lunes, 8 de septiembre de 2008

Elegir en Veracruz: los municipios y la inseguridad

Pedro Manterola Sainz
Hoja de Ruta

Condena unánime a la inseguridad, a la incertidumbre, al dolor y la angustia. Interminables los testimonios del terror, del miedo, de la libertad amenazada, de la paz perdida. Son casi invisibles eficacia, honestidad y trabajo en policías, gobiernos, jueces y funcionarios. En la ecuación, el resultado erosiona la confianza, diluye la esperanza y posterga el mañana lo mismo 90 días que un sexenio. El mañana nunca llega y cuando está cerca apuesta al olvido, al retorno de la indiferencia, a la reincidente demagogia.
Alejandro Martí, intenso protagonista de un dolor tan penetrante que ya es de todos, resume la indignación de un país: “Si la vara está muy alta, si no pueden, renuncien”, remata con un sufrimiento tan profundo que deshace el silencio, mezcla indisoluble de resistencia y desolación, mezcla que lo hace aún mejor ciudadano, mejor hombre de lo que ya es. Sus palabras tienen destinatarios precisos, y expresan un sentimiento extendido en todas partes y compartido por casi todos, lo mismo en calles llenas de luz que en el Azteca vestido de blanco. Solo parecen no entenderlo policías, funcionarios, legisladores y gobernantes, precisamente quienes deberían sentir, escuchar, y atender una exigencia, un mandato de ciudadanos que con su voto los han hecho ganar, solo para que ya instalados en palacios, oficinas y cubículos, finjan amnesia.
La Secretaría de Gobernación la ocupa un contratista de origen aleatorio, quien, más allá de sutilezas como eficacia, honradez o patriotismo, tiene como principal objetivo pavimentar una ruta propia a Los Pinos. El país siempre puede esperar. En el Distrito Federal, paradigma de la inseguridad, origen de mitos urbanos y realidades inhumanas, el Jefe de Gobierno acerca sus pasos a las demandas ciudadanas mientras se aleja de las desmesuras de su líder. Poblanos y oaxaqueños son agraviados por opresores sin más ley que la de la selva y sin más contrapeso que la opinión pública. En los municipios se repatrían alcaldes asesinos mientras vemos comandantes que pagan renta a los alcaldes y la cobran a los delincuentes, revenden armamento o son protectores de “narcomenudistas”.
Con la policía montada al mando del jinete sin cabeza, deambulan los 75 compromisos con la seguridad de que no todos serán cumplidos. En las alturas las cosas se entorpecen por mezquindad política o ánimos sucesorios, en los estados no terminan de afianzarse la seguridad y la justicia, pero en los municipios las cosas podrían ser distintas. En la demarcación municipal es más sencillo dar cauce a la indignación ciudadana y establecer mecanismos para el encuentro de gobernantes y ciudadanos, en teoría, y en manos adecuadas, es menos complicado el acuerdo, el diálogo, la construcción de agendas comunes que tienen el escrutinio directo, cotidiano, de los conciudadanos, de los vecinos.
Casi todos los compromisos tienen en el municipio espacio y oportunidad. Una vez convencidos ediles y funcionarios de que están ahí para permanecer atentos a la ciudadanía y no a sí mismos, podría crearse el Consejo Municipal de Seguridad Pública, sesionar periódicamente donde ya existe e informar en todos lados cuál es su función y su papel, que podría incluir el de evaluar, premiar, sancionar y remover, según el caso, a funcionarios, comandantes y policías, restablecer la figura del juez de barandilla, crear una unidad municipal de atención a víctimas del delito, emprender campañas contra el consumo de drogas y a favor de la cultura de la denuncia, recibir quejas y propuestas, determinar medidas como seguro de vida a policías, patrullaje en zonas rurales, reducción de horarios de bares y cantinas, disminución y control de vendedores ambulantes, etc.
El Consejo podría responder las siguientes preguntas: ¿Cómo, por qué y quién recluta los elementos policíacos? ¿A cuántos, cuándo y por qué se ha dado de baja? ¿Cuáles son las condiciones laborales, salariales, de capacitación, equipamiento, comunicación, vehículos, uniformes, armamento, moralización, alimentación y nivel educativo de los cuerpos policíacos? ¿Cuántos recursos, y en que renglones, ha destinado cada Ayuntamiento en la página de seguridad para el 2008? ¿Quiénes tienen licencia de portación de armas de fuego?
¿Qué impide desarrollar un Programa así en los municipios de Veracruz? Ediles como el impresentable regidor martinense que proclama que no destinarán ningún recurso de la bursatilización para seguridad pública, que todo se invertirá, avisa, en obras. 30 millones que lo convierten en ansioso danzante de la caravana del diezmo. La voracidad se transforma en ineptitud ante la insensibilidad de sus pares y el desprecio ciudadano. Qué papelón.
El 2009 si está en todas las agendas. Los perredistas transforman la muerte lenta del PRD a manos de André Manuel, en el suicidio de la “pejemanía” golpista. Abducidos por un Fox recargado y, enganchados a los votos que reparta la Sedesol, los panistas encuentran vida después de Fox de la mano de… Fox. Festivos predicadores de la “guanajuatización”, nostálgicos anticipados del poder que nunca tuvieron y van a perder, ellos quieren pero el país no merece otro “guanajuatizado” y devastador sexenio sin pies, sin cabeza y sin… sin pantalones. Una vez que los “guanajuaticen”, por los caminos de Guanajuato sabrán que allá las urnas no valen nada, y, antes de dar el grito en el 2012, iniciarán su peregrinar en busca de un buen “desguanajuatizador”. Los priistas descubrieron en Aguascalientes el Santo Grial de la socialdemocracia, y llevan la buena nueva a sus militantes, tan sorprendidos como dispuestos a compartir su flamante identidad. Pero Andrés Manuel no es ya el justiciero de “primero los pobres”, sino el ofuscado de “primero, y al último, yo”; es imposible que Calderón encuentre en la “guanajuatización” el rumbo y las convicciones de las que carece su gabinete; y en el priismo el 2012 sigue siendo el único referente que une, aquieta y promete.
El ciudadano quiere recuperar poder adquisitivo, tranquilidad y estabilidad. Luego tendrá o no razones para votar por el que quiera o contra el que no quiera. Empezar por recuperar la confianza en el orden de gobierno más inmediato suena tan factible como oportuno. En los municipios está el germen que alimenta las urnas. Y después veremos quienes tendrán cara para pedir votos en el tobogán del 2009-2010-2012.

pmansainz@hotmail.com

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