miércoles, 8 de enero de 2014

Duarte quiso usar a Peña Nieto


Roberto Morales Ayala
Zona Franca

Veracruz es, desde hace décadas, un referente político nacional. A principio de año, las visitas presidenciales sirven para el balconeo, para el futurismo y muchas veces para definir la sucesión en el gobierno estatal.
Así ocurre con la presencia del Presidente Enrique Peña Nieto, este 6 de enero, en la conmemoración de la Promulgación de la Ley Agraria; esta vez, a 99 años de que el jefe revolucionario Venustiano Carranza, la expidiera en el puerto de Veracruz.
La ceremonia de la Ley Agraria en el puerto jarocho es el primer evento político de real trascendencia y a los priistas veracruzanos les sirve para medir cómo andan sus bonos con el Presidente de México. No ocurría así con Vicente Fox ni con Felipe Calderón, pues ambos panistas en sus mandatos desdeñaron el acto. De regreso a Los Pinos, el PRI lo reactivó.
Peña Nieto es un priista muy cuadrado, de signos y señales a la antigua, ceñido a los cánones de su partido y seguidor de una mecánica del poder que cumple al pie de la letra. Sabe de futurismo, detapadismo, de palabras clave, de gestos, de abrazos y también de manos que deja extendidas, sin saludar.
Quienes acudieron a la ceremonia de la Promulgación de la Ley Agraria querían ver algo en Peña Nieto y lo vieron. Los duartistas-fidelistas esperaban una señal para el gobernador Javier Duarte pero pronto los invadió la desilusión. Deseaban una frase explícita que ubicara al mandatario veracruzano a la vanguardia y como el futuro elector de Veracruz, pero no llegó.
Peña Nieto no se salió del guión y, en cambio, lanzó señales que no agradaron a la porra duartista, muchos menos a los seguidores del ex gobernador Fidel Herrera Beltrán. Fue cordial con Javier Duarte pero hasta ahí. No le dio mayor espacio, no le alzó el brazo, políticamente no lo adoptó.
Nunca dijo que Javier Duarte es un baluarte de la modernidad política o el gran generador de la riqueza del campo, como tanto presume el mandatario de Veracruz.
Prefirió hablar del limón persa de Martínez de la Torre, de la piña de exportación que se produce en Rodríguez Clara y del café de Coatepec, que es sumamente apreciado en Europa. Más importantes los productos del campo que Javier Duarte. Así se crudo, así de cruel.
En vez de eso, el Presidente Peña Nieto tuvo una deferencia especial con el senador Héctor Yunes Landa, cuyo saludo formal —“Le deseo lo mejor en este año, señor Presidente”— fue correspondido con palabras en corto, al oído, que despertaron comentarios y levantaron suspicacias.
No le dedicaba mayor atención Peña Nieto al gobernador veracruzano e incluso circunscribió su discurso al cliché usado en cada gira presidencial. En una de las fotos oficiales distribuidas por la oficina de comunicación de Los Pinos, sólo se ve al Presidente, flanqueado por el secretario de Desarrollo Agrario, Jorge Carlos Ramírez Marín, y el líder de la Confederación Nacional Campesina, el senador Gerardo Sánchez García.
Hoy el tema va en función del desánimo que provocó la indiferencia de Peña Nieto y también de la manipulación que hizo el gobierno de Veracruz de las palabras del Presidente, difundidas a través de su boletín de prensa.
Según el comunicado de Presidencia, Peña le dijo a Duarte:
“Muchas gracias por su hospitalidad, por su anfitrionía y, sobre todo, por su mensaje cálido de bienvenida que ha tenido a bien dispensarnos, sobre todo, por el compromiso invariable que su gobierno ha hecho para que sumemos esfuerzos con el del Gobierno de la República, y todo esto multiplique los beneficios y acciones que podamos desplegar en beneficio de los veracruzanos”.
Así lo dijo Peña Nieto, ni más ni menos.
Pero el gobierno duartista cambió las palabras y manipuló el discurso del Presidente:
“Gobernador Javier Duarte de Ochoa, muchas gracias por el compromiso invariable que su administración ha hecho para que desde el Gobierno de la República sumemos esfuerzos que multipliquen las acciones en beneficio de los mexicanos y los veracruzanos”.
O sea que, según Duarte, es el “desde el Gobierno de la República” donde deben sumarse esfuerzos para multiplicar “las acciones en beneficio de los mexicanos y los veracruzanos”. ¿No será al revés? ¿No será que Veracruz debe sumar esfuerzos con el gobierno federal como dice Peña Nieto?
La visita de Enrique Peña Nieto a Veracruz evidenció a un gobernador, Javier Duarte de Ochoa, urgido de apoyo político y ávido de señales que le permitan ser factor en el proceso de sucesión en un año más y que recurre al maquillaje mediático, así sea mintiendo y manipulando información, para verse cercano al Presidente. Quería señales pero no las halló.
Lo que no ha de entender Javier Duarte es que el futuro candidato del PRI al gobierno veracruzano, lo decidirá el Presidente Peña Nieto y no las fuerzas locales, como ocurrió cuando el PAN llegó a Los Pinos y los gobernadores priistas gozaban de la “plenitud del pinche poder”.
Con Peña Nieto, las señales han sido para los senadores Yunes —José Francisco y Héctor—, cuyos referentes nacionales mantienen vínculos sólidos con los cuadros allegados al Presidente y por un elemento más: ambos fueron marginados y desechados por el fidelismo, se les cerró la puerta para competir por la candidatura a la gubernatura de Veracruz y sufrieron el acoso de Fidel Herrera, que impuso a Javier Duarte, aplastando a quien fuera.
No le fue bien a Javier Duarte en este 6 enero. La ceremonia de la Ley Agraria no le dio estatus ni jerarquía para decidir en el próximo proceso de sucesión. Tampoco le abrió la puerta a los fidelistas, menos a los duartistas. Y es que el gobernador difícilmente entiende cómo opera el PRI y cuál es el peso hoy del Presidente.

(romoaya@gmail.com)(@moralesrobert)

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