miércoles, 23 de enero de 2013

El PRI de Javier Duarte, una farsa llamada unidad

Roberto Morales Ayala
Zona Franca

Aseguran los viejos moradores del puerto de Coatzacoalcos que jamás hubo peor y más denigrante imagen de sus gobernantes, que la que hoy se conoce con los tres grupos que se disputan el poder —Montiel Montiel, Marcos Theurel e Hillman-Robles—.
En ese contexto, es para morirse de risa que en vísperas de la selección de los candidatos a diputado local y alcalde, el gobernador Javier Duarte de Ochoa haya convocado a los grupos priistas a un “Encuentro de unidad partidista”.
Perverso, como su predecesor, aunque sin el talento para la grilla de aquel, Duarte los llevó a una farsa en la que debieron ofrecer una cátedra de como tragar sapos sin hacer gestos.Envuelto en el oropel de un discurso que bien pudo llamarse “Coatzacoalcos, Casi el paraíso” —en alusión a la novela del periodista Luis Spota—, Duarte de Ochoa presumió de un progreso inexistente para el ciudadano común y corriente, cuando el interés de fondo era dejar en claro que su respaldo en el proceso electoral que ya está en marcha es para Marcelo Montiel Montiel.
Ningún interés de unidad llevó a los jefes de los grupos priistas al encuentro duartista, sino el morbo de ver sentados en una misma mesa a Marcelo Montiel Montiel, Marcos Theurel Cotero y a Iván Hillman Chapoy.
Los priístas suelen ir, como las moscas, donde está el pastel. Respondieron al llamado y ese domingo 20, armaron el fiestón. No les menguó el ánimo la lluvia ni los vientos, menos aún la impuntualidad del gobernador. Llegaban desde las 9, en aquella mañana de cielo gris y aire húmedo, abarrotando el Centro de Convenciones, los salones Olmeca, estrechando manos, reencontrando amigos, la sonrisa y el abrazo para todos.
Javier Duarte llegó a las 11. Qué importaba el retraso si el espectáculo estaba por venir. Junto al gobernador, plato con plato y cuchara con cuchara, fueron sentados Marcos Theurel y su esposa Guadalupe Félix; Ramón Hernández Toledo y doña Angelita Pulido, su consorte; Carlos Brito Gómez, el ex alcalde de Coatzacoalcos y ex líder del PRI estatal; Erick Lagos Hernández, actual dirigente del PRI en Veracruz; Marcelo Montiel Montiel, ex presidente municipal de Coatzacoalcos y secretario de Desarrollo Social del gobierno de Veracruz; Joaquín Caballero Rosiñol, diputado federal; José Murad Loutfe Hetty, diputado local; Iván Hillman Chapoy, ex alcalde de Coatzacoalcos y secretario técnico del gobierno de Javier Duarte, y su esposa Mónica Robles Barajas, presidenta del Consejo de Administración de Diario del Istmo.
Sonreían, bromeaban, alardeaban todos al unísono, el gobernador al nivel de sus favoritos, en su lenguaje, sin solemnidad. Guardaban sus odios para mejor ocasión. Se sabían observados, tijereteados desde las mesas cercanas y aún desde las más lejanas; entre los de a pie, que con cualquier pretexto caminaban y se pasean frente a Javier Duarte.
De los cuatro oradores, Marcos Theurel fue el primero en hablar. Y con filo soltó el primer chisguete, su veneno theureliano: “Los priístas de Coatzacoalcos reconocemos como nuestro máximo y único líder político a nuestro compañero de partido y gobernador del estado de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa, y estamos seguros que las decisiones que tome de cara al próximo proceso electoral serán en beneficio de Coatzacoalcos”. O sea, te lo digo a ti, Javier, para que lo entiendas tú, Marcelo. O sea, aunque la Constitución de lo impide, el gobernador sí se entromete en la selección de candidatos.
Significó a la unidad partidista como fórmula para ganar la próxima elección y retomó un episodio de derrota, la del año 2000. ¿Y por qué no la de 2012, cuando acusó a Marcelo Montiel y su grupo de sabotear y traicionar a Enrique Peña Nieto hasta hacerlo perder en el distrito de Coatzacoalcos, llamando a votar por el PAN.
El municipio, le dijo Theurel a su archirrival, no es de un grupo “ni prevalecen cierto tipo de políticos por encima de los demás militantes del partido”.
Hernández Toledo, por su parte, recordaba que las confrontaciones sólo desgastan e inició el escándalo triunfalista con sus gritos de “unidad, unidad, unidad”.
Erick Lagos Hernández, líder del PRI en Veracruz, resaltaba que el principal activo de los priístas es el “extraordinario” trabajo que encabeza Javier Duarte, suscitando el aplauso obligado, nada convencido, que motivaba sonrisas burlonas.
Javier Duarte, con su oratoria sobreactuada, se llevaba el momento. Gesticulaba, subía el tono, veía para allá, veía para acá, se conmovía. ¡Qué actuación! Dicho en lenguaje lopezportillista, era el fiel de la balanza, neutral hoy, determinante después.
“Más que un llamado a los posibles candidatos quiero convivir con mis compañeros del partido porque el PRI en Coatzacoalcos está más vivo, unido y preparado para seguir impulsando, desarrollando, fortaleciendo a la capital del sur de Veracruz”, decía en referencia a Coatzacoalcos.
A ellos, a quienes aspiran a la alcaldía, a quienes buscan una diputación, les daba la pista: tienen que ser cercanos a la gente; tener responsabilidad, profesionalismo y sensibilidad, más o menos así como el gobierno de Veracruz, enfatizaba. ¿Seré yo, maestro?
Diría que el PRI está fortalecido y sin divisiones que pongan en riesgo el triunfo en la contienda por las 212 alcaldías y el Congreso de Veracruz. “El PRI está más unido que nunca, estamos cuates, unidos y vamos rumbo a la victoria”, expresó para rematar
Duarte no es orador ni va para allá. Sus ademanes estudiados, su voz bravía, son la palanca para enfatizar el contenido de sus palabras. Casi a gritos se expresa, trepado en su inseparable banco de madera para generar la impresión de mayor estatura. Ese banco lo acompaña no solo cuando está en el atril, sino en el besamanos, la salutación de los serviles.
Culminaba así el encuentro de la unidad priista. Javier Duarte alzaba los brazos, sonreía y se perdía entre los priístas. Minutos después, todo volvía a la normalidad. Marcelistas contra theurelistas, ivanistas contra marcelistas, theurelistas contra ivanistas, todos contra todos, como suele ser el PRI.
“El PRI está más unido que nunca”, retumbaba la frase del gobernador. Ajá.

(romoaya@gmail.com)(@moralesrobert)

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