domingo, 29 de marzo de 2009

¡Un 066 desalentador!

Salvador Muñoz
Los Políticos

“The Warriors” fue una película que marcó a mi generación. Tendríamos entre 12 y catorce años cuando la vimos, si no mal recuerdo, en la sala Roma de Orizaba, Veracruz.
Dicha película trataba de una pandilla, “The Warriors”, que hacen toda una odisea por Nueva York para escapar de otras “bandas” que los culpan por la muerte de un líder.
Tras la efervescencia que provocó el filme, cual generación espontánea Orizaba se vio “cundida” de varias pandillas entre ellas, por supuesto, “Los Guerreros”, encabezados por un joven llamado Víctor Hugo, el más despiadado rijoso y pendenciero del momento.
La vez que vi pelear a Víctor Hugo, me sorprendió la furia que proyectaba en su cara… no era el mismo Víctor Hugo de la primaria, al que decíamos “El Pelucas Pixi”, por su cabellera excesivamente lacia y corte de cacerola ni era el escolar de bajo promedio que “alguien” ocurrente alguna vez lo bautizó como “Víc-tarugo”…
Sin embargo, la memoria de Víctor Hugo no era tan buena para recordar esas afrentas infantiles y cada vez que lo veía, solamente me saludaba con una mirada y un movimiento de cabeza que igual recibía.
El lugarteniente del líder de los Guerreros era “el Zorra”, joven de escasos 16 años, pero igual de buenos para los guamazos con tal de defender el “territorio”.
Había otras bandas, como los “Arturitos”, que fue más célebre por ocasionar más escándalos… no recuerdo quiénes las conformaban, pero al parecer eran jóvenes con dinero…
Estaban los “Travoltas” y alguno que otro grupo “breikdancero” pero que sólo competían en las pistas de la disco… los otros en la calle.
No me extrañe que “The Warriors” haya motivado también el origen de la triste célebre banda de “Los Panchitos”, de la que, incluso, se hizo una película.
¡Vaya! Incluso, cuando iba a la prepa, y tenía que cruzar por una larga avenida (la Norte 2), unos amigos me habían dado una clave para que nadie me molestara… ¡un silbido!
Así que cuando caminaba por esas calles rumbo a la escuela y escuchaba un silbido, respondía igual… ¡y nadie se metía conmigo! Ni los mariguanos que pedían “coperacha pa’ la chela”… pero ¡ay de aquel que no respondiera o desconociera la clave! Era víctima de una golpiza o un asalto.
¡La ley del Barrio! Nada más.
Han pasado cerca de 30 años de cuando vi “The Warriors” y un vecino y mi hijo me los hacen recordar de nuevo.
El vecino me comenta que el sábado, cuando salió a hacer algunas compras, al cruzar al parque, un olor inconfundible penetró sus fosas nasales ¡le llegó “el petatazo”! De inmediato se percató de dónde venía el olor… un VW azul marino con cuatro o cinco jóvenes ¡fumando mariguana! A qué hora serían… ¿entre siete y ocho de la noche?
Dice que se dirigió pronto a una caseta telefónica, reportó al 066 “el petatazo sospechoso” y esperó a prudente distancia el arribo de la patrulla… pasaron 20 minutos, media hora… los jóvenes del VW se bajaron, se dirigieron al centro del parque donde se reunieron con otro grupo de adolescentes y unas jovencitas que llaman “la banda de las Gordas” (por obvias razones) y allí estuvieron otros 10 minutos.
Al vecino le llamó la atención que no apareciera la patrulla pero que sí hicieran acto de presencia dos individuos vestidos de civil que se apostaron, uno, en la esquina del parque; el otro, a escasos tres o cinco metros del VW ya vacío… veían detenidamente al grupo… pero la patrulla nunca apareció.
Al poco rato, los jóvenes volvieron a subir al VW azul marino y tranquilamente se retiraron.
Mi hijo, adolescente de 14 años, me habla de tres pandillas: Los Sayayines (que usan un peculiar corte de cabello y las patillas en forma de punta, como en la caricatura de Dragon Ball Zeta), Los Pelones y Los Sureños, que asegura, por la lectura en las notas policiacas (es un asiduo lector a esa sección), son de la unidad Xalapa 2000.
Me llamó la atención esa última banda porque es la misma que, jóvenes del parque con los que platico por tener en común mascotas perrunas, identificaron cuando les hice referencia del consumo de la mariguana.
“No estoy en contra de que el joven experimente, pero sí de que haga del consumo de drogas un vicio”, me dijo el vecino que habló al 066, que asegura que a él no le espanta un joven mariguano, pero sí cinco jóvenes bajo el influjo de alguna droga… con uno se puede detonar la violencia, como le ocurrió hace poco a un joven aquí, en el parque, que fue agredido por tres tipos que, alcoholizados o drogados, lo intentaron golpear, de no ser por el auxilio de otro vecino que lo ayudó.
La petición que mi vecino hace al señor Arturo Bermúdez Zurita, titular del C-4, es que haga efectivo el auxilio y no cree un desalentador 066 que, a la hora en que se acerque uno al teléfono de casa o caseta, lo desanime a querer marcar porque sabe que allí, ¡nadie le va a hacer caso!

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