lunes, 23 de junio de 2014

Videgaray ¿aniquilado?

Gabriel Arellano López
Escenario
Para mi madre

Luis Videgaray Caso, secretario de Hacienda y Crédito Público, podrá ser, ciertamente, el colaborador más cercano al presidente Enrique Peña Nieto, pero del grueso y de la simpatía de los mexicanos se aleja cada vez más.
El rol de Videgaray Caso dentro al actual gobierno federal, resulta ingrato. El funcionario se ha configurado como un villano luego de la severidad fiscal que ha llevado adelante y de los repetitivos anuncios negativos por las fallidas expectativas de crecimiento de la economía mexicana.
Hace pocos días volvió a “desilusionar” a millones de mexicanos que pensaban que con la reforma energética vendría enseguida una baja en los precios de algunos productos, como la gasolina. El titular del SHCP fue tajante al señalar que esto no pasará. 
El comentario del alto funcionario se registro durante un encuentro privado con directivos y analistas financieros de Acciones y Valores (Accival), la casa de bolsa de Banamex, personalidades evidentemente bien informadas y conocedoras de la realidad económica nacional. Por lo mismo, resulta importante y destacable citar su comentario posterior a la reunión:
“Aunque coincidimos con la opinión de Videgaray de que las reformas implementadas para propiciar un crecimiento en el siguiente trimestre son probablemente las reformas inadecuadas, también creemos que el impacto de las reformas no ha sido bien explicado a la población”.
Ante circunstancias tales, es deseable, por el bien del país, que estén equivocadas todas aquellas opiniones que han cuestionado, criticado y hasta descalificado las acciones implementadas por el actual gobierno federal en las materias hacendaria y energética y que en mucho se han atribuido al propio Videgaray.
La realidad que va rodeando al secretario de Hacienda se ve compleja no sólo en lo económico-financiero, sino que, sin duda, lo alcanza también en lo político, partiendo de su presumible aspiración presidencial.
Los hechos parecen ir reduciendo –por decir lo menos- las probabilidades de que Videgaray pudiera encartarse para suceder a Peña Nieto en el 2018. Todavía hay tiempo, pero el responsable hacendario tendría que implementar un verdadero golpe de timón que reimpulsara la economía nacional y aminorara el impacto fiscal, para reubicarse en la carrera presidencial.
Por lo que hasta hoy ha perfilado, no le alcanzan las canicas para llegar a Los Pinos.

LOS MEDICOS
Aunque resulta muy entendible desde el punto de vista gremial y es muy aplausible y hasta reconfortante constatar con ello la presencia de una acción de solidaridad, no tendría ni tiene que ser a través de este tipo de manifestaciones, como lo es el movimiento #YoSoy17, que se imparta verdadera justicia en el caso de los galenos encarcelados en Guadalajara.
Por supuesto que se reconoce a plenitud el derecho que tienen estos profesionales para expresar y defender su sentir y salir a las calles a abogar por sus compañeros y por sus derechos.
Lo que no se sabe es si cada uno de estos manifestantes, en todos los puntos de la geografía nacional por donde marcharon, tienen en su mano la totalidad de elementos de juicio sobre los hechos, circunstancias y aspectos jurídicos relacionados con la muerte del joven de quince años, por la que están siendo implicados los médicos de Jalisco.
Argumentan los defensores de los acusados que todos los médicos actúan de buena fe, que estudian para sanar, para curar al paciente, que no estudian para hacer daño.
Desde luego que sin generalizar, ni con el ánimo de polemizar, pero es una realidad que con frecuencia se han venido sucediendo casos de mala atención o llana y criminal desatención médica por diversos lugares del país, con resultados mortales en ocasiones. Mujeres embarazadas de clase humilde e indígenas han resultado las principales víctimas de malos médicos.
Resultan inaplicables, entonces, a todos los galenos, los argumentos que enarbolan los miembros de este movimiento #YoSoy17, pues es irrefutable que hay colegas suyos que pese a haber pasado por una universidad no desempeñan su trabajo con el espíritu de profesionalismo, servicio y solidaridad humana que de ellos debería esperarse.
El tema es complicado y lo único que si es abogable es que la justicia, en el caso de Guadalajara y en otro cualquiera, sea aplicada imparcialmente
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