Luis Alberto Romero
Hora Cero
La reducción de la superficie forestal de Veracruz, la tala inmoderada y el saqueo de los recursos maderables se vuelven un verdadero problema, sobre todo, por el impacto ambiental que ello provoca y porque, finalmente, esos recursos impiden la erosión en las cuencas hidrográficas.
Las inundaciones recientes deben convertirse en una lección sobre la importancia de la protección a las zonas boscosas.
Desafortunadamente, ni la Ley General de Desarrollo Forestal Sustentable, reglamentaria del 27 Constitucional, ni la Ley de Desarrollo Forestal Sustentable para el Estado de Veracruz, se aplican en zonas como el Cofre de Perote, donde el saqueo es incontrolable.
Similares condiciones prevalecen en el Pico de Orizaba, los Tuxtlas y las sierras de Papantla y Otontepec.
Dichas disposiciones legales no se aplican porque no se destinan recursos para ello y porque el cuidado de los recursos forestales es un tema que, aunque se reconoce como necesario, siempre se ha tratado con desprecio en la asignación del presupuesto; de otra manera, no se explica por qué la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente solo cuenta con ocho inspectores forestales para cubrir casi 12 mil hectáreas de bosques en la zona del Cofre de Perote.
Veracruz cuenta con un territorio de 7 millones 281 mil 500 hectáreas, de esa superficie, 3 millones 157 mil hectáreas se dedican a la agricultura; 2 millones 128 mil a la ganadería y 277 mil hectáreas son bosques.
La explotación de las zonas boscosas veracruzanas representa una derramaeconómica anual de 161 millones de pesos, y genera 176 mil jornales directos; son datos basados en los permisos de aprovechamiento que otorga la autoridad a los 80 aserraderos, talleres secundarios y plantas beneficiadoras de madera establecidas en Veracruz.
Esas cifras no contemplan, sin embargo, el mayor problema: la tala inmoderada e ilegal, el saqueo de los recursos maderables y, por otro lado, el cambio de uso de suelo para favorecer actividades como la agricultura y la ganadería.
En Papantla, por ejemplo, la actividad ganadera prácticamente ha terminado con el 85 por ciento de la superficie forestal.
Situación similar ocurre en el Cofre de Perote, donde la tala hormiga que realizan los llamados “burreros” ha provocado la pérdida del 25 por ciento de esos recursos.
De hecho, estimaciones conservadoras apuntan que del Cofre extraen de manera ilegal unos 200 o 300 árboles al día.
Los recursos forestales del Pico de Orizaba, de la sierra de Otontepec y de Los Tuxtlas, también han sufrido agresiones y se ven reducidos de forma significativa.
El problema de la deforestación, lamentablemente, se registra en todo el país; de hecho, de acuerdo con estimaciones de la FAO, México ocupa el cuarto lugar mundial entre las naciones con mayores problemas de tala.
En nuestro país se destruyen más de 500 mil hectáreas de bosques al año, lo que constituye una amenaza para la vida.
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