lunes, 31 de agosto de 2009

Infectados

Juan Antonio Nemi Dib
Historia de Cosas Pequeñas

Ghislaine Lanctôt es una conocida canadiense, autora de un libro del que se han vendido miles de ejemplares: “La Mafia Médica”. Polémico, su texto le costó la expulsión del Colegio de Medicina, luego de un juicio destinado a privarle de su licencia profesional. Convencida de que la terapéutica actual “corta, quema, envenena y mata”, la doctora Lanctôt dice que las enfermedades, sin excepción (incluso el paludismo atribuido al piquete de un insecto) son creaciones del propio paciente, resultado de sus problemas en el alma, “porque no hay ningún microbio exterior que pueda enfermar…”.
Circula en internet una charla de la doctora Lanctôt, en la que asegura que las élites mundiales están decididas a reducir drásticamente la población del mundo, “porque consideran que somos demasiados” y habla del número ideal de personas (500 millones) buscado por esos conspiradores, lo que implicaría –según su tesis— una estrategia para borrar del planeta a varios miles de millones de congéneres. Dice que la maniobra estaría dirigida primero contra la población negra, discapacitados, enfermos y ancianos e insiste en una idea repetida: que las vacunaciones masivas se usarían también para inocular a los sobrevivientes un microchip que garantizaría su obediencia a los dictados del consorcio militar/industrial/político que gobierna el Mundo. Yo no logro suscribir estas opiniones, pero puede verse directamente a la doctora en este vínculo: http://www.youtube.com/watch?v=nYW7kvnMLrw.
Hay otros materiales que cuestionan la actual pandemia del virus clasificado como AH1N1. Por ejemplo, el argentino Julián Alterini hizo un documental en el que, sin negar la existencia de la influenza porcina, lanza la hipótesis de que se trata en realidad de un negocio de la industria farmacéutica multinacional arropada por políticos de mucho peso, para vender millones de dosis de antivirales y sugiere, luego de revisar datos sobre la Gripe de Hong Kong en 1997, o las de la Gripe Aviar en 2005, que esos contagios tuvieron muchísima menos mortalidad de la que se les atribuye.
El reportaje pone por ejemplo la estimación que en algún momento tuvo la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el sentido de que, a causa de la referida Gripe Aviar, podrían morir hasta 7.4 millones de personas en el Mundo y realmente no murió nadie, a pesar de lo cual el gobierno de George W. Bush –según Alterini— gastó en dicha gripe más de 7 mil millones de dólares que, se presume, fueron a parar directamente a las corporaciones. Otro aspecto interesante del trabajo de Alterini es el relativo a las supuestas reacciones secundarias que producen los antivirales específicos contra el AH1N1y los riesgos asociados a su uso. Como puede observarse, la desinformación es, por sí misma, una grave infección. Sobre la epidemia de influenza porcina existen varios ejes de interpretación opuestos entre sí que contribuyen a generar dudas y rechazo en la gente:

1.- La convicción –en México, específicamente— de que el tamaño y las consecuencias de la epidemia pudieron ser exacerbados con el fin de obtener provecho político de cara a las pasadas elecciones federales y/o desviar la atención de la opinión pública respecto de otros temas críticos del acontecer nacional. Esta sería similar estrategia a la utilizada al inicio del Gobierno del Presidente Fox, con las medidas de emergencia que se pusieron en práctica a propósito de las explosiones en el Popocatépetl.

2.- En el extremo, la idea de que –frente a los impactos económicos y los efectos en la vida cotidiana— las autoridades optan por retrasar los anuncios epidemiológicos, intentando disfrazar los riesgos de contagio, los impactos reales e, incluso, ocultando estadísticas de enfermos y fallecidos. De hecho, algún gobierno local determinó reservarse las estadísticas epidemiológicas de su jurisdicción, aunque posteriormente éstas serían divulgadas por el Gobierno Federal.

3.- La falta de certeza de los distintos niveles de gobierno respecto de cómo manejar la crisis sanitaria y cierta improvisación. Por ejemplo, se recomendó el uso masivo de cubre bocas para prevenir el contagio y, a los pocos días, un diario europeo descubrió que los empleados de la Secretaría de Salud no los utilizaban. Un funcionario se vio obligado a reconocer entonces que, aunque servían de poco, se sugería el uso de cubre bocas porque daba a la gente la sensación de que se estaba haciendo algo y producía una sensación de “protección”.

4.- La percepción de que, detrás de todo esto, en medio de una epidemia mundial más o menos cierta, subyace una maraña de complicidades que esconde negocios multimillonarios y, en mucho menor medida, un interés real por la salud pública, como apuntan los documentos de Lanctôt y Alterini.

5.- El tono ligero y festivo que algunos han dado a este asunto que, mal gestionado, podrá resultar en tragedia, como ya ocurrió con la economía mexicana, particularmente el sector turístico.

De que el virus AH1N1 existe y está presente en nuestras vidas, darían cuenta los familiares de 182 fallecidos que reconoce el Gobierno Mexicano –2 de ellos en Veracruz— o los 20 mil 860 contagiados en todo el País, desde que inició la epidemia. Sin embargo, la estadística obliga relativizar los hechos: de acuerdo con el INEGI, en 2007 fallecieron de influenza y neumonía 12,927 mexicanos, sin AH1N1 de por medio. De hecho, las enfermedades respiratorias y, específicamente influenza y neumonía, forman parte de los índices que se consideran habituales en México, como la novena causa de muerte.
La Secretaría de Salud espera garantizar unos 30 millones de dosis de vacunas contra el AH1N1 comprándolas en Europa y eventualmente en China, aunque las inmunizaciones estarán disponibles hasta diciembre, cuando concluyan los protocolos de prueba que garanticen su eficacia y, además, que no causan efectos adversos. Además, hay un problema económico subyacente en todo esto y, aunque el titular de la SSA dijo que “no se van a ir por lo barato sino por lo efectivo”, aceptó que las vacunas chinas serían hasta 40% menos costosas que las europeas. Debe recordarse que una de las primeras medidas gubernamentales contra la epidemia fue la gestión de un crédito del orden de los 400 millones de dólares. Si cada dosis costará 7 dólares, serán 210 millones sólo de vacunas.
Los expertos esperan un serio rebrote de la epidemia a partir de noviembre próximo –antes de la llegada de las vacunas— pero la OMS tranquiliza: “A nivel mundial, la mayoría de los enfermos afectados por el virus pandémico presentan los síntomas gripales característicos y se recuperan plenamente al cabo de una semana, incluso si no reciben ningún tratamiento médico. Las personas por lo demás sanas que padecen una gripe sin complicaciones, no necesitan tratamiento con antivíricos”.
Algunos se estarán haciendo mucho más ricos. Ojalá que muy pocos enfermen. Ojalá que nadie muera, y no cierren más fuentes de empleo. Ojalá que la epidemia acabe pronto y sin mayor consecuencia.

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antonionemi@gmail.com

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