jueves, 9 de julio de 2009

Los intrincados caminos hacia la rectoría

Álvaro Belin Andrade
Hora Libre

De los candidatos a ocupar la rectoría de la Universidad Veracruzana, sólo los tres que se inscribieron en serio –y no sólo para alimentar temporalmente su ego– se han mantenido en los medios, publicitando sus propuestas para el futuro de la casa de estudios.
Llama la atención, sin embargo, que en su discurso dos serios competidores, Félix Báez-Jorge y Francisco Montfort Guillén, hayan recrudecido (y, en algunos casos, sobredimensionado) los ataques al más fuerte contendiente, Raúl Arias Lovillo, en algunos casos copiando la derrotada estrategia que le significó la renuncia al panista Germán Martínez.
Montfort Guillén, por ejemplo, parece querer una contienda menos compleja cuando insiste en solicitar a Arias Lovillo que retire su candidatura. Aduce que sería ilegal una segunda reelección, cuando la Ley de Autonomía sólo considera una, sólo porque Arias suplió a Arredondo en sus nueve últimos meses y luego se postuló para un primer periodo formal como rector designado, lo que Montfort considera reelección.
Báez-Jorge, por su parte, ha elegido dos o tres temitas en torno a los cuales ha insistido para golpetear a Arias Lovillo: el equipo Halcones de baloncesto (se ha ido incluso en contra de la mascota, con la que tan identificados estamos los universitarios), los altos sueldos de los funcionarios universitarios, acabar con los dispendios, una gotera abierta en el Instituto de Antropología, en fin.
Montfort se sostiene en la crítica a la estructura centralizada del gobierno universitario, al enfoque que ha optado la UV para darle mayor peso al aprendizaje que a la enseñanza y que da al estudiante un mayor protagonismo; a la baja calidad e intensidad “de la vida académica, deportiva, cultural, juvenil” de los estudiantes, al gasto excesivo para la celebración de ostentosos actos de poca trascendencia académica como la entrega de doctorados Honoris Causa.
Sea por su acostumbrada ofuscación ante la crítica o por la torpeza de sus asesores, algunos de los cuales todavía se creen en la época del gangsterismo estudiantil de finales de los setenta, el candidato Raúl Arias Lovillo ha hecho una defensa poco afortunada de su gestión ante los dardos envenenados que le arrojan sus contrincantes, en una agenda impuesta por cierto por algunos medios de comunicación.
Pero ya los tres han probado las hieles de la crítica y la descalificación.
Montfort Guillén, quien se autonombra el más conspicuo impulsor del pensamiento complejo en Xalapa (a cuyo creador, el francés Edgar Morin, la UV le otorgó el grado de doctor Honoris Causa en la época de Víctor Arredondo), le han recordado su paso por el Instituto Electoral Veracruzano (IEV), tiempo en que los gastos en procesos comiciales se elevaron espectacularmente, frente a una difusa rendición de cuentas.
A Félix Báez-Jorge ya le dieron un quienvive en un periódico digital y su respuesta fue tan inmediata como virulenta, lo que lo muestra con piel altamente sensible. Ha hablado de la injusta situación de los académicos (frente a gastos que él califica de faraónicos), pero algunos profesores e investigadores de la UV le recuerdan que ha sido de los universitarios privilegiados durante décadas.
Basta mencionar que, pese a la reducida infraestructura para la investigación, él ha conservado por años un cubículo en la sede del Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales por el que pocas veces se aparece, mientras muchos de sus compañeros deben improvisar mesas en los pasillos o trabajar en casa para avanzar en sus investigaciones. La misma situación enfrenta la eterna directora del Archivo General del Estado, Olivia Domínguez, cuyo cubículo en ese instituto se mantiene desierto de manera permanente.
Fuera de estas escaramuzas, lo cierto es que están aflorando propuestas de quienes deben demostrar que son realmente gentes pensantes.

Los credos de Báez-Jorge y Montfort
En sus “Ejes estructurales para la transformación de la UV”, Félix Báez-Jorge reconoce la participación de muchas mentes en el esclarecimiento de una propuesta para dar un rumbo distinto a la casa de estudios, que se centra en cuatro ejes generales: 1) Una nueva lógica de poder, 2) Reorganización académica, 3) Reorganización administrativa, y 4) Participación de la Universidad Veracruzana en el desarrollo de la entidad
El primer eje considera la revisión exhaustiva de la normatividad institucional, la reordenación de la estructura orgánica de la UV y el tránsito de la desconcentración a la descentralización académica, administrativa y financiera de la Universidad, para la construcción gradual de un sistema universitario con cinco rectorías.
El segundo busca incidir en los ámbitos de la docencia y la investigación (con especial énfasis en el posgrado), la gestión cultural y la extensión universitaria.
El tercero busca alcanzar una nueva estructura que dinamice la gestión y permita el desarrollo de acciones eficientes y pertinentes para apoyar las tareas creación, investigación, docencia, gestión cultural y extensión, que pasa por construir un sistema real de rendición de cuentas que incorpore la figura de la contraloría social.
Como planteamos en nuestra anterior entrega, el documento de Octavio Ochoa Contreras está dando contenido al programa presentado por el antropólogo. Él mismo apunta que en su proyecto, dicho documento cumple el papel de referente ordenador de las diversas propuestas formuladas por sobresalientes académicos.
El último eje se orienta a superar las acciones aisladas de vinculación social de la UV, mediante un verdadero proyecto de articulación que contemple nuevas formas de financiamiento y el diseño de un plan de desarrollo de la educación superior.
Repara en cuatro problemas que enfrenta la UV en materia científica y tecnológica: endemismo (es decir, sólo ver hacia adentro, competir con los de casa), alta concentración en el campus central, producción desigual por áreas de conocimiento, y relevo generacional.
Mientras tanto, apenas este martes, Francisco Montfort Guillén mandó sus cinco mandamientos para orientar a la Universidad Veracruzana por “el deseo vehemente de aprender”, aunque tras su lectura no se sabe si ese deseo vehemente es de aprender a golpear.
En el documento dice contender con base en ideas y propuestas, evitando las descalificaciones de las actuales autoridades. Sin embargo, tan pronto damos la espalda, en su primer mandamiento asesta:
“Quienes expresen que la única persona capaz e insustituible para conducir la UV, es el actual rector, comparten creencias de la más anquilosada cultura política. Todos los actos de promoción del actual rector y todas las maniobras para descalificar o minimizar otras candidaturas, revelan el atraso ideológico de creer en la salvación, gracias a la acción de un hombre providencial”.
En el segundo, sigue despotricando de Arias Lovillo, sin nombrarlo, así como de quienes lo apoyan:
“Existen cegueras para analizar la situación de la UV. Las actuales autoridades, sus apoyadores y muchos de sus críticos no ven, no perciben que si la universidad tiene problemas y sus éxitos son individuales, aislados y débiles es porque las autoridades fuertes y los hombres providenciales –los super-rectores– impiden el desarrollo de la institucionalidad”.
En el tercero, señala que existen excesos de autoridad y comportamientos indecorosos, donde dominan las relaciones personales fincadas en el otorgamiento de favores, en intimidaciones y en comportamientos corporativos.
Al siguiente critica la falta de reconocimiento oficial y social del maestro y la ausencia del orgullo de pertenencia y prestigio profesional de sus egresados, lo que “promueve sometimiento y desidia, elogios y lisonjas, y se aleja de los rigores de la eficiencia, la eficacia y la productividad en el ejercicio de los recursos públicos”.
Por último, considera que la UV no es una universidad pública pues “su funcionamiento es el de una organización estatal privatizada. La tasa de retorno del beneficio social que proporciona es menor al de universidades como el Colmex, ITAM, UNAM. La trasparencia, y la rendición de cuentas, son figuras de excepción. Necesitamos hacer de la UV una institución pública de alto rendimiento y productividad social. Someter su funcionamiento a la legalidad”.
Se imaginan si hubiera querido descalificar, las cosas que habría dicho.

Envejecen nuestros cuadros docentes
Aunque en otros tiempos y en otras culturas, el personaje añoso, veterano, ha sido visto como una fuente de sabiduría, el que tiene la experiencia, la serenidad, la visión de conjunto, la más amplia perspectiva de los problemas, lo cierto es que en el campo de la educación en México suele significar la cancelación de aventuras de conocimiento, la reticencia a asumir las más recientes metodologías educativas o a utilizar nuevas herramientas didácticas.
Salta a la vista esta circunstancia en una época en que la duración de la verdad científica es más corta por la rapidez en la generación de nuevos conocimientos y porque al menos dos fuentes informativas están planteando el problema del envejecimiento de la planta docente de Veracruz.
Por un lado, la nota informativa publicada por el corresponsal de El Universal en Veracruz, Édgar Ávila, en que da cuenta de este fenómeno en el caso de la educación básica y media superior, y por otra, los datos contenidos en el documento de diagnóstico sobre la Universidad Veracruzana, elaborado por Octavio Ochoa Contreras, relacionados con las edades de los profesores de tiempo completo (TC) de nuestra casa de estudio.
Según un documento de la Subdirección de Recursos Humanos de la Secretaría de Educación (SEV), que sirve de fuente para el periodista, más de la mitad de los 92 mil maestros del sistema educativo veracruzano (en realidad, cerca de 50 mil) sobrepasa los 40 años de edad y una parte se acerca a los 80 años. Otros 13 mil pronto se apuntarán su cuarta década de vida.
La nota publicada este lunes señala que el 54% de los profesores de bachillerato, centros administrativos, culturales, de educación primaria, preescolar, especial, física, indígena, para adultos, así como de secundarias, telesecundarias y bachilleratos llegó al rango de los 40 años, y un 4% más tiene entre 36 y 40.
Mientras la renovación de cuadros avanza lentamente, Wenceslao Vargas Márquez, del Colegiado de Innovación Tecnológica del SNTE, entrevistado por Édgar Ávila, identifica dos retos importantes que enfrentan los profesores en esos rangos de edad: “el desafío de la innovación tecnológica que no afrontan debidamente y los cambios en la metodología para la enseñanza, aprendizaje y las resistencias al cambio”. En diversas escuelas hay material de computación arrumbado y muchos docentes delegan a auxiliares o secretarias la enseñanza con este tipo de herramientas.
Según el documento del investigador Octavio Ochoa Contreras, en la Universidad Veracruzana falta un programa sistemático de renovación de cuadros académicos.
Ilustra su aseveración con datos oficiales según los cuales el mayor porcentaje de profesores de tiempo completo (casi el 65 por ciento) se ubica en un rango de edad superior a los 51 años, mientras que unos 300 (19.2%) estarán en breve tiempo en edad de jubilarse.
Si seguimos la lógica de la nota de El Universal, puede decirse que el 86.5 por ciento de los profesores de tiempo completo de la UV rebasa los 40 años.

Y no quieren jubilarse
Una de las razones más fuertes para la persistencia de este fenómeno en todos los niveles educativos de Veracruz (y seguramente de varias entidades) es la difícil circunstancia a que se enfrentan quienes han dedicado la mayor parte de su vida a la enseñanza una vez que son jubilados.
En el caso del magisterio estatal, nuestros viejos profesores prefieren seguir trabajando a pesar del cansancio de su edad madura porque jubilarse significa ver reducido su sueldo entre mil y 10 mil pesos mensuales y saben en carne propia que a esa edad son más apremiantes los gastos médicos.
Algo similar sucede en la UV. Profesores que se acercan a los ochenta años prefieren seguir entregando su vida en las aulas porque de esa manera pueden disfrutar del servicio médico que les ofrece la casa de estudios, que les permite solventar los acuciantes gastos médicos sin afectar unos ingresos que además se verían reducidos a la hora de optar por el retiro.
Ochoa Contreras señala, en este punto, que la UV no cuenta con un programa explícito de formación de cuadros académicos para la renovación de su profesorado y observa críticamente:
“Las convocatorias para la contratación de nuevos profesores de tiempo completo se realizan obedeciendo a las necesidades inmediatas, bajo criterios y decisiones que se definen de manera cupular en la administración universitaria, o bien bajo requerimientos y negociaciones de orden sindical”.
Por supuesto que hay cientos de profesores jóvenes en la UV.
El problema es que la mayoría de ellos son contratados para cubrir cargas académicas temporalmente desocupadas, en el esquema por horas, y cada semestre deben concursar para conseguir más materias o mantener las que ganaron en semestres anteriores.
Por ello, difícilmente pueden concursar por plazas de medio tiempo o tiempo completo y acaban por emigrar a otras partes del país y el extranjero a buscar acomodo o estudiar estudios de posgrado. Pero algo se deberá hacer.

belin.alvaro@gmail.com

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