lunes, 1 de abril de 2013

El grupo de “autodefensa” de Renato Tronco

Roberto Morales Ayala
Zona Franca

En las sombras del gobierno de Javier Duarte de Ochoa se gesta aceleradamente la formación de las terribles guardias blancas que en las épocas más tenebrosas en el estado de Veracruz fueron las protagonistas de sangrientas ejecuciones.
Un caso emblemático es el caso del alcalde con licencia de Las Choapas, Renato Tronco Gómez, quien controla a un grupo de ex militares para su custodia personal y para encargos personales.
Tronco Gómez, un político rescatado del desafuero por el gobierno del antecesor de Javier Duarte, Fidel Herrera Beltrán, por los señalamientos que pesan en su contra por el crimen del regidor y profesor rural, Alfredo Pérez Juárez, arma y paga las guardias blancas con recursos del erario público.
El ex diputado local y dos veces alcalde del municipio sureño, exhibido en la televisión nacional junto con el ex gobernador haciendo negocios con recursos de dudosa procedencia para la pasada campaña electoral y que fuera llamado por Herrera Beltrán "su mejor guerrero", presume de haber sido palomeado como candidato a diputado local de nueva cuenta para las elecciones de este año.
Si el gobernador Javier Duarte de Ochoa escuchara las muchas voces que le advierten del peligroso cacicazgo que se está formando en el sur de Veracruz, utilizaría su autoridad para desactivarlo.
Medir a Renato Tronco Gómez no es difícil. Basta con el recuento periodístico de sus atropellos y de las andanzas de su policía, su “grupo de autodefensa”, que es también el grupo de ofensa a los choapenses.
Con guaruras, que luego convierte en policías, y con policías que después habilita como guaruras, el alcalde de Las Choapas con licencia ha pretendido —sin lograrlo, por fortuna— sembrar el miedo y someter a la sociedad al sueño caciquil de un individuo de medianos alcances, para quien la única respuesta a los reclamos de la sociedad y a todo aquel que quiera levantar la voz, es la represión.
Su policía y sus guaruras, o unos y otros juntos, golpean ciudadanos que exigen salir del subdesarrollo en que ha tenido a Las Choapas y a opositores que amenazan con despojarlo por las vías legales del poder obtenido con métodos fraudulentos.
Para ellos, Renato Tronco ha tenido un grupo de choque, un aparato represivo y, en suma, un “grupo de autodefensa”, no como los que defienden a los pueblos en el olvido, sino como las policías ilegales, con uniforme o sin él, con insignias o sin ellas, que sólo atienden al llamado del aspirante a cacique. Sus abusos son incontables.
Por ejemplo, en 2010, la madrugada del 4 de julio, día de la elección municipal, sus guaruras agredieron al equipo de campaña de su contrincante, Carolina López Aguirre, cuando a Tronco les detectaron un camión con cemento y despensas para la compra de votos, que se hallaba en el rancho Tronquini, propiedad de Renato. Para abrirse paso, lanzaron disparos al aire, rompiendo así el primer cerco de panistas, entre los que se hallaba el hijo de la candidata albiazul, Luis Alberto Pouchoulén López.
Más adelante, otro grupo de panistas les cerró el paso. Esta vez no pudieron hacer nada. Cuando llegó Tronco, acompañado de siete patrullas de la policía estatal, a punto estuvo de liberar la unidad y a sus matarifes, que se habían refugiado dentro del vehículo. No pudo hacer más, pues arribó también policía federal, rompió los cristales del auto y detuvo a las cuatro mulitas electorales y les decomisó una pistola calibre 9 milímetros. Cuatro de los seis eran policías estatales pero estaban asignados como guaruras del candidato priísta Renato. O sea, policía al servicio de un candidato.
Tres días después, los guaruras de Renato denunciaron a los panistas como “autores intelectuales” de la acción en la que los federales los detuvieron con armas de uso exclusivo del Ejército. Primero hicieron la sinvergüenzada y después se victimizaron.
Otra evidencia del uso de policías y hasta militares para conformar el “grupo de autodefensa” de Renato Tronco, ocurrió el 3 de junio de 2011. Reunió a los elementos de la policía municipal en la unidad deportiva y de entre ellos seleccionó a los seis mejor capacitados, algunos ex militares, para formar su escolta, un grupo de élite que estaría a cargo de su seguridad personal.
Eran los días en que se habían registrado plagios y asesinatos de alcaldes en diversos lugares del país; los ediles habían recibido amenazas de muerte; otros intuían que los podían secuestrar. Renato Tronco, con lo tramposo que es, insertó en la policía municipal a quienes habían sido sus guaruras de campaña, los metió en la nómina, luego los seleccionó y su escolta se la terminaría pagando el municipio.
El 23 de marzo de 2012, otro hecho reveló hasta qué punto abusa el alcalde con licencia Renato Tronco de los cuerpos policíacos, su “grupo de autodefensa” o de choque, como se le quiera ver. El primer oficial de la policía municipal, Juan José Sánchez Pimienta, le soltó la amenaza al regidor Roldán Vargas Roldán cuando intervino en el conflicto por la instalación ilegal del basurero, tras el cierre del tiradero de desechos, por órdenes del aspirante a cacique.
“Mejor ábrete” le dijo el esbirro policíaco, porque las instrucciones de que se usara un nuevo predio para depositar la basura eran de Renato. Es decir que la policía fue usada para consumar un delito federal, puesto que el basurero se instaló sin permisos de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales.
Su “grupo de autodefensa” le cuesta al municipio 80 mil pesos mensuales, entre salarios, alimentación y combustible. Cada policía gana en promedio 5 mil 500 pesos a la quincena; por concepto de alimentos, se facturan entre 6 mil y 8 mil pesos quincenales, y el resto va por concepto de gasolina. Es un gasto que no le garantiza seguridad a la población pero sí al temeroso Renato Tronco.
El alcalde, ahora con licencia, se precia de que es influyente, un cacique, pero en los hechos no lo demuestra. Sus guaruras, su “grupo de autodefensa”, ya tuvieron que enfrentar al Ejército, que el 14 de mayo de 2012 los paró por andar vestidos de civil, en auto no oficial, pero armados, briagos, correr a velocidad inmoderada y lanzar disparos al aire. Meses antes, el 29 de marzo, también los neutralizó y los conminó a no abusar de su condición de guaruras del alcalde, pero siguieron en las mismas.
El 16 de noviembre de 2012, el representante obrero Filadelfo Espinosa Hernández fue levantado por los guaruras de Renato Tronco y llevado a la fastuosa residencia del munícipe, donde le fue leída la cartilla y conminado a no generar problemas laborales cuando comenzara a operar la compañía Comesa, que le perfora pozos exploratorios a Petróleos Mexicanos y en la que Tronco designa a quién le dan empleo y a quién no.
Hace poco, el 13 de febrero, allanaron el domicilio del constructor Benito García Montejo, quien años atrás fue guardaespaldas de Renato Tronco. Su pecado fue reunirse con un grupo de personas, entre ellas la ex candidata a la alcaldía de Las Choapas, Carolina López Aguirre, una de las figuras emblemáticas del PAN. García Montejo fue sacado de su hogar a golpes, al tiempo que le destruyeron varios objetos, mientras le cortaban cartucho. Fue paseado durante dos horas por la ciudad. Luego lo regresaron con el mensaje implícito de que meditara sobre su apoyo político.
A Tronco le sobra protección. Él dispone de seis guaruras; otra patrulla de la policía cuida a su esposa, Isabel González Huesca, y en su casa se encuentra una patrulla más. En cambio, a Las Choapas le pega duro el hampa. Empresarios, comerciantes y ganaderos son víctimas de plagio y secuestro; el robo representa el 40 por ciento de los delitos que se denuncian, y el abigeato cada vez es mayor.
Con recursos públicos es pagado el “grupo de autodefensa” de Renato Tronco, que sólo sirven para tirar bala, amedrentar a la ciudadanía y atropellar a la sociedad. Habría que ver si ahora que dejó la alcaldía, va a seguir disponiendo de ese cuerpo policíaco de élite, pues sus salarios no corren a cuenta del aspirante a cacique sino que provienen de los impuestos aportados por el pueblo.

(romoaya@gmail.com)(@moralesrobert)

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