viernes, 11 de octubre de 2013

El Mal del Poder


Erwin S. Bárcenas Oliveros
Un Clavo al Ataúd

Los cables por los que la energía eléctrica corre son iguales al ser humano. Están diseñados para que cierto nivel, cierta cantidad, corriente que pase a través de ellos, cualquier variación superior a su capacidad designada, resulte en una sobrecarga y por ende, en un corto circuito que terminará quemando no sólo el cable, sino a llegar a quemar toda la instalación. De la misma manera, una persona cuya capacidad sea rebasada por la carga que se le encomienda, puede terminar sufriendo los estragos de abarcar más de lo que podía.
En México, hay excelentes ejemplos de dicha teoría (que por cuestiones metodológicas e incipientes no puedo llamar Ley). Dentro de dichos ejemplos sin dudar, están la gran mayoría de los políticos nacionales, que en algún periodo más corriente que ordinario, han cargado con la responsabilidad de un puesto en el servicio público, y donde más alto escalan, más quemados, sobrecargados y corrientes se ponen.
A continuación, describo cómo el poder otorgado a cables con alambre de muy baja calidad y potencia, terminan por quemar todos los sentidos que el cuerpo de los burócratas, como cualquier ser humano, poseen y que sin ellos, estamos totalmente separados de lo que el mundo es.

* Síndrome de la Vista Gorda: ante problemáticas, manifestaciones y cosas tan triviales como la ética y la responsabilidad, tanto como la corrupción y malos procederes de los colegas, subordinados o quien esté arriba del servidor político en turno.

* La deficiencia de hacer Oídos Sordos: consecuencia del Síndrome anterior, negando al receptor cualquier posible sonido, conjunto de palabras, declaraciones o recriminaciones que le afecten su idea de que él está bien; ademas, una vez afectado el oído, se pierde no sólo el equilibrio, sino el piso, lo cual ocasiona mareos y desvaríos que llevan al siguiente efecto.

* Perdida de Tacto: una vez que los primeros dos síntomas aparecen en el sujeto enfermo de poder, viene un alejamiento de la realidad, al no sentir nada, pero nadita por los que se quedaron fuera del presupuesto, incluso llegando al grado de verlos como subordinados, empleados, jornaleros, súbditos o, incluso, esclavos.

* Extirpación del (buen) gusto: Se rebasa la frontera de cualquier posibilidad de cura, se comienza por comprarse suntuosas casas, carísimas joyas, estrafalarias curiosidades, guardaespaldas y choferes de a montón; de tres a cuatro celulares, vaya, algunos hasta terminan haciendo colecciones de autos que puedan cubrir las inseguridades que la infancia, su incapacidad o tamaño generaron.

* La saturación del Olfato... de los demás: Cuando el sujeto en cuestión, al ser víctima del Mal del poder se ha podrido tanto, ya sea en dinero como en su interior, comienza a oler tan mal, pero tan gacho, que se huele, por lo que se aplica la máxima del “Los políticos como los pañales, se cambian periódicamente y por la misma razón”.

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