viernes, 2 de agosto de 2013

Resplandeciente indiferencia


Salvador Muñoz
Los Políticos

Me asomo a la ventana y ahí sigue. Lleva más de seis días así. ¡Y con estos calores que han hecho! Lo más curioso es que la gente pasa a su lado y son indiferentes para con ella. ¡Huy! No estuviera en la noche chambeando porque ahí sí, llueven los reclamos, pero como en el día permanece impávida pero resplandeciente, viendo a todos los que pasan a su lado y en las noches continúa con su labor, ¡ni quien diga nada!
II
Hago mi coraje mañanero cuando descubro que en el bote donde deposito lo biodegradable hay otro tipo de basura. La “muina” (hermosa palabra que ya casi no escucho) se me pasa pronto porque sé, que al final, esa basura biodegradable que en casa la mujer y yo separamos, va a juntarse con el resto de desechos sin que mi preocupación haya servido para un comino.
Luego me pongo a pensar en por qué no se inventa un aparato casero que lo biodegradable lo convierta en energía, ya sea para calentar el agua de baño o para suministrar de electricidad a la lámpara que ilumina la cochera. ¿O por qué el gobierno, en lugar de dar láminas de zinc o asbesto, dieran láminas con fotoceldas que permitieran a las personas de escasos recursos, captar energía solar y poder suministrarse de un sistema eléctrico lo suficiente para iluminarse?

Vamos, a lo que voy es que a como están las condiciones, un gran grueso de la población necesita de alternativas de ahorro y de suministros, porque de las otras opciones estamos hasta el copete.
Con “otras opciones” me refiero a telefonías, tanto fijas como móviles; sistema de televisión por satélite o cable; restaurantes de comida rápida o no; películas en tercera dimensión, normales o cuarta dimensión; un café en Starbucks, Bola de Oro o en La Parroquia... sí, ésas son opciones pero que no hacen más que dar lugar a la preferencia, al gusto de cada quien.
III
Hay gritos legendarios en la unidad donde habito... son como canciones del “Hit Parade”; clásicas como “viejitas pero bonitas” o en un momento dado pudieran tratarse de “Himnos urbanos”... entre ellos están el silbato del afilador de cuchillos, largo y agudo que parece que se extingue conforme pasan los meses y los años... tiene rato que dejé de escucharlo... también está el señor que todas las noches canta: “¡Tamales, picadas, chiles rellenos!” ¡Ese es un valiente! porque puede dejar su triciclo con viandas a una cuadra mientras pregona caminando por el interior de la unidad a sabiendas de que le pueden robar... ¡y así lo han hecho! Otro de los cantos sensacionales es el del muchacho del gran vozarrón que por las mañanas despierta a más de un huevón con su “¡Galletas de Xico, roscas de agua, señooo!”, tan es así, que muchas veces he oído por las recámaras unos “¡Shhh!” o “¡Cállate!” a su pregón... y está el “¡Arreglo calentadoreees!”, un Alberto Vázquez cualquiera que no suelta el cigarro para nada. Hace poco me encontré con él, y se sentó a tomar un poco de agua y ¡por supuesto! a fumarse un cigarrillo. Me decía que las ventas estaban bajas, que a la gente no le gusta invertir en el cuidado de su calentador y que ya le llaman cuando no funciona. No cobra caro para echarlo a andar de nuevo: Entre 300 y 350 pesos. Le pregunto si no ha bajado su trabajo por los calentadores solares. Abre los ojos y me dice que no los conoce... nos despedimos. Echa un trago más de agua y arranca otro grito: “¡Arreglo calentadoreees!”
IV
Subo la persiana un poco para asomarme por la ventana. Para esta hora, el sol pega de lleno a esta parte de la casa. Aun con la luz sobre mi cara, a la distancia, la alcanzo a ver. ¡Sigue radiante! Como si no le importara el inclemente sol que azota a las tres de la tarde. Las niñas que jugaban a sus pies hace dos horas, ya se resguardaron del calor, pero para ella, pareciera que poco le importa el clima como poco le importa ella a sus vecinos, indiferentes, fríos que no toman en cuenta su labor, a menos que deje de hacerla porque eso sí, si no chambea, pegan el grito en el cielo y echan pestes... ¿su nombre? puede ser cualquiera, pero para Alumbrado Público de la ciudad es conocida como la lámpara XAP 030, del edificio Ebano E de Jardines de Xalapa. Bajo mi persiana con una especie de “Hasta luego”. Espero que en la noche, igual, ilumine el camino de Harry y el mío en esas caminatas habituales...

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