miércoles, 29 de julio de 2009

Arias Lovillo… los asuntos pendientes

Álvaro Belin Andrade
Hora Libre

No ha sido una sorpresa para nadie la decisión de la Junta de Gobierno de designar, para un segundo periodo de cuatro años, al rector Raúl Arias Lovillo. Y no lo ha sido porque meses antes de que se emprendiera el proceso de auscultación estaba claro que el proyecto vigente en la Universidad Veracruzana necesitaba continuidad.
Lo cierto es que, independientemente de la afirmación del prorrogado Rector en el sentido de que ha salido fortalecido, lo que dejó claro el periodo de fragor mediático durante el proceso de designación, es que urgen decisiones más contundentes en la gestión y en el mando de los asuntos universitarios, una mayor capacidad de trabajo e innovación en el equipo de Rectoría y superar los vaivenes soporíferos a que ha obligado un regusto por los espejos.
Más hacia adentro y menos para afuera. Más trabajo minucioso y compartido con los actores de la comunidad universitaria, sin olvidar el sentir cotidiano de los estudiantes, y menos despliegue publicitario que tanto ensordece y envanece.
Lo que viene son retos mayúsculos. Y deberán ser enfrentados no sólo con cambios en el equipo directivo, que sí faltan, sino también con una férrea voluntad para hacer posibles cambios en la estructura anacrónica con que se gobierna y una actitud más inclusiva, con ánimo de poner en común los diversos puntos de vista de la comunidad universitaria.
Hay que recordar, además, que será una gestión entre sexenios. A Arias Lovillo le tocará actuar con dos gobernadores, por lo que deberá fortalecer su funcionamiento autónomo y una gran actitud para poner a la casa de estudios en la gradiente del desarrollo social, político y económico de la entidad, lo que no sucederá si se mantiene como hasta ahora.

El modelo flexible pide más flexibilidad
Lo primero que salta a la vista, y es algo a lo que se refirió Raúl Arias en su conferencia de prensa del lunes, es la operación del modelo educativo flexible que, de ser una propuesta innovadora que coloca al estudiante en el centro del proceso educativo para dotarle de una mayor capacidad de autogestión y de aprendizaje de por vida, se ha convertido en muchos casos en un verdadero calvario para no pocos universitarios.
Falta resolver problemas derivados de la incorrecta organización del profesorado que impide un atractivo ajuste en los horarios de clases. Ello evitaría que la mayoría de los estudiantes se eternizaran en las facultades, obligados como están a dedicarse exclusivamente a sus asignaturas sin posibilidad de dedicar tiempo a actividades extracurriculares. En efecto, se repiten los casos de estudiantes que deben ir por la mañana y por la noche algunos días, o al mediodía y por la tarde en otros.
Más severo que ello es lo que tiene que ver con la infraestructura, que es el coco de la actual administración universitaria, incapaz de obtener recursos extraordinarios para apoyar con mejores espacios y herramientas a un modelo que buscaba no sólo mejorar a los futuros profesionistas sino elevar indicadores tales como la eficiencia terminal.
He conocido casos de estudiantes que, pese a su esfuerzo, no ven el día en que terminarán su carrera. Esto no sólo los afecta a ellos, también pega en la eficiencia institucional que ya debe estar viendo cómo se engrosan sus filas ante la mayor lentitud en el egreso, lo que eleva costos, satura los de por sí insuficientes espacios bibliotecarios, talleres, laboratorios e incluso aulas, y obliga a la contratación de un número creciente de profesores por horas.
Como dijo el propio Rector, en sus foros casi el 40 por ciento de las preocupaciones de los universitarios se centraron en la operación del MEIF. Y hay que agarrar al toro por los cuernos.

¿Desconcentración, descentralización o universidades regionales?
Para atender las necesidades sociales regionales, la UV debe emprender una histórica reingeniería de su estructura de gestión y de gobierno. No es posible hacerlo como está estructurada actualmente, ni por su cuerpo legislativo ni por su extremado centralismo político, burocrático y académico.
Hasta el momento, pese a que se maneja como un proyecto del actual equipo rectoral, que por otra parte ha sido también propuesto por el investigador Octavio Ochoa Contreras (dentro de la propuesta del ex candidato Félix Báez-Jorge), no se ha hablado mucho de la posibilidad de reformar la legislación universitaria para convertir a la UV en tantas universidades como vice rectorías tiene.
En anterior entrega de Hora Libre comenté que una de las soluciones a su gigantismo, a las brechas de desigualdad que se siguen ampliando a pesar de los esfuerzos financieros y a su imposibilidad para ampliar su oferta académica tanto en opciones profesionales nuevas como en número de lugares para una demanda que crece cada año, sería convertir a la UV en tantas universidades públicas como campus regionales existen.
La intención de transformar las estructuras académicas actuales, en que hay un divorcio entre la docencia y la investigación, para unirlas en un modelo departamental como sucede en la Universidad Autónoma Metropolitana y, en el paquete, convertir cada región universitaria en una estructura autónoma, independiente, con gobierno y proyecto de desarrollo propios, ha estado en la mente del equipo que encabeza Raúl Arias Lovillo.
Este modelo descentralizador se ha hecho indispensable no sólo para romper la disparidad en el desarrollo de cada una de las regiones universitarias, sino también porque no se puede pensar en un crecimiento importante de la oferta de espacios educativos en una institución que hace años rebasó el criterio de población estudiantil máxima, impuesto por la SEP y la ANUIES.
Durante el proceso de auscultación, Ochoa Contreras propuso la constitución de un sistema universitario descentralizado pero orgánicamente integrado, de cinco universidades públicas, para lo que se requeriría transformar la estructura orgánica y el gobierno universitario, transitar hacia un sistema universitario integrado por cinco universidades regionales, ampliar y diversificar la oferta educativa, renovar la organización académica, evaluar y perfeccionar el modelo educativo, transformar la administración universitaria y contar con una nueva legislación.
Habrá que ver si ello es propuesto por el rector Raúl Arias Lovillo.

Los cambios que se avecinan
Ya Arias Lovillo ha prometido ser incluyente en cuanto a las propuestas de sus adversarios, que no de la inclusión de dichos adversarios a su equipo. También reconoció que dará una buena señal de cambio con la sustitución de sus dos brazos operadores: Ricardo Corzo Ramírez y Víctor Aguilar Pizarro, secretarios Académico y de Administración y Finanzas.
Para el primer caso suena con fuerza el nombre de Alberto J. Olvera, un investigador que ha sabido labrar una imagen de honestidad, actitud crítica y compromiso institucional. Vale la pena conocer lo que este intelectual veracruzano ha descrito sobre el desarrollo de la UV:
“La universidad ha cambiado mucho en los 12 años que lleva gozando de autonomía. Inició su vida autónoma cargando el fardo de décadas de control político que habían sumido a la institución en la mediocridad y la habían fragmentado en un conjunto de islas sin relación entre sí, sin propósito ni misión académica como eje de sus actividades.
“En estos años la institución ha venido saliendo del fondo de la tabla de las universidades públicas para transformarse en una institución líder en algunas áreas, competitiva en otras y aun estancada en varias más, pero con un espíritu de transformación del que carecía por completo hasta hace muy poco tiempo.
“Se han venido imponiendo criterios académicos de valoración del desempeño de autoridades, maestros y alumnos, que ha sustituido a los pactos, negociaciones y alianzas particularistas del pasado. Se ha transformado el modelo de enseñanza, lo cual ha venido cambiando poco a poco la cultura laboral de los maestros y se ha creado un modelo distinto de alumno, cada vez más autónomo y proactivo.
“Se ha impulsado la investigación y el postgrado, que antes de la autonomía eran áreas casi inexistentes en la práctica (que no en el papel), con pocas y honrosas excepciones”.
Para él, la agenda a largo plazo del rector Arias Lovillo gira, entre otros, en torno a los siguientes ejes: una segunda generación de reformas al modelo educativo integral y flexible; una descentralización mayor que sirva al propósito de cerrar brechas entre regiones y áreas de conocimiento; un mayor impulso a la investigación y el postgrado en el contexto de un proceso de reorganización académica que evite la actual separación entre la docencia y la investigación; transformar la cultura y la práctica universitaria en base a los principios de sustentabilidad ambiental, pertinencia social, rendición de cuentas, participación y calidad; fortalecer y consolidar la planta académica, y una mayor atención a las necesidades de la sociedad veracruzana en los ámbitos productivo, social, político y cultural.

¿Emilio Ribes Iñesta, a la Secretaría Académica?
Otro nombre que podría ser considerado para la Secretaría Académica en el nuevo periodo rectoral de Arias Lovillo es el del psicólogo Emilio Ribes Iñesta, cuya reincorporación a la comunidad de la Universidad Veracruzana fue anunciada en una reunión celebrada este martes 28, para “apoyar las tareas de transformación de la institución”.
Luego de estudiar la carrera de psicología en la UNAM, Ribes Iñesta vino a Xalapa en 1964, en compañía de Antonio Gago, para unirse con Víctor Alcaraz (hoy director del Consejo Veracruzano de Ciencia y Tecnología), atraído por la gran efervescencia que había cobrado la carrera de Psicología, que creció en reconocimiento durante los rectorados de Fernando Salmerón, Fernando García Barna y Rafael Velasco Fernández. En ese periodo se logró que, por primera vez en América Latina, la psicología formara parte de la Facultad de Ciencias.
El grupo que atrajo la UV, conocido como Grupo Xalapa, convirtió a la ciudad en la meca del conocimiento psicológico moderno, al unir la enseñanza de la psicología con la investigación, la experimentación y el servicio comunitario, con la operación de la Clínica de la Conducta de la UV.
Además, en 1967 logró la realización del primer Congreso Mexicano de Psicología, que marcó el inicio de una importante etapa para la actualización de los docentes de la disciplina, y en 1969 creó el primer posgrado en Modificación de Conducta de habla hispana, de manera paralela a la organización del Centro de Entrenamiento y Educación Especial de la Facultad de Ciencias, ambos en la UV.
¿Qué dijo Ribes Iñesta en la reunión celebrada en la Rectoría? Expuso las trasformaciones que debe tener la universidad pública mexicana, el desarrollo de la investigación y el papel trascendental de los egresados como responsables de renovar la planta docente; criticó el hecho de que los estudios de posgrado surgieron como vías de mejorar el nivel de los egresados de licenciatura y no dirigidos a la investigación, lo que condenó a los institutos de investigación a ser islas separadas.
Para él, las universidades deben convertir a la investigación en la base de la pirámide porque la función de la universidad es generar y aplicar el conocimiento. Una vez que se tiene una masa crítica dedicada a la generación del conocimiento, ésta debe formar a los nuevos generadores de conocimiento para lo cual se deben crear los posgrados, que deben surgir después de los institutos y no antes.
Recomendó una estructura horizontal en la que puedan comunicarse las facultades y los institutos y centros de investigación; propuso un programa de incubación que dé seguimiento y beque a estudiantes destacados de licenciatura para que realicen estudios de posgrado y se conviertan en académicos investigadores.
No hay que perderlo de vista. Fue, prácticamente, el primer aviso dado por el rector Raúl Arias Lovillo en el tema académico.

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