miércoles, 31 de julio de 2013

Pobre de moda

Salvador Muñoz
Los Políticos

La música del acordeón apenas y se escucha. El terrible tráfico del lunes, en vacaciones, en pleno centro de la ciudad, entre Clavijero y Altamirano, hacen un mal chiste al “Un Día sin Autobús”, pues son los que más estorban y ruido hacen para que pueda escuchar el acordeón.
Pero realmente no me llama la atención la música del acordeón, sino el ejecutante y su compañía: una mujer con un niño como de dos o tres años que comen unos tacos. El chaval entonces, con la mano izquierda, le arrebata un pedazo de jamón a quien supongo su madre y ésta intenta quitárselo en vano. El niño lo sostiene con fuerza mientras que en la mano derecha, blande un trozo de taco también. El del acordeón continúa su música... él no come... él toca. La mujer desiste de su lucha por recuperar el pedazo de jamón y toma una bandejita que extiende a todo transeúnte que pasa a su lado... ¡son pobres! No me cabe la menor duda.
Pareciera que la pobreza es un asunto de moda, al menos en los medios, donde cada estado presume cuánto ha disminuido el porcentaje de sus “pobres extremos”.
Poniéndolo así, suena como un deporte de alto riesgo, como cuando alguien desciende en los rápidos de Jalcomulco, hace tirolesa o se avienta de un paracaídas... ¡es extremo!
Aunque en estos días, le digo, ser “pobre” y “extremo”, es como estar a la moda.
El tema, lo confieso, se me hace difícil... ¿cómo hablar de “pobreza extrema” si no he estado en esa posición o ni siquiera convivo con ellos para tratar de entender su situación? Y no se trata de una posición “mamona”, es cierto...
Sé por los diversos medios que ser “pobre extremo” es aquél que no puede satisfacer sus necesidades elementales como alimento, agua potable, techo, sanidad y salud... Viéndolo desde la perspectiva simple, lo inmediato que me viene a la mente es un mendigo durmiendo en la calle... pero creo que en esta ocasión, cuando nuestros medios o gobernantes hablan de “pobres extremos” se refieren a familias, no a un individuo.
Creo que quien lee esto, está al igual que yo, del otro lado del “pobre extremo”. Es más, no creo que un solo “pobre extremo” me lea... tiene otras prioridades más importantes que conocer la “pobre” opinión de alguien que no es “pobre extremo”.
Se dice que la diferencia entre un rico y un pobre sólo la conoce el primero. Insisto: El segundo tiene otras prioridades, como sobrevivir o tocar un acordeón en un mar de gente.
Claro que a toda tesis obedece una antítesis: Si hay “pobres extremos” ¡igual hay “ricos extremos”!
Aunque hay de “ricos extremos” a “ricos extremos”. Como el que de la nada se hace millonario porque se compró un boleto de lotería y gana o porque compró una candidatura y gana una presidencia municipal o hasta una curul, lo suficiente para vender su voto en el congreso a buen precio.
Aunque también hay empresarios que se hacen millonarios con el sudor de su empleado a quien le paga sueldos de risa, ofensivos y de hambre... aunque para nuestras autoridades estatales, esos empleos los cuentan como si fueran trofeos.
¿Conoce a un político pobre? Yo creo que por eso todos quieren ser políticos. ¿Sabe qué hace un político? Yo tampoco. Pero no conozco a un político que viva en la medianía que sugería Juárez. Y si lo hace, atisba en su interior, el deseo de una oportunidad para agarrar “un buen hueso” que lo saque de esa mediocre medianía y alcanzar el estatus de vida de sus demás congéneres.
Le insisto: Hoy, la pobreza, está convertida en una moda. Es el descubrimiento de nuestro presidente. Es la línea a seguir de nuestros gobernantes y la bandera de nuestros alcaldes.
Pasa la gente al lado del acordeonista. El niño está más tranquilo. No sé si porque haya satisfecho su berrinche en la pelea por un pedazo de jamón o su hambre. La mujer mueve la bandejita tímidamente a cada persona que pasa a su lado pero no cae ni un centavo... ni un peso... es más, las expresiones de indiferencia son hartas cuando alguien “se da cuenta” de esta familia a los pies de la banqueta... ¡voltean la cara de inmediato! ¡se ponen serios como si su presencia los ofendiera! ¡Siguen riendo como si no existieran! Para la clase media, media baja y para la alta, la indiferencia es la mejor manera de evadir un problema que no es su pedo... hay problemas que tienen que resolver de inmediato: ir al cine, echar novio, llegar a casa, ver la telenovela, comprar tiempo-aire, escribir una columna sobre los “pobres extremos”...
Y sin embargo, el hombre del acordeón sigue tocando... la mujer, levantando la bandejita y el niño, jugando con lo que encuentra en la acera... nuestros pobres no dejarán de ser sólo números y porcentajes para nuestras autoridades e indiferencia para el resto de nosotros, pero siempre estarán a la moda.

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