lunes, 26 de agosto de 2013

Boca se come al Puerto

El Chilapa

Salvador Muñoz

Los Politicos

Vemos pasar frente a nuestra mesa al hombre con canilla y vaso de leche en manos con pulso de maraquero… llega y cuando se da cuenta que no hay donde sentarse, vuelve sobre sus pasos. No dudamos ni un instante…
—¡Hey! ¡Siéntese con nosotros!
La Parroquia de Boca está a reventar. Si de pura suerte encontramos mesa afuera. Se sienta y agradece la hospitalidad. De inmediato, llega un mesero y llena un poco más su lechero y un chorrito, casi nada, de café. Corta en pequeños trozos su canilla y le pregunto que si eso sólo va a desayunar… “como poco”, nos responde.
II
Llegamos a Boca del Río el viernes por la tarde-noche. Nos invitaron a la inauguración de las oficinas de El Heraldo de Veracruz. Así que, como no nos gusta viajar por la noche, decidimos pernoctar allí, cerca del lugar. No reservamos bajo la hipótesis de que como Los Tiburones habrían de ir de visitantes, estaría relajada la zona conurbada… ¡error! ¡y punto para Harry Grappa! ¡Turismo al por mayor! y al menos los hoteles de Boca, ¡saturados! recorrimos tres y en el Indigo, nos sugirieron que fuéramos al Castelo (creo que es de Raúl Ramos Vicarte, hace algunos ayeres, presidente del PRI estatal, subsecretario de Gobierno y alcalde de Boca del Río y síndico… ¡ah! y si es dueño del Castelo, entonces ¡próspero empresario!) y efectivamente, allí había hospedaje…
Y es que Boca del Río hirvió de turismo al celebrarse un Triatlón el sábado en diversas categorías, de acuerdo a lo que nos comentó Marcela y Alejandra, dos niñas duranguenses que obtuvieron segundo y sexto lugar en su rama, respectivamente.
Comercial para Ramos Vicarte: ¡Vale la pena el Castelo!
Ante tanto movimiento de gente, tengo la sensación de que Boca del Río se ha comido al Puerto… a lo mejor no, pero esa es la sensación que tengo.

III
Llegamos minutos antes del evento. Omar Zúñiga nos invita a conocer las instalaciones antes de que el obispo Luis Felipe Gallardo Martín del Campo haga su ritual bendiciendo las oficinas con agua bendita. Saludamos a un feliz Eduardo Sánchez Macías (dueño de la cadena editorial Sánchez) y a don Rubén Pabello Rojas con su agradable esposa. Veo de reojo a Marco Antonio “El Choriqueso” Núñez y a Arturo Matiello Canales. Llega un efusivo Héctor Yunes Landa y al encontrarse con el Obispo, se pone a sus órdenes ¡como acólito! si es necesario.
Citar a la cantidad de personalidades allí presentes, me llevaría a hacer una nota de sociales, y les pondré a los que a vuelo de pájaro, recuerde en este momento: ¡El Maestro Mateo Oliva!, el señor de las notas y la batuta; el magistrado Alberto Sosa, a quien rechacé amablemente la atención de ponerse a mis órdenes (como lo haría con un doctor o recaudador de impuestos); el Consejero Jacobo Domínguez Gudini, quien portaba una camisa roja que me recordaba a la que utilizan los corredores de autos; Miguel Valera, que iría en representación de Gina (la broma que me contaron en corto unos compañeros: Si Gina no nace, la inventa Tim Burton); el alcalde Chemo Estandía y el delegado del IMSS, Víctor Octavio Pérez del Valle Ibarra, quien con la mano en la cintura, tumbó el puesto de acólito a Héctor Yunes Landa, pues fue quien auxilió al Obispo durante la bendición de las oficinas. Me cuentan que la razón de ello, es que en sus años mozos, Víctor Octavio fungió como acólito realmente, tan es así, que al término de la celebración religiosa, hasta beso en mano dio al Obispo…

IV
Es sábado. Tenemos a la vuelta de la esquina La Parroquia de Boca. Apenas si alcanzamos mesa en la parte de afuera. No importa. Tenemos más hambre que tiempo. Pido una bomba con frijolitos (a recomendación de Hermann Ortega, que le encantan), el clásico lechero y una torta. Preparo un “agua marina” porque el vino hizo estragos. Entonces lo invitamos a sentarse con nosotros. Se llama Ángel Ortiz Olivera, pero le dicen “El Chilapa”, porque dice que nació en Oaxaca. Asegura que tiene más de 70 años trabajando en La Parroquia. Tuvo ocho hijos, de los que le sobreviven cuatro, los cuatro que nacieron en su casa… le causa extrañeza que los que fueron atendidos en hospitales, murieran al nacer. Dice que el doctor lo regañó por tanto hijo… ¡pero había que buscar a la niña! Cuando me pregunta a qué me dedico, le digo que escribo en algunos periódicos, entre ellos “Notiver” y me empieza a contar algunos paisajes de don Alfonso Salces, a quien conoció cuando trabajó en La Parroquia. Dice que antes caminaba cinco kilómetros diarios para llegar a su trabajo, pero el patrón lo manda a traer en coche y lo lleva en coche. Fue mesero, hacía los helados pero hoy, supervisa que en la barra, todos los que allí laboran, hagan bien su trabajo.

V
Pensábamos ir con el Negro del Estero, pero decidimos pasar a conocer Plaza El Dorado. Un largo caminar con entradas y salidas en tiendas de ropa… para mujer, por supuesto… caballeros, han de saber lo que es pasear con una dama ante tanta tienda de ropa. Caminamos y caminamos y veo “Fisher’s”. Una noche antes, durante el evento de “El Heraldo de Veracruz”, Omar Zúñiga nos había sugerido el restaurante. Decidimos pasar y nos reciben con una bebida de cortesía mientras esperamos mesa. Nos dicen que hay en la terraza y aplicamos la misma: Nuestra hambre no puede esperar. Un excelente servicio y un mejor sazón. Pido mi “Extraviado” con salsa habanera… ¡no tiene vergüenza! ¡Delicioso! La mujer pide un salmón… buen sabor, pero con una consistencia un poco dura… como si del congelador hubiera pasado a la cocina de inmediato. Se compensa ello con un sabroso flan de cajeta para ella y para mí, un “Carajillo” que se ha de convertir en una de mis bebidas favoritas cuando regrese a “Fisher’s”...

VI
La plática con el Chilapa es agradable. Aunque la mujer tiene que hacer el papel de intérprete. Ángel escucha mejor que yo… con mi sordera es un poco complicado seguir la plática. Rechaza la canilla cuando lleva la mitad… se encuentra con una parte cruda y reclama al mesero. Unos cuernitos le cambian la cara y me pide que le eche azúcar a su lechero… “me tiemblan mucho las manos”, me dice. Cuando nos despedimos, un mesero nos pregunta si ya nos contó su historia el Chilapa. Respondemos afirmativamente. Nos dice que cuando salgamos, observemos el mural… salimos y vemos el mural ¡ahí estaba el Chilapa, efectivamente! ¡sabrá Dios cuántos años tendrá esa imagen pero mantiene esa viveza en los ojos y la sonrisa!
Regresamos a Xalapa… pero dejamos amigos… Rogel Montalvo, Yasmin Mariche, Isaac Aguilar, Rodrigo Barranco, Ixchel Arellano, entre algunos reporteros. Ni qué decir del Chilapa, quien hizo de nuestro desayuno, anécdotas y aventuras que dieron a nuestra visita a esa Parroquia, un toque más tradicional.
Nos regresamos aún con esa sensación de que Boca del Río se ha comido al Puerto. A lo mejor no, pero esa es la sensación que tengo.

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