viernes, 11 de diciembre de 2009

De elegidos a candidatos electos

Pedro Manterola Sainz
Hoja de Ruta

Se acaban los sainetes y empiezan los melodramas. “Juanito”, además de patético personaje de reparto, resultó ser “cachirul”. Falsificó la voluntad popular, corrompió su propia palabra, adulteró actas de nacimiento y plagió al “Legítimo”, ganándose la condena de la secta que tiene en Andrés Manuel a su Divino Verbo. “Juanito” ganó, en el mismo acto tomó protesta y pidió licencia, se fue, regresó y se volvió a ir. En el intermedio, balbuceó incoherencias, luciéndose como alumno aventajado del grotesco Fernández Noroña, y en el Blanquita denigró la historia de la carpa, que tiene entre sus geniales personajes a “Cantinflas”, Medel y “Palillo”. “Juanito”, nombre emblemático de personaje, que es él y puede ser cualquiera, apareció en escena junto al pregonero, el borracho, el catrín, la fichera y el malandrín. Todos en un final tan deseable como sorpresivo, digno de esta realidad que es parodia de sí misma, más desquiciada que cualquier ficción delirante, farsa que exhibió la miseria política de estos egregios protagonistas de la vida pública. Y también se lastimó la política, que practicada de forma burda y degradante justifica el desprecio ciudadano y se agravia a sí misma. Y hay quien piensa que la política se entiende solo cuando es para construir, para recuperar confianza, cercanía. Caracterizado del Mesías de Macuspana, López Obrador representa en Iztapalapa la Pasión del Peje, crucifica al mismo tiempo dignidad, ética y voluntad popular, hace de la democracia demagogia y arrastra a una plebe enardecida que creyó ser parte de una jugada magistral y solo fue testigo de una “chicanada” en cadena nacional. Se confirma: los demócratas de utilería no sirven para la competencia. La plebe sola no piensa, pasa sin escalas del aplauso al linchamiento, se pierde, se confunde, se mimetiza con su líder, y cuando éste pierde capacidad de raciocinio, cuando se extravía el liderazgo del que manda, la masa, puesta a escoger, siempre elige a Barrabás. Así fue, y Marcelo Ebrard se perfila como el beneficiario de una tanda en la que supo intervenir para hacerse notar casi sin verse.
El PRD insiste en flagelarse en torno a una fingida y por lo mismo endeble unidad, mientras elude la tan necesaria como postergada autocrítica. Andrés Manuel y Marcelo se acercan a un desenlace inevitable, en el que las hordas del Peje harán todo el daño posible al Jefe de Gobierno, más que su compañero de partido, un hereje que desafía con prudencia a veces excesiva los delirios del tabasqueño, redentor de una izquierda clientelar, demagógica, caníbal y por eso primitiva. Si en las Cámaras para ellos “negociar” es claudicar, entre ellos es posible solo si lleva signo de pesos. Así es la vida en el páramo mental de Fernández Noroña, Bejarano y Martí Batres.
El futuro de la izquierda parece condenado por lo peor de su presente, aunque en sus orillas germinan ideas y reflexiones en torno al prestigio de personajes de lucidez innegable, posibilidades que por ahora carecen de estructura y abono para crecer en la ruta de las urnas.
El PAN no tiene rumbo pero tiene un escogido. En el gabinete las salidas y llegadas parecen enfatizar las intenciones de construir a marchas forzadas un candidato a la presidencia aunque se les deshaga el país que quieren gobernar. Habría que decirles que en eso de gobernar andan desde el 2000, y que cada vez es más difícil encontrarle a los problemas culpables a medida. Ernesto Cordero levanta la estafeta caída en Palmas y Periférico, donde se estrelló el proyecto transexenal de Calderón. No tiene por ahora competencia interna visible, salvo, quien lo dijera, el outsider: un disminuido Santiago Creel, quién de un sexenio a otro pasó de ser el favorito de Palacio a ser el hijo desobediente en una carrera que perdió cuando se olvidó de sí mismo y se entregó a las trivialidades de Martita y aquel rústico caporal que todos padecimos como inquilino de Los Pinos. Pero el PAN, su gobierno, tiene asuntos que atender antes de pensar en el 2012 con tanta ansiedad: la inseguridad, terreno minado por el que caminamos todos y no avanza nadie; tener arrestos y lucidez para liberar a la educación de sus captores, ese magisterio embozado en una alianza que es más bien complicidad, y cancela el porvenir de niños y jóvenes; vencer, no solo combatir, la miseria insultante de 50 millones de mexicanos, en un país cuyo próximo índice de pobreza será señalado con una lápida.
En el PRI el 2012 es una profecía que reprime su naturaleza fratricida mientras construyen el andamiaje de una lucha interna en la que el árbitro, el mediador y el reconstructor es el único presidente de la República al que respeta la élite priista. Carlos Salinas será el único presidente de México que sirva de guía en 3 selecciones de candidato presidencial. 4, sí contamos la que él mismo llevó y operó con astucia para ser elegido por Miguel de la Madrid. Hizo a Colosio diputado, senador, presidente del PRI, secretario de Estado, candidato y blanco de sus enemigos. Del fraude sin huella de 1988 al traidor emboscado detrás de Lomas Taurinas, de los pasamontañas de San Cristóbal de las Casas a las máscaras burlonas del escarnio popular, de los odios de Almoloya, los dólares de Suiza, las devaluaciones, la crisis y Zedillo, regresa Salinas dando muestras de un instinto de supervivencia y una inteligencia fuera de dudas, aún para sus enemigos, detractores y centinelas. Los priistas lo ven y lo oyen. Y dios me libre de hablar bien de él. No sería políticamente correcto, y no son épocas para andar diciendo lo que uno piensa. Por lo demás, el ejemplo de agudeza, paciencia y construcción de sucesores debería replicarse en las provincias. Así es más fácil repetir “No se hagan bolas”.
El 2012, ya es lugar común, pasa por el 2010. Y Veracruz es aduana obligada para todo el que quiera tener algo que hacer y decir en la sucesión presidencial. Por eso crecen las expectativas y se cruzan alianzas, datos, nombres, cifras, rupturas, escenarios, protagonistas. Este sábado el PRI da el primer paso oficial del 2010 en su Consejo Político. Y como todos los primeros pasos, tiene riesgos que sería imprudente subestimar. ¿Cuál es el mecanismo para elegir al candidato a gobernador en un partido que no puede entenderse con monólogos y ha vivido acostumbrado a obedecer una sola voz? ¿Las encuestas, la convención de delegados, una mezcla sensata de ambas herramientas? Parecería oportuno dar lugar, respeto y espacio a todos aquellos con aspiraciones. Parece inteligente hacerlos interlocutores y no reducirlos a espectadores.
El cónclave tricolor debería ser lugar propicio para iniciar deliberaciones que los lleven a consensar métodos, formas y fórmulas. Hay entre sus filas gente de experiencia, talento e ideas, ya sea que tengan una o tengan todas estas cualidades. Hay ex presidentes del PRI, por ejemplo, con el prestigio y la autoridad moral para hacerse escuchar. Zúñiga, Brito, Ramos Vicarte, Flores Espinoza, Patiño, Guzmán Rivera son nombres que el priismo respeta y que representan corrientes y perspectivas distintas. Súmele lúcidos militantes de ese partido como Nemi, Mora, Yañez, Andrade, Arias y otros. Ponga a la cabeza a un priista intachable y de toda la confianza del Ejecutivo, Pérez Jácome, por ejemplo, y de ahí nace una Comisión de Procesos Internos concertada por el propio Ejecutivo con todas las partes del potencial y azaroso conflicto, todos los aspirantes, en un primer paso que alienta la unidad y aleja la sospecha.
Todos los nombres mencionados en los medios tienen en su aspiración de gobernar Veracruz un objetivo legítimo. Esa legitimidad será mayor sí la decisión es aceptada, no solo acatada, y sí los candidatos son elegidos, no designados, porque esa facultad se ejerce solo cuando se trata de integrar el gabinete. La equidad es condición indispensable. Y que todos y cada uno de los aspirantes expongan sus ideas para gobernar, exhiban su talento para construir, demuestren ánimo tangible para incluir. Que las fortalezas y debilidades de todos se midan con el mismo rasero. Y que el apoyo del Ejecutivo no pase de ser ventaja opresiva a convertirse en obstáculo para el entendimiento. Que no aparezca tampoco como pesada sombra y única virtud por encima de las reconocidas capacidades del que se cita como su favorito. Para tomar una decisión cuya trascendencia rebasa a los propios protagonistas, para que todos la entiendan, y la acepten, todos tienen algo que decir, y para todos habrá formas de participar, tareas que cumplir. Y los elegidos deberán ser primero aspirantes, luego precandidatos, enseguida candidatos y, solo después de su paso por las urnas, electos por todos como gobernantes. Y entonces volveremos a empezar.
No soy integrante del Consejo Político priista, ni deseo serlo. Pero en muchos lugares es permitido opinar cuando se firma lo que se dice, por más que aquí me repitan propios y extraños el retintín de que mi opinión es igual a la de nadie porque la decisión ya está tomada. Pero, como en otros casos, creo que no por ser menospreciada una opinión pierde el derecho de ser expresada. Y que no por eso debería esconderse, silenciarse, reprimirse. Y en una de esas hasta coincide con la de otros. Y es que más que pensar con la cabeza de los demás, acostumbro hacerlo con la propia, lo cual suele tener sus consecuencias.… Ah chingá, con razón. Ahora entiendo. Sólo que sea por eso…

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