martes, 8 de julio de 2008

Libros, útiles y economía familiar

Octavio Augusto Lara Báez
Contornos

Acaban de concluir las clases y con ello, ha iniciado el receso vacacional , breve tiempo antes de que comience nuevamente el calvario de los padres de familia para realizar los gastos del próximo inicio de cursos y los de inscripción al nuevo año escolar. Largas listas de útiles habrán de ser satisfechas, estirando al máximo el gasto familiar o recurriendo a préstamos, con tal de que los hijos tengan todos los materiales solicitados para su formación académica.
Puede lograrse cierto ahorro en la compra de útiles escolares buscando las papelerías con ofertas o mejores precios, buscando marcas más económicas en cuadernos, lápices, pinturas, cuadernos o libretas. No pasa lo mismo con los libros de Secundaria –nivel que ya es considerado básico en nuestro país- y Bachillerato, que deben ser exactamente los que piden los maestros.
Desde 1959, año en que se instaura el libro de texto gratuito en nuestro país, en el gobierno de Adolfo López Mateos, hasta nuestros días, se imprimen para todas las escuelas más de 250 millones de libros de las diferentes asignaturas. Tan solo en los niveles de preescolar y primaria se reparten cerca de 130 millones y de unos años para acá también se reparten más de 30 millones en secundarias.
Esta labor editorial tan importante ayuda a cumplir el sentido de gratuidad de la educación, pero sabemos perfectamente que el material didáctico no lo es todo, dado que las escuelas requieren también de servicios y mantenimiento constante, lo que ha llevado a los directivos y padres de familia a establecer cuotas anuales para hacer frente a esos gastos, cuotas que nunca deberían ser una condición para inscribir a un alumno, aunque es común escuchar en esta temporada quejas de padres de familia en ese sentido.
En el caso de los libros, tenemos por ejemplo la Secundaria, donde todavía no se alcanza a cubrir toda la población escolar con libros de texto gratuitos, así como el nivel Preparatoria; los alumnos tienen que adquirir un número importante de libros a un costo promedio de entre 100 y 200 pesos cada uno, los cuales se supone están elaborados conforme a los planes y programas de estudio de cada grado.
Sin embargo resulta interesante hacer una pequeña encuesta doméstica: ¿tiene usted hijos o sobrinos que cursen algún grado de Secundaria o quizá Bachillerato? Pregúnteles sobre cualquiera de las materias, para las cuales requirió un libro de texto no oficial, en qué porcentaje lo utilizó a lo largo del año escolar. No se asombre si su respuesta pudiera ser: “casi nunca” o “sólo en algunas ocasiones” o en muchos de los casos “el 50% de su contenido”.
Por eso valdría la pena que, ante la situación económica que prevalece y afecta a la mayoría de las familias mexicanas, las escuelas y sus profesores llevaran a cabo una revisión de los textos que están solicitando para el nuevo ciclo escolar, para definir cuáles son aquellos que ameritan realmente su compra o cuáles son únicamente textos de consulta, que la escuela puede poner a su alcance en la biblioteca.
Esta acción sería un importante apoyo para todos los Padres de Familia, quienes no escatiman en gastos para cumplir lo que sus hijos requieren para sus actividades escolares pero que, con justa razón, buscan evitar un desembolso que pueda ser innecesario.
En el mundo de hoy, en donde la política educativa da una especial atención al manejo de competencias, se antoja necesario que las autoridades educativas replanteen el uso del libro como apoyo y guía didáctica para asegurar que los textos que se pidan al alumnado verdaderamente sean los más convenientes para cumplir los objetivos de cada curso, complementando el proceso de enseñanza con otros recursos de enseñanza.
A los estímulos que el Gobierno federal y los estados otorgan regularmente a través de la Profeco, en coordinación con las cámaras de comercio y otras instituciones sociales, previos a cada nuevo ciclo escolar, debe sumarse una supervisión de la Secretaría de Educación para verificar que el gasto aplicado a los útiles escolares y libros sea el estrictamente necesario. Los padres de familia lo agradecerían mucho.

olarabaez@hotmail.com

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