jueves, 18 de diciembre de 2008

Indefensos

Sergio Sarmiento

"Indefensos bajo la noche. Nuestro mundo yace en estupor".
W.H. Auden


"Déjeme expresarle mi caso porque ya no sé qué hacer.
"Tengo una empresa en Tultitlán, estado de México, la cual a partir del viernes 5 de diciembre empezó a recibir llamadas de extorsión por 20 mil dólares a cambio de seguridad o de lo contrario nos iban asecuestrar. Además de la llamada, un automóvil se estacionó afuera dela empresa con tipos armados, los cuales parecía que nos estaban presumiendo sus armas.
"Llamamos a la AFI para denunciarlos y nos dijeron que no nos pueden ayudar hasta que nosotros no identifiquemos el número desde el cual nos están llamando. Llamamos al 066 y nos canalizaron con la policía municipal, la cual nos dijo que iban a enviar una patrulla, la cual nunca llegó. Llamamos al 089 y nos dieron un teléfono de apoyo en el cual, al parecer, venden llantas.
"No somos los únicos en esta situación. Esta gente tiene amenazada a toda la población de empresarios y comerciantes en el municipio y las autoridades no hacen absolutamente nada.
"Recurro a ti para que me propongas qué debe hacer un ciudadano que no se piensa dejar extorsionar pero que a su vez no recibe apoyo de las autoridades".

Cuando recibo este correo electrónico, leo el texto en mi programa de radio. A los pocos minutos recibo una llamada de Tecámac, también en el estado de México.
"A mí me pasa lo mismo -señala el radioescucha-. Me hacen llamadas a mi empresa para vender protección. Si no, de lo contrario nos secuestrarán y a los empleados también".
En las semanas previas, otros dos empresarios, uno del estado de México como estos dos y otro de Michoacán, me cuentan historias similares. Como en el Chicago de los años treinta, la extorsión se está convirtiendo en una nueva forma de operación de las mafias de nuestro país.
Que los criminales busquen constantemente formas de expandir su negocio es lógico. Lo que inquieta es la falta total de capacidad de las policías federales, estatales o municipales para enfrentar el reto.
Si los ciudadanos nos sentimos indefensos ante los criminales es por buena razón: y es que sí estamos indefensos.
Las policías están cada vez más rebasadas por los criminales. Simplemente no tienen ni recursos ni capacidad técnica para cumplir con su labor. A pesar de que la función principal del Estado, de cualquier Estado, es garantizar la seguridad de los gobernados, los políticos mexicanos no muestran gran interés en cumplir con esta responsabilidad. De un presupuesto de gasto del gobierno federal de 3 billones 45 mil millones de pesos para el 2009, la Procuraduría General de la República recibirá 12 mil 310 millones de pesos (igual que el IFE) en tanto que la Secretaría de Seguridad Pública obtendrá 32 mil 917 millones. Los 45 mil 227 millones de pesos sumados de estas dos instituciones, las encargadas de proteger a los ciudadanos y de perseguir a los que comentan delitos, representan apenas el 1.5 por ciento del presupuesto.
No debe sorprendernos que cuando un ciudadano recurra a las instancias que deberían protegerlo de los delincuentes se tope con burocracia e ineficacia.
El Estado mexicano utiliza el dinero para muchas otrascosas: para pagar los sueldos y gastos de los legisladores (15 millones por cada uno de los 628 diputados y senadores cada año), para subsidiar universidades que cobran una colegiatura de 20 centavos al año, para cubrir los sueldos y gastos de millones de burócratas, para subsidiar las gasolinas y a la Compañía de Luz y Fuerza del Centro, para difundir la cultura, para tener embajadas y consulados en el extranjero, para organizar elecciones y subsidiar los gastos de los partidos políticos, para ayudar a los pobres. Quizá todas esas actividades sean muy valiosas, pero lo cuestionable es que después de repartir el dinero quede sólo el 1.5 por ciento para financiar la tarea fundamental del Estado.
El problema es que si el crimen hace lo que se le antoja con los gobernados, si la autoridad no puede proteger a quienes pagan impuestos de los robos, secuestros, homicidios y extorsiones, entonces la justificación del Estado desaparece.
Padres de familia como Nelson Vargas y Alejandro Martí pueden rendir testimonio acerca de la ineficacia de las policías en México. La experiencia de quienes son menos conocidos es todavía más dramática, porque recoge no sólo la incapacidad de las autoridades sino su absoluta indiferencia ante las víctimas del crimen.
Esperemos que no llegue un momento en que la ciudadanía exasperada ante la incapacidad del Estado para cumplir con su principal responsabilidad tenga que tomar la justicia en sus manos.
Hay un vacíode autoridad en nuestro país... y la naturaleza aborrece los vacíos.

SECUESTROS Y CELULARES
¿Aumentan los secuestros? No importa. Los políticos siempre vienen al rescate. ¿Qué han hecho para impedir este delito que tanto agravia alos mexicanos? Ordenar un registro de todos los usuarios de telefonía celular y de los millones y millones de llamadas que se producen cada día. ¿Ayudará esto a combatir el secuestro? Por supuesto que no. Cualquier secuestrador puede robar un teléfono cuando quiera para hacer una llamada de rescate (con lo cual convertirá al dueño del celular en sospechoso del secuestro). Lo que sí lograrán los políticos es crear un nuevo laberinto de burocracia, de ésos que tanto les gusta tener.

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