martes, 26 de agosto de 2014

Veracruz: Sin igualdad, no hay libertad

Luis Giovanni Pérez
Roberto Morales Ayala
Zona Franca

En sus cuerpos queda marcada la huella indeleble del odio. Son asesinados con saña. Sea cual sea el arma, la violencia de la que son objeto deja en claro que se les quisiera desaparecer.
En gran mayoría, ellos o ellas optan por la clandestinidad. El miedo a ser rechazados, los o las obliga a callar su orientación sexual. En un alto porcentaje son discriminad@s por tener una preferencia sexual “diferente” al denominador común y con ello se les condena como “anormales” o “pervertidos”.
Veracruz registra un alto índice de bullyng homofóbico que en algunas ocasiones deriva brutalmente en crímenes de odio, sin que el gobierno de Javier Duarte de Ochoa asuma el problema como una prioridad que requiera de mecanismos de prevención, seguridad y legalidad.
Para el Colectivo Diverso Ambiettales que alarmados por los recientes casos de asesinatos brutales contra miembros de la comunidad lésbico-gay llevaron a cabo manifestaciones en diversos puntos del estado, no solamente se trata de que se les brinde seguridad, sino que existan las condiciones legales de igualdad que permitan una mayor concientización social en torno a la homosexualidad.
En ese mismo contexto, el colectivo considera patético que el Gobierno y el Congreso del Estado no asuman su responsabilidad en la reforma de las leyes para que se les brinden las garantías legales que les permitan lleva una vida responsable con su pareja.
Luis Giovanni Pérez, líder del grupo en la región sur del estado, explica que sin las garantías de igualdad legal, el gobierno los condena a la discriminación, a seguir viviendo en las periferias de la vida social, lo que los somete a un alto grado de vulnerabilidad.
Considerada una minoría porque su gran mayoría opta por no salir del closet para evitar ser sometidos a la discriminación, sufren también el desprecio de sus semejantes por la homofobia que alienta un amplio sector de los dirigentes religiosos.
Lo que debería preocupar a la iglesia en sentido humanitario y cristiano, paradójicamente lo manejan en sentido contrario al optar por una actitud medieval, llena de prejuicios e ignorancia, en un ruin afán de mantener el fanatismo que les garantice seguidores incondicionales.
Todo ello a pesar de que el nuevo Papa católico ha fijado una postura mas apegada a la esencia del evangelio cristiano, cuando en cuanto al homosexualismo ha dicho: “¿Quién soy yo para juzgarlos?”.
Sin embargo, en Veracruz, tanto los jerarcas católicos como los evangélicos, erigiéndose en jueces de las almas lanzan públicamente mensajes de odio y aberración. Esto influye de manera negativa a los sectores más fanatizados, alentando sentimientos de discriminación, odio y crimen contra quienes tienen una orientación sexual diferente.
Al margen de los nefastos augurios de los dirigentes de las diversas religiones, la unión legal entre personas del mismo sexo, que ya se lleva a la práctica en más de 60 países en el mundo, ha demostrado que tiene como consecuencia mejores condiciones de vida.
Pero no solo los jerarcas religiosos contribuyen a la homofobia en el estado, también la clase política que carece de sensibilidad social para comprometerse con la protección a las minorías. Los políticos fijan sus obsesiones en el cuidado de la clientela electoral, por lo que siempre buscan evitar chocar con sus aliados religiosos, aunque para ello se conviertan en cómplices de la discriminación y los crímenes que derivan de ella.
Lo anterior explica el que la Procuraduría de Justicia en el Estado no registre por conveniencia, las agresiones y crímenes de odio que se perpetran a lo largo y ancho del territorio estatal. Sin mayores preámbulos, los califica como situaciones pasionales.
La villanía de un sistema que trata de esconder su podredumbre bajo la alfombra, no escapa a la observación de organizaciones como el Programa Nacional de Igualdad y No Discriminación (Pronaid) que considera que en Veracruz no son suficientes –y menos eficaces- los mecanismos administrativos para la defensa y protección de la sociedad frente a actos discriminatorios.
Es deprimente, pero con el gobierno de Javier Duarte de Ochoa, nada se logra con reclamarle atención a las demandas sociales, ya que sus interés y sus respuestas no son para ofrecer soluciones, sino que contesta a la sociedad con campañas mediáticas de propaganda cargadas de mentiras, acompañadas siempre de guerras de descrédito en contra de las víctimas, no importa si están vivas o muertas. Lo mismo si fueron agredidas por ejercer su derecho a la libertad de expresión, objeto de desaparición forzosa, feminicidios o por discriminación sexual.
Las preferencias del gobernador de Veracruz, Javier Duarte, explican claramente su conducta. En plena campaña a la gubernatura se declaró admirador del dictador español Francisco Franco, quien a su vez fue aliado y seguidor de Adolf Hitler. El líder del nazismo no solo cometió el mayor crimen racista en el mundo contra el pueblo judío, sino que también persiguió y encarceló a más de 100 mi hombres por conductas homosexuales.
En el estado de Veracruz, los ciudadanos viven en la incertidumbre sin la esperanza de que el actual gobierno haga algo eficaz contra la inseguridad que vive la sociedad, quizá por ello, cada día con mayor insistencia en las protestas callejeras contra la inseguridad no se le pide al gobierno duartista que actué, sino que renuncie.
La comunidad lésbico-gay de Veracruz no solamente exige seguridad, sino también igualdad legal para que de manera abierta puedan llevar una vida que les brinde seguridad, que eso contribuya a concientizar a la sociedad que su condición ni es una enfermedad ni es una perversión.
En Noviembre de 2006 el gobierno perredista de la ciudad de México y el congreso defeño dieron el primer paso para la aprobación de la Ley de Convivencia que abriría la puerta para que –tres años después- en el 2009 se reformara el Código Civil del Estado del Distrito Federal para que las parejas homosexuales pudieran contraer matrimonio y adoptar hijos.
Esas acciones fueron rebatidas ferozmente por los gobiernos “conservadores” del PAN que con Vicente Fox y Felipe Calderón, durante dos sexenios gobernaron el país. No obstante, la Suprema Corte de Justicia la Nación no solamente respaldó las reformas que legalizaban la unión entre dos personas del mismo sexo sino que constitucionalmente lo proclamaron válido para que esas uniones en el Distrito Federal fueran reconocidas legalmente en los todos los estados de la República y por todos los entes de Gobierno.
Pero Veracruz es otra historia, aquí impera la discriminación y la simulación. En marzo pasado de este 2014, a las diversas organizaciones de diversidad sexual se les invitó al congreso para “discutir” sobre el tema. No hubo tal dialogo.
Incapaces de abordar el tema con la comunidad lésbico-gay, los legisladores solo conocieron los puntos de vistas de las oenegés, que aprovecharon para dejarles en claro que más que una ley de convivencia, lo que se requiere reformas que permitan el matrimonio legal e igualitario, para lo anterior, observaron, tendrían que reformarse el artículo 75 del Código Civil de Veracruz que limita que el matrimonio es entre “hombre y mujer”, para que precise que el matrimonio es “entre dos personas”, independientemente de su género.
En el tema de la libertad e igualdad, los intereses políticos y los prejuicios religiosos sostendrán su nefasta postura hasta que le puedan exprimir el último de sus perversos beneficios, pero al margen de ese coctel de hipocresía, la comunidad lésbico-gay está en vías de ser desagraviada de la intolerancia y a la discriminación.

(romoaya@gmail.com)(@moralesrobert)

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