lunes, 18 de febrero de 2013

Fidel y Tronco: los excesos

Roberto Morales Ayala
Zona Franca

Si Fidel Herrera Beltrán no hubiera percibido en Renato Tronco Gómez un espíritu tan retorcido, difícilmente lo habría adoptado como uno de sus alumnos y aliados, el más torpe y también el más servil de sus hijos políticos.
En sus días de gobernador, fueron como esos amores épicos, que un día se odian y otro se aman; que se maltratan y reconcilian, que se golpean y destilan rencor con ataques públicos, para terminar modosos y cómplices.
Sólo así se entiende a Fidel y su tendencia para atraer a sus enemigos, convertirlos en sus aliados y, juntos, avasallar a la sociedad.
Renato Tronco ha sido el Atila de Las Choapas, el bárbaro que en su primera alcaldía golpeó en un interminable discurso frente al entonces presidente Vicente Fox al gobernador Fidel Herrera, al que acusaba de abandono, de no voltear al municipio más alejado de Xalapa, de no abrir las cuentas del dinero para generar desarrollo.
Ese discurso fue algo difícil de olvidar, menos aún para Fidel, quien aguantaba el ataque y, cual nauyaca de veneno fino y mortal, esperaría el momento de atacar. Ese momento se dio con el asesinato del regidor Alfredo Pérez Juárez, quien entonces acusaba públicamente a Tronco de actos de corrupción.
Tronco estaba en manos de Fidel y Fidel lo atrajo, lo salvó, le dio de comer en su mano y finalmente lo usó para ejercer control político en Las Choapas.
En la Legislatura no pasaba de ser el diputado ensombrerado, el dócil que levantaba el dedito para aprobar lo que le instruía Fidel Herrera. Fue así, cómplice de los desvaríos del gobernador veracruzano, acatando todo, sin un solo destello de dignidad y mucho menos de gallardía, en un Congreso que se prestaría a sumir en la pobreza a la sociedad.
Cuando Renato Tronco era diputado independiente, lo menos que mostraba era independencia ni autonomía. Ahí conoció a otro bicho de la política: Alfredo Tress Jiménez, hoy líder del partido Alternativa Veracruzana, creado por Fidel y Javier Duarte para quitarles votos a la oposición y para servirle de pantalla al PRI en el próximo proceso electoral. Tronco era un malogrado sicario político del gobernador.
Renato Tronco pasó inadvertido por el Congreso veracruzano y de ahí salió para dejar en su curul a su secretaria particular, alguien manejable, alguien a quién rasurarle el salario, alguien a quien usar para aprobar los caprichos de Fidel. Renato ya no estaba, pero ni quien lo extrañara pues fue un diputado equis al que no se le podía exigir nada por sus propias limitaciones.
Una de las anécdotas más vergonzosas fue la de las patrullas que el gobierno fidelista le concedió para el municipio de Las Choapas. Supuestamente eran para garantizar la seguridad pública, pero en un alarde de soberbia Renato las mantuvo secuestradas en las instalaciones de la Unión de Ejidos 25 de Abril, mientras el ayuntamiento y la población las reclamaba, provocando la condena unánime y múltiples mentadas e insultos para Fidel y su títere rural.
Fidel lo hizo regresar a la alcaldía, en 2010, y bajo su manto protector y el silencio del gobernador Javier Duarte, que lo ha solapado, Tronco ha sido el ejemplo de lo que no se debe hacer cuando se ostenta un cargo público. Desde luego, no ganó las elecciones sino que recurrió al fraude para sentarse de nuevo en la silla municipal.
En la alcaldía ha sido un Renato remasterizado, elevadas sus ocurrencias a la quinta potencia. Desde la presidencia atropella al pueblo, siembra miedo y terror entre la ciudadanía, que día a día sufre las palizas que le da la policía municipal y la represión a los grupos que ejercen su derecho a manifestarse. Un dictador, incluso un dictador ilustrado, culto, se moriría de envidia.
La policía municipal agrede a mujeres, a menores de edad, a ancianos; golpea a los integrantes de la Resistencia Civil contra las tarifas eléctricas; a maestros y a ciudadanos inocentes. Levanta parroquianos, allana domicilios y secuestra ciudadanos choapenses, sin que para ellos haya castigo.
El “mejor guerrero” de Fidel Herrera, como lo describe en la grabación telefónica donde se descubre que el ex gobernador operaba las campañas de PRI, obviamente violando la ley, y desviando recursos públicos, también se ha enriquecido al amparo de la presidencia municipal.
En Las Choapas es de escándalo la mansión se que construyó con un costo millonario —con acabados costará más— y donde se afirma que tendrá esculturas al estilo del Partenón del Negro Durazo, o sea un monumento a la corrupción.
Así también, Renato Tronco presume lujosas camionetas, de las 4X4, doble cabina, climatizadas, dirección hidráulica, sonido estereofónico, mientras a los campesinos en los ejidos, su base político-electoral, no les da ni para el camión de transporte rural.
Renato come en restaurantes y paga las cuentas lo mismo a periodistas que a políticos, mientras los ejidatarios apenas si comen, o mal comen, o medio comen.
Su gran orgullo es su caballo “Payaso”, con el que le da rienda suelta a su ego; lo presume a todos; lo exhibe como si fuera trofeo.
Renato Tronco ha sido el Atila de Las Choapas, repito, y por los caprichos de Fidel Herrera y Javier Duarte el priismo ha sido agraviado. Renato fue enemigo del PRI pero cuando Fidel lo catalogó con la etiqueta de “manipulable”, los priistas tuvieron que soportarlo y callar, sin que esa herida hubiera sanado, sin que la operación cicatriz haya funcionado. Lo mismo ocurre con los campesinos, que permanecen a la espera de que las promesas del alcalde se cumplan al tiempo que lo ven enriquecerse. De ahí que la base rural de Renato esté fracturada.
Que sea candidato a la diputación local por segunda ocasión, es un buen salto del PRI… al vacío. Es el capricho de Fidel Herrera, que hoy gobierna Veracruz junto con Javier Duarte, y cuyo proyecto es sembrar de incondicionales el Congreso y las alcaldías. Es el proyecto del pasado que está a punto de regresar.
(romoaya@gmail.com)(@moralesrobert)

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