lunes, 25 de marzo de 2013

Caridad y Paul

La caridad de Paul

Salvador Muñoz
Los Políticos

La mujer entraba a la zona boscosa a recolectar hongos para llevarlos a Perote y venderlos. Casa por casa, tocando puertas con su montón de setas. “¡Ya llegó Caridad!”, era el grito coloquial y en un dos por tres, vendía su cosecha.
Caridad entonces esperaba a que la naturaleza hiciera su trabajo para que, al poco tiempo, ella hiciera el suyo: recolectar hongos para irlos a vender.
Quienes la recuerdan, no saben desde cuándo era Caridad, la de los hongos, la de las setas, como tampoco saben cuándo Caridad dejó de pasar a sus casas, tocando puertas, para ofrecer su mercancía... pero sí entendieron la razón: la mano del hombre.
Esas zonas boscosas donde Caridad, a pie de árboles colectaba sus setas, fueron desapareciendo. La tala también hacía su trabajo contra la naturaleza. La industria con o sin chimeneas, las granjas, el desarrollo y el progreso, fueron cercando esos espacios por donde antes, libremente, Caridad juntaba sus hongos... ahora, le prohibían el paso.
Caridad entonces conoció el otro lado de su nombre... empezó a vivir de la caridad de sus hermanos peroteños al negarle el desarrollo y el progreso de la ciudad, su única fuente de empleo.

II
El desarrollo y el progreso trajo consigo lo novedoso: Equipos de cómputo, internet, servicio especializado. Entonces, los jóvenes se congregaban en un sitio para hacer trabajos, navegar por la web o simplemente reunirse... era Kat Computación. Su dueño tuvo el tino de abrir ese negocio... ¡fue un hitazo!
Quién habría de imaginar que allí tendría su primer encuentro con Caridad, la mujer de los hongos.
Caridad entonces ya deambulaba por las calles de Perote pidiendo caridad. Todos los años los traía encima. Le pesaban. Las puertas donde antes tocaba para ofrecer sus setas, ahora lo hacía para extender la mano donde sólo había de dos, quienes le ofrecían para un taco o quienes de plano ya no le abrían.
Por eso, cuando Caridad vio las puertas abiertas de Kat Computación y gente reunida, no dudó en entrar y pedir eso... un poco de caridad.
Un paso vacilante, dos... tres... pero fue interrumpido su caminar... el dueño, güero alto, espigado, le cortaba el paso: “¡Aquí no, aquí no!” y con los brazos abiertos, como cuando las gallinas extienden las alas en forma de cobijo sobre sus pollos, fue llevando lentamente a Caridad a la salida... sí, en el negocio de Kat Computación Caridad no encontró caridad por parte de su dueño, Paul Martínez Marié.
III
Pero les decíamos que ese fue el primer encuentro cercano de Paul con Caridad... bueno, decir “encuentro” es un eufemismo... más bien fue desencuentro.
El segundo encuentro (éste sí, “encuentro”) fue hace poco, reciente, teniendo como marco, el 21 de marzo.
En esta ocasión, Caridad no fue corrida... fue so-corrida por Paul.
Trate el lector de imaginar la escena que este empresario subió a su página de “Facebook”: Paul hace entrega de un bastón con la mano izquierda a Caridad mientras con la derecha, sostiene el báculo de bambú que ocupaba la mujer para sostenerse.
Es obvio que ni Paul ha de recordar que Caridad fue la mujer que alguna vez sacó de su negocio ante la mirada de varios jóvenes peroteños que saben realmente quién es... es obvio que Caridad no guarda en la memoria el maltrato por parte de un miembro de la burguesía peroteña porque tiene otras cosas más importantes de qué preocuparse... como por ejemplo: comer.
¿Qué hizo cambiar de actitud a Paul Martínez Marié para con Caridad? ¿El Papa Francisco? ¿La entrada de la Primavera? ¿Su estrecha relación con Juan Manuel Velázquez Yunes?
La respuesta es simple: Paul Martínez Marié es político y hoy por hoy ¡anda en campaña! ¡Ahí tiene el PRI el verdadero rostro de su futuro candidato a la alcaldía peroteña!
Caridad, por supuesto, seguirá buscando caridad sin ni siquiera ponerse a pensar en la cruel jugarreta del destino que hizo de su nombre y persona, una búsqueda incansable en la demás gente.

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