Brenda Caballero
Números Rojos
Mañana es el cumpleaños
número noventa de Don Agustín. A diferencia de otros adultos mayores que
conozco el está muy contento por completar casi el siglo de vida.
Se emociona, cada vez que
recuerda el 21 de abril, y me dice: “¡mija, este año mi cumpleaños caerá
domingo!” mientras frota sus manos, llenas de cayos, venas abultadas y su piel
muy suave y delgada, herencia de trabajar en el campo y posteriormente en la
albañilería.
Aunque va para el siglo, mi
abuelo es fuerte para su edad, camina ligeramente encorvado pero sin necesidad
de bastón, conserva la mayoría de sus piezas dentales, que siempre me sorprendieron,
pues desde chica los veía como mazorcas, por su anchura y blancura.
Su frente amplia con el ceño
partido lo hacen ver como si fuera muy enojón, sin embargo es más dulce que un
pan.
Su pasatiempo favorito son
las noticias: las ve en televisión y cuando tiene un diario en su poder no lo
deja hasta que lo ha leído en su totalidad… no importa si tiene más de una
semana.
Aunque es tranquilo, le
desespera una cosa: no escuchar bien. Cuenta con su aparato auditivo, sin
embargo parece ya no funciona correctamente.
Cuando voy a verlo le digo
que ya no salga tanto a la calle, pues ahí como lo ve, sube y baja como si
fuera adolescente. Sin embargo, puede caerse, ya que el oído es el que
proporciona el equilibrio.
Siempre he hablado de la
economía de las familias, de lo caro que esta todo, pero ¿aplica igual para los
adultos mayores?
Definitivamente no, aunque el
presidente Kike Peña ha incrementado el número de beneficiarios en el programa
de la Secretaría de Desarrollo Social bajo el programa denominado “65 y más” no
son suficientes los $525 pesos que recibe cada uno al mes.
Independiente a eso, nuestro
país no cuenta con las políticas públicas necesarias para satisfacer las
necesidades de ese rubro de la población.
Un adulto de la tercera ya no
encuentra trabajo fácilmente, a menos que alguna empresa los tenga contemplados
en un esquema laboral, pero lo que más he visto es servir de cerillo o de valet
parking, esperando recibir unas cuantas monedas para subsistir.
Ahora que si contemplamos los
rubros de salud, la mayoría de los adultos no tienen una dieta adecuada a su
edad, ni la atención médica y medicamentos necesarios para su senectud, pues no
es lo mismo una medicina para alguien de 40 que para uno de 80; es más, no hay
infraestructura como asilos para pasar los últimos días de su vida de una
manera digna.
Esperemos que este gobierno
que se ve diferente a los demás, se empeñe en proteger a este segmento de la
población, pero no solo de manera electorera, sino con calidad.
Ahora si nos vamos al otro
lado, la familia juega un papel muy importante. Luego entonces, si tiene un
anciano en casa, no lo rechace, protéjalo, dele amor, cariño y comprensión,
pues como dijera el dicho: “Como te veo, me vi; como me ves, te verás.”
Email: caballero_brenda@hotmail.com
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