miércoles, 21 de agosto de 2013

Bullying palaciego

Salvador Muñoz
Los Políticos

Si Shakespeare viviera, se sorprendería de lo poco o nada que han cambiado las historias que se tejen en los Palacios.
Por supuesto, quizás el cambio más sustancial que haya en ellos es que del linaje pasó  a ser plebeyo, o en otras palabras: Hoy, es “el pueblo” quien habita estos palacios.
Bueno, es un decir, porque de Fidel Herrera Beltrán a Javier Duarte de Ochoa, realmente uno se pregunta si en verdad ese Palacio es habitado por el representante del “Pueblo” porque con tanto vigilante y policía que tiene a sus entradas, realmente uno de pueblo no siente suyo ese palacio… lo ve distante.
En lo demás, Shakespeare seguiría teniendo material para recrearnos con historias truculentas, fantásticas, tormentosas y fascinantes sobre los hombres que viven en el Palacio, hoy pomposamente apellidado “de Gobierno”.
Quien ha ido a Palacio de Gobierno puede disfrutar de su belleza arquitectónica, quizás un poco desfigurada por la modernidad que exige un elevador para personas con capacidades diferentes, un cajero automático para ver si “la quincena” ya cayó y videocámaras por todos lados...  pero los arcos y columnas se niegan a ceder a la modernidad y se yerguen majestuosos y soberbios como las piedras del patio o el canto de la fuente donde llegan a bañarse tordos, gorriones y pichones.
Perdón, pero si no ha visto ese espectáculo de higiene, dése un poco de tiempo para disfrutarlo… su vida en las redes sociales no lo es todo adentro de su oficina.
Bueno, esa es la parte que se ve… al interior, el Palacio es cantidad de puertas y oficinas de diversos tamaños y formas… hay unas oficinas de paredes transparentes así como sus puertas. Hay otras, en cambio, de puertas gruesas, sólidas, losas que son incapaces dejar escapar un solo sonido de su interior. También las hay aquéllas que decirles “oficinas” es un halago porque más que eso, parecen bodeguitas donde se obró el milagro para que cupiera un escritorio y su sillón, como el que precisamente ocupó hace algunos ayeres Marlon Ramírez y hoy, ¡qué diferencia!
Ahora que la oficina de José Alfredo Palma es sencilla, sin mucho lujo ni ostentosidad… y con la puerta abierta. Justo como es el Coordinador de Asesores del secretario de Gobierno: Discreto.
Y es que así es Palma, como amigablemente se le conoce, un funcionario alejado de los reflectores, de las alharacas; de trabajo fino, sin ruido; de tejido fino con un derecho y un revés, igual que cuando fungió como director de Partidos Políticos en la subsecretaría de Gobierno.
¡Vamos! Si le pidió  Erick Lagos que dejara de dar clases en el Telebachillerato y se incorporara a la política, es porque el maestro Palma tiene talento, disciplina y educación… no así la gente que lo rodea.
Gracias a esta gente, es que Shakespeare haría hermosas historias entretejidas en los pasillos de Palacio de Gobierno… ¡qué Macbeth! ¡qué Hamlet! ¡qué Otelo ni qué ocho cuartos! “La llave de Samoana” haría estallar en carcajadas a la Corte del Rey… bueno, del Gobernador…
Aunque en términos estrictos, en una mente tan reducida como la mía, yo lo llamaría “Bullying palaciego” a la actuación de “Samoana” (nombremos así a la actriz principal), después de que en pasillos de Palacio de Gobierno agrediera junto con otras damas de la corte, a una secretaria ¡y todo por unas llaves de oficina!
La historia ha de avergonzar al maestro Palma, caballero en toda la extensión de la palabra, pues al parecer “Samoana” está bajo sus órdenes.
En fin, no dejan de ser historias que se cuentan en los pasillos de Palacio de Gobierno, que circulan desde la secretaría de Gobierno hasta la particular del gobernador...

PD ¡Estúpido! 
Pregunto: ¿Alguien recuerda a José Luis Villa Delgado?
Es un muchacho, quizás no llegue a los 20 años… siempre de buena actitud, sencillo, acomedido, de ésos que encontrar, son como garbanzo de libra.
¿Ya lo recordó? ¿No? Es raro, porque hace como una semana, todos abogábamos por él, tan es así, que me indigné contra el personal de Ayudantía del Gobernador, después de que fuera arrollado por la camioneta YDN 8525.
Quizás para entonces ya recordó quién es José Luis Villa Delgado.
Pregunto a un amigo cuál es la condición y salud de este joven y su respuesta me hace sentir estúpido: “Excoriación en la pierna.  Salió por su pie del hospital 45 minutos después del incidente… nada serio”.
Y me sentí un estúpido porque di por hecho que el accidente había sido de consecuencias más fuertes, pero no…
Más estúpido, porque durante varios días, vía celular, vía portales electrónicos (desconozco si en impresos se manejó), vía por todos lados, hablaban del atropellado por Ayudantía del Gobernador y en ninguno se manejó las condiciones de salud del joven Villa.
A lo más que se dijo es el que el secretario de Salud, Juan Antonio Nemi Dib, estaba al tanto de la salud del chaval.
Si bien, Ayudantía del Gobernador actuó de manera temeraria, arrebatada, lo que originó el accidente, el desarrollo de la nota fue peor, porque nadie, incluido quien escribe, le dio seguimiento al asunto.
Lo único bueno de todo esto es que José Luis está bien tras su accidente,  sin consecuencias que lamentar y puede seguir “cuidando” carros a un lado del mercado Jáuregui.

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