lunes, 17 de febrero de 2014

Señor Procurador… ¡no vemos resultados!

Alfonso Mora Chama
Espacio 13

Conozco al licenciado Felipe Amadeo Flores Espinoza, obligado por los quehaceres periodísticos en 43 años y él por su larga y permanente trayectoria de ¡¡ ocho sexenios !! desde el gobierno de don Rafael Hernández Ochoa, en 1974 a 1980, continuando con don Agustín Acosta Lagunes de 19800 a 1986; con don Fernando Gutiérrez Barrios de 1986 a 1988 y el cuatrienio de Dante Delgado de 1988 a 1992, siguiendo firme y aferrado con Patricio Chirinos Calero de 1992 a 1998; asentado más Miguel Alemán con Velasco de 1998 al 2004 y en el gobierno de la Fidelidad del 2004 a 2010 y en estos tres años y tres meses del doctor Javier Duarte de Ochoa, como Procurador de Justicia de Veracruz.
    Experiencia y capacidad de don Amadeo, habilitado en asuntos de Seguridad Pública, en tareas legislativas una y otra vez, decidiendo en cuestiones de su Partido, el Revolucionario Institucional; desde hace años con la agrupación, refugio de militantes priistas añejados, Vía Veracruzana y en los últimos años en la delicada responsabilidad de impartición de la justicia, en donde vemos, será por engaño o por cansancio, ésta no llega ni cumple con su cometido, en este caso ante el justo reclamo de mi familia que desesperadamente ha solicitado una y otra vez la intervención del señor Procurador de Justicia del Estado de Veracruz de Ignacio de la Llave. Y nada.
Difícil explicar la sensación de injusticia, de impotencia, de malestar, de infelicidad, cuando los encargados de impartir justicia, colocan tela de duda, de desinterés, de malestar; se siente uno abrumado, con sentimiento de devaluación y de menosprecio…de espantable ninguneo.
    Vivimos en un mundo de injusticia y de atropello, pero más lamentable cuando se alimentan con el desinterés de los Agentes del Ministerio Público, en este caso, el de Coatepec, con una funcionaria alejada del deber y de las causas sociales, no digamos de la aplicación de su criterio que parece ser se inclina más por la desfachatez de su función y la altanería para decidir lo que se debe hacer.
   Cierto es, señor Procurador, don Felipe Amadeo Flores Espinoza, entiendo, sus razones tendrá para sostener este tipo de funcionarios, si usted es el Procurador de Justicia y solamente usted tiene el derecho de contar con colaboradores a quienes se le de la gana, pero resulta difícil aceptar que una irresponsable funcionaria Agente del Ministerio Público, haga desdichada a una familia que acude a ella como representante social, en busca de apoyo cuando es su obligación, no para conceder favores.
   Señor Amadeo, señor Procurador, sé el valor del tiempo, del suyo pero también del mío, de mi familia; tiempo tan difícil de definir, de instantes fugitivos que igual se van para usted que para mí, pero existe una diferencia, inconmensurable diferencia, mis minutos son míos, de mi familia y de mis lectores también; pero de usted señor Procurador de toda una sociedad, de 8 millones de ciudadanos que claman, exigen y esperan justicia.
Está en ese lugar sabiendo y aceptando esta sentencia y reclamo constante de la sociedad veracruzana. Hasta cuando señor Procurador. La denuncia es delicada como delicada es su atención a estas palabras y a los resultados que esperamos, de lo contrario, llegaremos hasta las últimas instancias y ateniéndonos quizás a represiones o amenazas de las que de antemano con este escrito ya habría sospechosos y la sociedad misma estará siendo testigo de lo que aquí estamos asentando.
   Este mismo tiempo señor Amadeo Flores, impalpable de hecho, me acusaría un día de haberme callado, aunque mis palabras sigan sin tener eco mucho menos importancia para ustedes que imparten la justicia, la que tienen y manejan en sus manos, si no protesto por las arbitrariedades y la carencia de atención que hemos recibido de la Procuraduría de Justicia de Veracruz.
   La señora Agente del Ministerio Público de Coatepec, ya cuenta con todas las pruebas solicitadas y las huellas de la agresión que la misma noche de la denuncia inmediata estaban claras y frescas, desde hace ¡¡ DOS MESES !! y los presuntos culpables siguen caminando por las calles de Teocelo, sonrientes y burlones, amparados por la justicia que les favorece más que a la persona dañada que sigue esperando esta impartición de justicia de la que ustedes presumen, y hacen tanto alarde y vemos que los resultados no avalan ni amparan lo manifestado por usted en sus atormentadas declaraciones a la prensa veracruzana.
   En México hay demasiados políticos viejos que dañan los procesos que se necesitan para el cambio y que tengan la confianza de la sociedad, para que los cargos se tomen con ansiedad de servir y no como premios políticos.
Usted señor Procurador que forma parte de la meritocracia, así lo demuestra su extenso curriculum, la que está por encima de las simpatías y religiones; meritocracia que incluye la atención a las diversas ideologías y diferentes clases sociales, debe mantener agentes del ministerio público responsables y con calidad humana, aunque vemos que estas oficinas se convierten en albergues de alcohólicos anónimos por el trato déspota y sin sentimientos que reciben los acusadores, con más privilegios para los acusados.
  Deberían de estar en las ahora llamadas mesas de fiscales, - suena bien y apantallador – abogados capaces, no en los que sean amigos suyos o de sus amigos; agentes del ministerio público que no cierren los ojos a la realidad, que no se tapen los oídos y estarían más al tanto de los problemas olvidados de la sociedad, como el nuestro por ejemplo.
No solamente pido, como un ciudadano más de Veracruz, exijo a usted señor Procurador escuche la justa queja de mi familia, si Dios escuchaba a los mortales sin censura, a pesar de ser el Dios se enojaba, como cuando los judíos hicieron el becerro de oro, supo escuchar a Moisés, por qué usted señor Procurador simple mortal como yo, eso sí, con demasiado poder para acallarme, no escucha la voz desesperante, el clamor angustioso de mi familia.
No quiero pensar que los problemas de esta Institución no le interesen, no lo toquen ni los analice. Sienta la majestad del poder en todo su esplendor pero también ofrezca resultados en el caso directo de la denuncia que me imagino duerme el sueño de los justos o estará en los cajones del archivo.
Me siento una voz libre en una entidad que goza de esta manifestación de decir lo que se debe decir, aplaudo y reconozco cuando los funcionarios cumplen con su deber y deben de hacerlo por una obligación adquirida, en mi caso señor Procurador, de mi familia, no podemos estar en igualdad de circunstancias porque yo soy el que solicito y reclamo atención a una denuncia comprobada y ustedes, tienen en sus manos el poder y lo utilizan de manera misteriosa, si la víctima, una adolescente y familiar mío, siente y reflexiona como mis parientes, que los funcionarios sirven al mejor postor y a recomendaciones de las altas figuras de la política, de la alta sociedad y del poder.
  No creo que estas palabras le causen enojo, usted que sigue en el tren del poder, cuando a los agentes del ministerio públicos sería el pueblo mismo quien debería de arrancarlos de la amnesia y recordarles que están para cumplir, sabiendo que esta columna no es una amenaza para una institución poderosa como la Procuraduría de Justicia, tampoco es un alegato ni trato de convertirlo en un cisma escandaloso.
   Pido como ciudadano, atención. Solicito señor Procurador como familiar de la persona dañada, justicia. Para que sus colaboradores no conviertan las agencias del MP en pararrayos de los males que obstaculizan el camino de la justicia.
Que sean más inteligentes y actúen a veces con sentido común, no como verdugos de la inquisición o capataces de hacendarios, que sean precisos en sus juicios y hábiles para el trato con la gente; es tiempo ya de dejar de ser duros, inflexibles, dejando a un lado las tendencias autoritarias, absolutistas y tiránicas. No exagero señor Procurador pero esta es la triste realidad en sus oficinas.
No se trata de ganar aplausos señor Felipe Amadeo, el interés debe ser siempre la atención, la seguridad y digamos, hasta la felicidad de más de ocho millones de veracruzanos. Si usted nada tiene que ocultar, nada tiene que temer, pero está al frente de una institución que en los últimos años está en la mira ciudadana, piense usted sólo y exclusivamente en términos de Veracruz, los ciudadanos se lo agradecerán, y entre ellos un servidor que como periodista desde hace 43 años jamás ha intentado ser malabarista de afectos.
    Los errores en esta columna son míos, como mías las equivocaciones y las distorsiones de perspectivas; escribo con toda libertad y los lectores, de acuerdo o no con Espacio 13, me leen y respetan mi honestidad, cuando el escribir para mí, es una ineludible vanidad que no tiene más finalidad de difundir la verdad.
Gracias señor Procurador por la atención a esta columna, que sabemos, sus auxiliares o turiferarios le harán llegar con el sobado cuento de que lo que estoy escribiendo aquí contra usted, - cuando no es así, es un reclamo a una injusticia y desatención - son calumnias provocadas por la envidia que su gran poder y grandeza provoca.
Siempre seré respetuoso de las instituciones.
De sus inquilinos, con esta indiferencia suya, tengo ciertas dudas, desconfianza y hasta repudio.
 No podría asegurar y sería hipócrita el pensar que me agradecerá el haberlo distraído de sus múltiples ocupaciones, pero usted sabe de mí, si tiene la obligación entre otras, de ser el mejor informado y por lo tanto sabe dónde encontrarme para estar a sus órdenes.
Lo felicito señor Procurador que siga usted permanentemente en la función pública, alejado de la bodega en donde se encuentran políticos importantes y de esos otros que para no envejecer y con la sonrisa de quien manda y ordena, por lo menos de vez en cuando les dan servicio de mantenimiento y los que han sido totalmente olvidados – de su camada señor Amadeo – se han convertido en críticos acerbos ante su amarga rebeldía y conozco a quienes los regulan insuflando la vanidad y convenciéndolos como viejos políticos arrumbados de que siguen vivos y en el pensamiento de los poderosos y dejan el rencor, la amargura y el desaliento.
Y lo felicito porque usted no está entre ellos. Siempre entre los privilegiados. Lástima que en mi caso la denuncia se vuelva extraña, indiferente y en el olvido.
Ojalá señor Procurador, dejen de recoger el desprecio del pueblo.

morachama@gmail.com

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