miércoles, 30 de enero de 2008

Conjugación en tiempo presente

Pedro Manterola Sainz
Hoja de Ruta

“Yo quiero…”, dice todo aquel que desea, espera, busca o pide ser o tener algo. Puede tratarse de un juguete, un libro, un viaje, un premio, una paleta, un huachinango, una fantasía o un capricho. Surgen entonces varias formas de alcanzar lo que se quiere. O bien conformarse con divagar y vivir con el deseo reprimido y la resignación de nunca intentarlo, mucho menos alcanzarlo. Es cosa sabida que lo más difícil de predecir es el futuro, por lo que es preferible arriesgarse a no poder, que pensar que no se puede. Entonces el objeto deseado se toma, se solicita, se compra, se gana, se ordena. Se busca, en primer término. Se ponderan circunstancias y calculan oportunidades. Depende de las condiciones y el contexto del que persigue o pretende conseguir algo. Si es cosa de suerte, basta con adquirir un billete de lotería, arrancar un trébol de cuatro hojas, una herradura, una pata de conejo, rezarle a un santo milagroso o apostar fuerte lo mismo al Barcelona que a los Tiburones Rojos. Si depende así sea parcialmente de la capacidad o aptitudes de alguien, entonces es mejor apostarle al Barsa que al Puebla. Si no es asunto del azar, si está en sus manos adquirirlo, simplemente lo hace suyo, a la buena o a la mala. Si es de otro, se lo compra, se lo quita, se lo roba o se lo envidia. Si nadie más lo quiere, es fácil, relativamente sencillo obtenerlo. Si dos o más buscan lo mismo, empiezan las diferencias que pueden o no resolverse. Si hay más de uno de los objetos o propósitos deseados, se reparten y ya. Si es uno sólo el oscuro objeto del deseo, ya es complejo dar solución satisfactoria para todos a esa pretensión, al mismo tiempo compartida y divergente. Se pueden poner de acuerdo y acceder a él de manera alternada, lo cual suena muy civilizado para ser posible. O bien pueden iniciar un enfrentamiento de consecuencias imprevisibles, como la pérdida de la amistad, si es que la hubo. Si está en manos de alguien dar, prestar, ofrecer, servir o conferir lo buscado, los perseguidores de deseos solicitan, reclaman, piden, obtienen o mendigan la simpatía, favoritismo o inclinación del otorgante. Este puede ser generoso, dadivoso, envidioso o imparcial, en cualquiera de los casos es un problema a resolver. Puede ser que quiera para sí el mismo objeto apetecido, lo cual significa una clara e injusta ventaja. También se da el caso de que aunque desee lo mismo que quienes se lo solicitan, el no quiera, no deba o ya no pueda acceder a cumplir sus propios afanes. O bien que ya haya obtenido o alcanzado ese objetivo, quizá un bien que se obtenga una sola vez y nunca para siempre. Si es hereditario, no hay nada que decir, hasta que cambien las reglas, las costumbres y las leyes. Si no depende de uno, sino de muchos, es indispensable conocerlos, convencerlos, seducirlos u ordenarles, según la fuerza, la simpatía o las necesidades del que pide y del que da. Si el objeto, lugar o facultad ansiada se obtiene por méritos propios, por capacidades y talentos demostrables, ciertos, la competencia se vuelve racional, equitativa. Si se valen las trampas y se permiten fullerías, la ventaja es para los tahúres, los charlatanes, los estafadores y los bribones. Si por el contrario, el juego es con reglas claras y equilibradas, gana el mejor, el más apto, el más hábil y el más inteligente, que no siempre es el más listo. Si se busca o pide ayuda para alcanzar el objetivo, platillo, lugar o cosa, tal vez quien colaboró en el éxito obtenido quiera compartir, arrebatar o repartir el fruto logrado. Lo cual a su vez genera nuevas complicaciones, que pueden ser resueltas o postergadas, pero casi siempre son fastidiosas y perjudiciales. También puede darse el caso de que después de buscar, pretender, pedir, exigir y ganar lo buscado, no encontremos en el fruto obtenido las virtudes, el sabor o el aroma imaginados. Si nos parece poco, no podemos descartar que iniciemos una nueva búsqueda, esta vez por una meta más alta o un premio más apetecible. También es factible que se deban cumplir algunos requisitos y ser dueño de ciertas aptitudes para alcanzar el objetivo trazado. Entonces, poseer sensibilidad, recursos, condiciones, ideas, proyectos, planes y respaldos es más que deseable, indispensable. Cuando llegar al objetivo es asunto de esfuerzo individual, puede ser cansado y agobiante, pero es más satisfactorio. Si se requieren apoyos, ayuda, voluntades o confianza externa, depende de cada quien decidir la estrategia, el modo y el precio a pagar para cumplir los prerrequisitos.
En todos los casos, es condición imperativa contar con el valor, la energía, la articulación, la claridad y el carácter para llegar a parecer, vencer, ser y tener. Lo mismo, ya se dijo, si reclamamos un premio que si anhelamos un regalo, si ordenamos un menú, si buscamos un trofeo o competimos por el primer lugar. Puede tratarse de abrir una empresa, de buscar novia, de comprar un caballo, de patear un balón, ser agente municipal, jefe de manzana o Gobernador de Veracruz. Se requiere siempre de coraje, lucidez, agallas, ideas y eficacia. Se puede caminar, correr o trotar, pero siempre es imprescindible saber arrancar, alcanzar y aventajar. Por eso, aunque muchos quieran, muy pocos pueden. Y “Yo quiero” se conjuga en tiempo presente, aunque se viva en futuro.

No hay comentarios: