lunes, 3 de marzo de 2008

¡Asesino!

Juan Antonio Nemi Dib
Historia de Cosas Pequeñas

Es un hecho científicamente irrefutable que el consumo de tabaco en todas sus modalidades se asocia directamente a enfermedades que pueden ser mortales como cáncer de pulmón, enfisema, bronquitis crónica, neumonía, trastornos circulatorios, enfermedades cardiacas como infartos y endurecimiento de los vasos sanguíneos, cáncer de boca, de laringe, del esófago, de vejiga y páncreas; fumar tabaco también causa conjuntivitis y formación de úlceras.
Incluso las personas que han fumado cigarros por cortos periodos de sus vidas sufren secuelas permanentes e irreparables; 22 de cada cien fumadores desarrollarán la “enfermedad pulmonar obstructiva crónica” (EPOC, por sus siglas), que limita las funciones vitales del cuerpo y que con los conocimientos médicos actuales se puede mitigar pero no curar. También se ha demostrado sin mucha dificultad la asociación del tabaquismo a muchos incendios, accidentes y quemaduras mortales.
El pronóstico de los organismos internacionales es que como consecuencia directa del tabaquismo, en 2008 morirán en el mundo cerca de 4 millones de personas; unas 60 mil de ellas serán las víctimas mexicanas de este asesino apestoso y rebelde. La mitad de esos muertos innecesarios fallecerán prematuramente, antes de cumplir los 60 años de edad y en plena etapa productiva.
El dinero que personas e instituciones gastan para luchar contra los efectos perniciosos de esta pandemia se calcula en decenas de miles de millones de pesos, en México, y en decenas de miles de millones de dólares, en el mundo. Pero lamentablemente, se trata de un problema que afecta no sólo a quienes por su voluntad consumen tabaco y, consecuentemente, asumen voluntariamente el riesgo de enfermar y morir a causa de su adicción. Este vicio daña severamente a personas inocentes, muchas de las cuales no tocarán un cigarrillo en todas sus vidas: se contabilizan en México unos 13 millones de fumadores activos, que consumen habitual o esporádicamente tabaco, sin embargo, son 48 millones de mexicanos los que se diagnostican como fumadores pasivos, es decir, mexicanos envenenados por el humo de tabaco que no han fumado directamente.
Los efectos para un fumador pasivo también pueden ser devastadores: los no fumadores que conviven con fumadores tienen un riesgo 35 veces mayor de contraer cáncer de pulmón, que aquellos que no conviven con fumadores; el 42% de los niños con enfermedades respiratorias crónicas son fumadores pasivos. El humo del tabaco contiene alquitrán, nicotina, arsénico, cianuro, monóxido de carbono, fenol y otras 4 mil sustancias que en muchos de los casos son irritantes y tóxicas que van a depositarse directamente a los organismos de las personas, sin importar quién fumó el tabaco. De esas 4 mil sustancias, al menos 60 tienen efectos carcinogénicos directos, por esa razón varios países clasifican a este “humo de segunda mano” como contaminante peligroso.
Hay riesgos específicos adicionales para los fumadores pasivos: mayor incidencia de asma, mayor incidencia de cáncer de seno y –aunque sea difícil de creer— mayor incidencia de padecimientos cardiacos graves, por fumar pasivamente; hay vínculo directo entre el humo de segunda mano y el síndrome de muerte súbita infantil; se detectan restos de humo de segunda mano en la leche de madres fumadoras pasivas. La lista de daños por humo de segunda mano sigue, y sigue… Preguntaré a un experto si toda esta información significa que el humo de segunda maño daña más a los no fumadores que a los fumadores. De cualquier modo, los fumadores no tienen derecho ninguno a causar daño a los no fumadores, sólo porque se trate de una adicción incontrolable.
Por otro lado, es absolutamente cierto que se trata de un problema que para resolverse requiere, principalmente conciencia individual y determinación de los fumadores a fin de superar su destructiva adicción: la ley no conseguirá obligarles a dejar el tabaco, es verdad. Sin embargo, de acuerdo con las encuestas más serias sobre el tema, 94% de la población mexicana admite los peligros graves de la exposición al humo del tabaco y 81% de los mexicanos respalda francamente una legislación positiva que finalmente decide atacar un problema grave de salud pública mediante un enfoque de interés general y responsabilidad objetiva del Estado. Por primera vez se empieza a proteger a los no fumadores que, evidentemente, están sufriendo la condición de ser víctimas involuntarias y hasta ahora indefensas.
La salud de los no fumadores está por encima de la adicción de quienes fuman y en tratándose de garantías individuales, está muy clara la prevalencia de un derecho sobre el otro. Las leyes para prohibir el tabaquismo en sitios públicos no representan la solución total del problema pero sí una porción sustantiva de ésta. Los legisladores han acertado y ojalá que esta novedosa norma Federal entre en vigor de inmediato, sin complicaciones ni demoras.
Los senadores que se opusieron a la ley para proteger a los no fumadores no votaron a favor del interés general ni tampoco interpretaron el deseo de la mayoría de los mexicanos, cometieron un grave error. Venturosamente se impuso una mayoría razonada y la ley va.
Somos muchos millones de mexicanos los que no fumamos, una enorme mayoría; somos muchos los que respaldamos las nuevas leyes para protegernos de ese asesino, el humo de segunda mano. Ojalá que mi respetado amigo senador veracruzano desista de promover amparo contra ellas como amenazó; en caso contrario, ojalá que la Justicia de la Unión ampare y proteja a la mayoría y le deniegue a él su improcedente petición.
antonionemi@gmail.com

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