miércoles, 9 de marzo de 2011

Prácticas universitarias

Arturo Reyes González
Burladero

De los amigos, de los cuates del barrio de crianza, la colonia 2 de Abril en Xalapa, recuerdo muy bien que hubo una temporada en que al momento de jugar fútbol en la calle, sobre todo por las tardes-noches, coincidimos y convivimos distintas generaciones.
Los que éramos “chavos” padecíamos entonces el tradicional “castre” de los mayores, quienes hacían todo lo posible para ganar en los juegos, inventaban reglas que en realidad no existían, nos anulaban goles o aprovechaban su mayor tamaño para ser rudos y amedrentarnos.
Con el paso del tiempo, una vez que crecieron aún más y entraron en otra dinámica de vida, recuerdo que dejaron atrás el fútbol e iniciaron otras actividades más de adultos. Producto de lo anterior, en una ocasión varios de estos amigos mayores llegaron al barrio con algunas cervezas de por medio e iniciaron un relato acerca de sus nuevas experiencias.
Los más chavos escuchábamos atentos sus peripecias, entre ellas, recuerdo claramente, la de la casa del “profe Adán”.
¿Qué es la casa del profe Adán?, fue nuestra pregunta. Y ellos de inmediato iniciaron una larga descripción en la que nos contaron que ahí, en un domicilio particular de la Xalapa de los años ochentas, el famoso “profe” tenía reclutadas a varias de las más bellas jóvenes universitarias del estado que llegaban a cursar sus estudios superiores a la máxima Casa de Estudios del estado y, contaban ellos, que al no poder cubrir todos sus gastos de alimento y vivienda accedían a prostituirse bajo la tutela de “Adán” en dicha casa.
Nos relataron también nombres de políticos, periodistas, empresarios o miembros de familias tradicionales xalapeñas de abolengo que acudían a ese lugar, famoso y conocido en la capital del estado.
Esto lo recordé cuando el día de ayer, en plena conmemoración y festejos del Día Internacional de la Mujer, la coordinadora del Programa de Derechos Humanos de la Universidad Veracruzana (UV), Namiko Matsumoto Benítez, “reveló” (sin pruebas y a más de tres décadas del caso del profe Adán) que en la universidad, mujeres estudiantes pagan con favores sexuales a sus maestros a cambio de calificaciones; sin embargo, agregó que gracias a que se trata de un espacio de educación y formación, los derechos de las mujeres son “mayormente” respetados.
De inmediato, de manera inevitable, vino a la mente aquel recuerdo, que además se suma a una serie de vivencias muy cercanas en las que en una facultad de la UV en la que estudié se solicitaban desayunos, “cooperacha” para juntar dinero entre los alumnos para así poder comprar llantas nuevas al carro de algún catedrático (porque ya requería cambio) o hacer el obsequio de finas y costosas botellas de licor para sumar puntos en algunas materias donde el alumnado lo requería, invitar al maestro a buenos restaurantes o bares y pagar la cuenta, y a algunas compañeras que referían a que en periodos de exámenes, cómo les ayudaba las faldas cortas, las blusas escotadas, el arreglo “coqueto” y sentarse en los mesabancos del frente, cuando habitualmente no era así.
Como estas, deben de existir un buen número de historias más de casos presentados en las aulas de la Universidad, en las que las necesidades del estudiantado y de los responsables de dar cátedra han dado pie a hechos como los que Namiko Matsumoto ha revelado.
Desconozco si hoy la situación es igual, menor o peor a la vivida, sin embargo, lamentablemente por algo vuelve a ser noticia.
Cuando se aborda el tema de los “dineros” para la UV y el que se requiere de más presupuesto, estoy seguro que la mayoría de los ciudadanos –guiados por las declaraciones de las autoridades universitarias- pensamos en infraestructura, en aulas, en computadoras y software, en los requerimientos y demandas del sindicato. Pero también en situaciones tan importantes como el torneo final tour y la liga de baloncesto donde nuestros gloriosos Halcones UV Xalapa son protagonistas, pero no en lo que un alumno universitario que viene de fuera a estudiar a la capital tiene que pasar para poder desarrollar sus estudios y salir adelante en su formación profesional.
Copias, libros, pensión o renta, desayuno, comida y cena, transporte, internet, zapatos, ropa, medicinas si se enferma, etcétera.
¿Se ha puesto a pensar en qué tienen que hacer jóvenes veracruzanos talentosos sin recursos para poder desayunar todos los días?
Por cierto, ¿Cuánto gana un jugador de baloncesto de los Halcones UV?
No hay que olvidarse de los alumnos.

argo_reyes@hotmail.com

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