blancas, teresiana, pantalón oscuro, pero con la cara descubierta que da la certeza de que se habla con una persona... ¡ésas sí me agradaron!
Espero que esa imagen que dieron en su presentación los elementos de la Policía Vial haya sido sólo una mala idea o un efecto como de los que gusta Bermúdez Zurita... ¡apantallador!
Quizás exagero, no sé cuál sea la opinión de la demás gente, pero se trata de que cuando vea yo a un uniformado, sienta confianza, sosiego y no tenga que recurrir al punto 5, por temor a la policía... ojalá el tiempo le dé la razón a Bermúdez.
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