lunes, 8 de abril de 2013

Los candidatos y los candidotes

Salvador Muñoz
Los Políticos

Y como cada ciclo, ellos vendrán, con sus mejores galas, sus más bellas promesas y sus radiantes sonrisas a vendernos la idea de que están preocupados por nuestra familia, por nuestros empleos, por nuestra ciudad... por nuestro futuro.
Cada uno de ellos es la representación del Mesías, del Ungido... ¡el Cristo que viene a salvarnos con el cuento de una vida mejor a partir de él! porque antes de él, todos son corruptos, son ineptos, no saben cómo hacerlo o simplemente él representa el cambio que requiere tu distrito, tu municipio, tu estado... el país.
Te escuchan, te miran a los ojos, te abrazan, te entienden, comprenden tu necesidad por sentirte arropada por “su clase” porque, claro, no es igual a nosotros, a ellos, a todos... es de una casta superior que se hace llamar “político” aunque realmente, la mayor parte de las veces, simplemente se podría definir él mismo como un “agarra-pendejos”.
No tienen un color o siglas definidos... pueden ser rojos, azules, amarillos, naranjas, verdes... pero tienen un solo objetivo: vivir de ti, de mí, de ustedes, de nosotros, enarbolando la gran bandera de la mentira que ondea con un “Trabajaré para-por ti”.
Y gócenlos... aprendan a gozarlos... porque cuando sean designados por sus respectivos partidos, serán más cariñosos, más tiernos y hasta más dadivosos... ofrecerán despensas, gorras, camisas, máscaras, llaveros, mandiles, sombrillas, ¡lo que sea! ¡vaya! de ser posible, hasta se quitarían la camisa, la blusa, el pantalón, la falda, para agradarte.
No les importará agarrar una escoba, una pala, una carretilla, y hacer como que trabajan... ¡claro que vale la pena la foto del recuerdo!
Tampoco les cohibirá abrazar a la gente, a ésa que no huele a perfume caro o loción de gran señor como las que usa... Abrazos, saludos de mano, fotos con todo mundo, besitos en mejilla, ¿por qué no? ¡hasta un bailecito con la señora de amplias caderas! ¡o con el viejito danzonero! Es el bautizo de todo aquél que se ufane de pretender ser político: ¡baño de pueblo!
Discursos y promesas; palabras y promesas; predicados y promesas; adjetivos y promesas... sí, escucharemos su verbo. Convincente, preciso, emotivo, apasionado; exalta, provoca y arranca aplausos por parte de un grupo de paleros que estratégicamente estarán colocados para desencadenar esa reacción intuitiva en un pueblo que ve que si alguien aplaude, él tiene que aplaudir, aunque no entienda porqué.
Poco a poco, sus tres grandes poderes irán apareciendo... omnipresencia, omnipotencia y omnisciencia...
Omnipresente: Los verá por todos lados... en su calle, en los postes, en su buzón, en la bandeja de su correo electrónico, en las redes sociales, en los espectaculares...
Omnipotente: Inseguridad, limpia pública, empleo, iluminación, enfermedad, educación, vialidad y hasta los problemas que no tiene, él podrá resolverlos...
Omnisciencia: No hay que preocuparse por nada... él, ella, lo sabe todo... porque su casta les permite el lujo de saberlo todo, de conocerlo todo, de entenderlo todo... aunque no resuelvan nada.
Serán quizás dos lunas las que tengamos la bondad de disfrutar de su filantropía, de su bonhomía, de su magnanimidad y de su belleza porque pasadas éstas, su rostro cambiará; su mirada no será la misma; ya no habrá más sonrisas, besos y abrazos... ¡se acabó el baño de pueblo! y volverán a ascender con su casta, con su estirpe, con su clase... hasta que se repita otro ciclo y regresen a vendernos la idea de que están preocupados por nuestra familia, por nuestros empleos, por nuestra ciudad... por nuestro futuro.
Ellos son los candidatos... nosotros los candidotes.

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