viernes, 18 de abril de 2014

Sábado de Gloria

Salvador Muñoz
Los Políticos

Las advertencias se daban si pretendíamos salir a la calle. Ya había gente “armada” con cubetas, lista para bañarte sin misericordia y por supuesto, sin el respectivo “agua va” de por medio. Había los más modernos que utilizaban globos llenos de agua para hacer un bombardeo a quemarropa cuando te replegaban contra la pared. Mis primas, temerarias, parecía no importarles sucumbir húmedas, en short y camisas coloridas propias de los 70s, ante la pandilla de la cuadra.
El agua se volvía maná porque abundaba en ese día… y cuando escaseaba, no faltaban las visitas al pozo donde según cuenta la leyenda, se escuchaba el paso de una carcacha…
Los chavos corrían a la llave o al enorme tanque de agua del abuelo para llenar cubeta tras cubeta y dar inicio a una persecución donde las risas y alguno que otro enfado, contrastaba con la actitud de los adultos, muy adultos, que no me permitían ni prender la radio o ver la tele en ese día, porque se estaba de luto...
Doble aburrimiento: El pavor al agua fría hacía que me refugiara en casa para evitar un baño pero debía permanecer en silencio, pues “Jesús yacía en su sepulcro”.
II
Cómo han cambiado las cosas… me pregunto si habrá alguna colonia, calle o vecindario que aún conserve esa persecución con cubetas o será parte ya de una leyenda que poco a poco irá desapareciendo conforme pasen generaciones.
Sí, me resulta increíble ver cómo una de las tradiciones católicas con tintes tan mundanos muera por la escasez de “munición”. El Sábado de Gloria hoy es un cuento que nuestros niños no han de creer... ¿corretizas con cubetas y mojadas inmisericordes?

III
Es curioso, pero para entender ese choque de fiesta y luto en un día tan especial, tuvieron que pasar muchos años... ¿o usted no se ha preguntado por qué chinitas se tenía que bañar a cuanto cristiano se atravesara en el camino?
De acuerdo a los que cuentan viejos cuentos, el mojarse era como una especie de renovación de las promesas bautismales y en un acto de fe masivo, se arrojaba agua abundante a las casas y sus habitantes o bien en algunas procesiones.
A lo mejor por allí alguien entendió que a mayor cantidad, mayor purificación aunque esta actividad era exclusiva sólo de los sacerdotes.
No sé cuándo el parroquiano tomó la iniciativa para hacer del Sábado de Gloria su fiesta, su ceremonia, el modo de expresar su fe ¡y se dieron entonces los baños!

IV
Este sábado, como ya muchos Sábados de Gloria concentrados en años, saldré tranquilo a las calles, sin temor de un asalto acuático vecinal, de un ataque a quemarropa con globos de agua ni cubetazos fríos sobre mi humanidad… la fiesta religiosa sucumbe ante la amenaza de cualquier ayuntamiento de que será sancionado con multa a quien se sorprenda “desperdiciando” al agua, así sea en un acto de fe...

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