viernes, 11 de octubre de 2013

“Derecho” a la salud




Brenda Caballero

Números Rojos

Hay de días a días… y el de ayer no fue el mío. Me imagino tampoco fue el de Adolfo Mota, Secretario de Educación en Veracruz, pues los maestros se fueron con todo: bloqueos, manifestaciones, secuestro de autobuses, incluso hasta un docente resultó atropellado.
Tampoco fue un buen día para los automovilistas y transportistas, quienes “otra vez” estuvieron parados por tiempo indefinido esperando el desbloqueo de carreteras.
Bien dice el dicho: Sólo falta que un perro me orine, y no me orinó… ¡me mordió!
Afortunadamente la mordida no fue profunda. Tan solo agua y jabón para desinfectar la herida y un analgésico. El ardor no se comparaba con la molestia hacia uno de los dueños del perro, quien nomás me dijo: “¿Por qué patea a mi perro?”
No lo patee. Me mordió, cosa que no hubiese sucedido si lo hubieras traído con correa le dije.
Con una indiferencia total, agarró a su perro y se encogió de hombros. Metros adelante lo volvió a soltar.

Enojada por su proceder, fui a la casa del vecino, dueño del canino, para que, mínimo, me mostrara que tenía sus vacunas… el perro.
Desde luego, no me dieron la cara ni el perro ni su primer acompañante, saliendo el hermano mayor, diciendo que no tenía allí el certificado pero que en cuanto llegara su madre, lo llevaría a mi casa, cosa que hizo poco después. ¡Creo que no me dará rabia!
Apenas unas horas llevaba de la mordida del can, cuando un dolor en el vientre bajo y una sensación constante de orinar, acompañada de temperatura y escalofríos me impidió ir a trabajar.
Mi abuela lo conoce como “mal de orín”. Aún recuerdo las grandes cantidades de té que hacía del pelo del elote. Era su remedio infalible contra las constantes ganas de orinar gotitas y el ardor. Y mire que funcionaba.
Y vino la gran pregunta: ¿Voy a trabajar? Sí, pensé… sin embargo mis idas constantes al baño y los cólicos me lo impidieron… ¿ir al doctor? eso no hay duda, pero… ¿particular o al Seguro?
¡Ay Dios! qué dilema, pero si no voy al Seguro, descuentan mi día y 150 pesos son 150 pesos.
Marqué a mi clínica para preguntar si podía ir allá o a Urgencias; sin embargo, ante la falta de respuesta, tuve que ir a la clínica del Seguro Social.
Llegué con dolor y fiebre a lo que la enfermera me dijo que esperara a que me atendiera el doctor, mientras tanto, tomó mi temperatura, mi peso, mi presión y cambió mi tarjeta de citas.
Sin decir más, tuve que pasar al baño… ¡Oh, por Dios! qué espanto era aquello. Un solo sanitario para hombres y mujeres, ya que el destinado a los varones estaba lleno de cachivaches. Afuera del baño, unas bolsas de plástico con sábanas tiradas en el piso de la sala de espera completaban el cuadro.
El sanitario estaba más que sucio. Lleno de polvo y basura, incluso una plasta de excremento que no fue depositada en la taza adornaba el piso a un costado, haciendo competencia con el cadáver de una cucaracha y el cesto de papeles…

 
¡para qué le digo del olor!, creo que es más que obvio… por fortuna había agua. Pero ¿ése es el baño de un centro de salud? cerré los ojos y creo que aguanté la respiración hasta que salí. Luego se ve que el personal de la clínica no va a ese baño ni le interesa cómo esté.
Por fin pasé al doctor quien me revisó y me extendió una receta para mi tratamiento.
Al preguntarle por mi incapacidad, me dijo que él no me la podía extender, que regresara en la tarde con mi médico. Por fin salí ¡Yo sólo quería ir al baño… de mi casa!
¿Y la incapacidad? No me quedó más que regresar cinco horas después con mi médico familiar. ¡Vaya Calvario! ¡Peor que semana santa!
Y para no hacérsela larga, ahí me tiene otra vez regresando a la clínica, ante una enfermera más déspota que el Señor Burns de los Simpson. Volvieron a tomar todos mi signos vitales y a prepararme para pasar a consulta… “ya me revisaron, me siento mal… sólo quiero mi incapacidad”.
Creo que no les importó lo que dije porque me dieron turno después de cuatro personas… ¡malditas ganas de ir al baño! Ni modo, voy de nuez… el escenario: el mismo. No hicieron limpieza, ¡pero desde hace varios días!
Mientras esperaba en la sala, observaba mi nueva cartilla: Gobierno Federal… Vivir mejor, ¡a su madre! ¿pues qué será vivir peor? A lo mejor una escena de la película Elysium, que muestra que sólo los ricos y poderosos se puedan salvar, mientras a los demás, unas píldoras para los dolores intensos antes que mueran. ¿Dónde está el derecho a la salud?
Algo llamó la atención de mi Cartilla Nacional de Salud… tenía varios logos: IMSS, Issste, DIF, Pemex, Salud, Semar y Sedena… Es el primer paso de la Reforma a los Sistemas de Salud donde se supone todos se unificarán y serán uno sólo. ¿Mejorará el servicio? posiblemente para los que tenemos IMSS y Salud sí, caso contrario para los que tienen Pemex que estaban acostumbrados a un servicio casi privado.
Un niño atravesó la sala ¡quería ir al baño! ¡no sabe lo que le espera! Toda esa mugre y contaminación, creo que el monte está más limpio.
Casi la hora… un señor amablemente me cedió su lugar. Por fin paso a consulta… Ahora entiendo porqué a muchos no les gusta ir al Seguro, ¿o será una táctica de los trabajadores del IMSS para que no vayan tantos derechohabientes?

Email: caballero_brenda@hotmail.com

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