jueves, 6 de diciembre de 2007

¿Bueno? ¿Bueno? ¿Chendo?




Salvador Muñoz

Hace varios meses, antes del dos de septiembre.
¿Manuel Rosendo… Manuel Rosendo… Manuel Rosendo? ¡acá está su número! Marqué y no pasaron ni dos “bips” cuando respondieron:
–¡Hola Salvador! ¿Cómo estás? ¿Se te ofrece algo? ¿Alguna entrevista? ¿Puros? ¿Tegogolos? ¡Dime, hermanito! Tú dices rana y yo salto!
Un día después del dos de septiembre marqué el cel 2941034046 y sólo se oyó un ¡bip! ¡bip! ¡bip! ¡Y nada!
Varios días después del dos de septiembre volví a marcar el cel 2941034046 y sólo respondía un ¡bip! ¡bip! ¡bip! Hubo momentos en que pensé que marcaba al celular del correcaminos.
Sin embargo, a fuerza de descargarle varias veces el celular de tanto insistir, por fin, un día, el ¡bip! ¡bip! ¡bip! se transformó en “el diputado está en Tribuna… deje su recado y él luego se comunicará con usted”.
Así que la entrevista nunca se pudo concertar, pero el reportero, insistente, incisivo y más encimoso que burro en primavera, aguardó a que llegara a su cubículo y lo atrapó:
–Diputado Manuel… Diputado Rosendo… Diputado Chausée… Diputado Chendo… ¡Trompo!
Al grito de Trompo, el legislador tuxtleco volteó.
–Oiga, sólo así me hace caso… quiero una entrevista…
–Llámame…
–Pues la verdad sí se está viendo mamón, con todo respeto…
–Te dije Llá-ma-me, no lo que tú piensas…
–No, diputado, si le llamo ya no me va a contestar…
–Bueno, entonces nos vemos en la casa.
–¡Pero si ya no va a los Tuxtlas!
–Por eso, nos vemos en mi nueva casa, ¡acá en Xalapa!
–¿Qué le pasó, mi Trompo? ¿Por qué hace que la Virgen le habla?
Justo en ese momento, se activó su vibrador (el del celular, claro) y contestó:
–¿Me habla Virgen? ¿Halo? ¿Halo?
–¿Virgen?
–No… no era Virgen, bueno, la verdad no sé si sea Virgen, pero no era…
–A poco le llama la Virgen…
–¡Pinche reportero hijo de Pipo! ¿Cómo te atreves a decir eso?
–¡Pus usted dijo!
–Pero yo me refería a Roberto Virgen Riveroll…
–¿Le hablaba por teléfono Virgen?
–No era él; acá entre nos, me insultaron…
En ese momento, volvió a sonar el celular y “El Trompo” no se quiso echar ese trompo y se resistía a responder. El reportero, picado por la curiosidad, tomó el cel del diputado y contestó… tras aclarar que no era el legislador e identificarse como periodista, escuchó paciente. Al terminar, Chendo, el Trompo, Chausée, con los ojos pedía una explicación:
–Mire diputado… se oía como unos estudiantes que querían hablar con un golfo…
–Pinche periodista, por eso luego salen notas amarillentas… de seguro eran los estudiantes de la Universidad del Golfo…
–Eso, y hablaban de algo así como del esfuerzo…
–¡Claro! Si les dije en mi campaña que yo era producto del esfuerzo…
–Ahora sí se equivocó, mi diputado: Ellos se referían a cómo se esforzó en embaucarlos en su campaña, en cómo se esforzó en mentirles y todavía a quedarles a deber 5 mil pesos…
–¡Nomás eran 10!
–¿Diez pesos?
–No, que eran 10 chavos de la Universidad del Golfo a los que embauqué, digo, pedí que cooperaran conmigo…
–Pero dicen que usted les prometió involucrarlos en la política…
–¡Y lo cumplí!
–¿Cómo?
–No ves que ya empezaron a grillarme, ya aparecen en los medios y crean polémica…
–¿Y no les va a cumplir lo que prometió?
–Primero deja que Marina meta a mi gente…
–¿Y después?
–¡A trabajar mi carrera a la alcaldía!
–¿Y los golfos?
–No te digo que Marina no quiere meter a mi gente…
–Me refiero a los estudiantes de la Universidad…
–Ah… pues mientras…
–¿Los va a recibir?
–No, mientras: ¡No les recibo las llamadas!
Y dicho y hecho se metió a su cubículo, me dejó con la grabadora en la mano, pero de inmediato salió. Pensé que había recapacitado, pero no, solamente regresó por su celular, el cual todavía tenía yo en la mano.

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