miércoles, 9 de diciembre de 2009

Delitos que nos llevan al infierno

Pedro Manterola Sainz
Hoja de Ruta

¿Cuántas reformas caben en una Legislatura? ¿Cuántas, cuáles, son urgentes, inaplazables? De acuerdo a lo que se lee, todas. Política, energética, fiscal, electoral, laboral, cada una tiene sus promotores, sus defensores y sus censores. Y en cada una los legisladores de todos los colores se apuran y esfuerzan por lucir ropajes civilizados, modernizadores y reformistas. Pese a esos afanes vanguardistas, hasta ahora los señores diputados sólo han podido lucir límpidas sotanas y obscuras capuchas de inquisidores y verdugos, todo sea para llevar a la hoguera a las mujeres, y convertirlas, además de pecadoras, según la fe, en delincuentes, según la ley. Bonitas reformas, con tufo a inquisición, a incienso y naftalina.
¿Esos son los legisladores reformistas, audaces, lúcidos que habrán de poner a México en el Siglo XXI? ¿En esos diputados que viajan al pasado descansa el futuro del país? En vez de dar vida a la nueva estructura legal que de certidumbre y viabilidad a nuestra vida política, económica y social, los legisladores solo han podido revivir el espíritu cristero y dar a los clérigos la tribuna que la ley les prohíbe. Además de pontificar desde sus púlpitos verdades tan irrebatibles como inciertas, ahora los curas tienen a sus acólitos y sacristanes en cada tribuna legislativa para hacer ley terrenal los dogmas de su fe, que no son ni pueden precepto legal, norma jurídica. No se ve tanta severidad en estos capellanes de palacio legislativo contra los pederastas, escondidos en las cuevas y catacumbas de parroquias y monasterios.
Y cuando pretenden explicar su actitud, el cálculo electorero denigra más que justificar tan poca lucidez y tanta insensibilidad. Ansiosos por ganarse el cielo, pierden legitimidad ante los ciudadanos que habitan y forman la sociedad laica, y habrá que explicarles a estos fabricantes de hogueras que “laica” no es nombre de mascota. Civil, también profana, carnal, temporal y terrenal, es decir imperfecta, así es la política y en ese ámbito viven tanto sus practicantes como sus votantes. Hoy, los ejecutantes de la vida pública cierran los ojos a la realidad que hace de cada aborto un calvario indeseable y de cada mujer en ese trance una víctima más, nunca una victimaria.
Si políticos, dirigentes y diputados han de legislar según sus dogmas, que empiecen por cumplir las tablas de la ley, esos primeros 10 principios que dan certidumbre a su propia fe, los que dicen cosas tan loables como en ciertos casos ilusorias: “No robarás”, “No levantarás falsos testimonios ni mentirás”, “No codiciarás los bienes ajenos”, “Honrarás a tu padre y a tu madre”, y también ese otro que reza “No desearás la mujer de tu prójimo”. Aunque, claro, en estos casos el concepto de “prójimo” es relativo.
Si quieren vivir de acuerdo a las leyes divinas, que abandonen su curul y se vayan al seminario, que desocupen su cubículo y pasen a ocupar un confesionario, ese rincón en el que esconden su doble moral y apagan sus vergüenzas. Si han de transformarse en vigilantes de la virtud, que arranquen de su conducta la práctica tan rutinaria de la soberbia, la avaricia, la envidia, la lujuria y la pereza. Si han de señalar con dedo flamígero a pecadoras y libertinos, que practiquen diariamente, y no solo en épocas electorales, la templanza, la prudencia, la fortaleza y la justicia.
Pero antes de recogerse en espacios destinados a ese fin, que confiesen las razones de su sinrazón desde el nuevo púlpito, antes tribuna legislativa, que den sus falsos testimonios, convertidos ahora en exposición de motivos. “Señor, confieso que he pecado, de palabra, obras públicas y comisión, y ahora he perseguido mujeres indefensas, he maltratado su dignidad y pisoteado su libertad, he acusado de criminales a mujeres que sufren y padecen una experiencia que nunca es gozosa aunque pueda ser voluntaria. Castígame, Señor, porque he sido ciego, insensible e hipócrita, porque he negado a las mujeres el derecho a vivir con respeto después de vivir el dolor de ser vejadas, maltratadas y humilladas. Perdóname, Señor, por buscar votos e indulgencias haciendo delincuentes a mujeres “pecadoras”, que ahora además de rezar aves marías, en penitencia habrán de pasar lista en la crujía. Acógeme, señor, en tu seno, porque hemos hecho del cuerpo de la mujer origen y destino del pecado y su castigo, porque la abstinencia es tan improbable como el purgatorio, porque el hombre en la concepción ha quedado libre de pecado, porque el limbo ya no existe y hemos de crearlo para toda mujer que piense, sienta y viva por sí misma. Flagélame, Señor, por unir teología, biología, ética, dogma, ley, cinismo e hipocresía. Gracias te doy por hacerme tuyo y darme vida, Señor, al revelarme que Adán es el eslabón perdido, y que Darwin, aún siendo hereje, es dios para los monos, por explicarme que Eva no pecó hasta que le habló la víbora, y gracias a la víbora tuvo descendencia, porque en el principio solo fue el verbo, y con puro verbo Adán no la convencía. Como Adán y Eva, Señor, los legisladores hemos quedado desnudos, hemos exhibido nuestras vergüenzas, y como ellos, no nos habíamos dado cuenta. Gracias te doy, Señor, porque el árbol del fruto del bien y del mal aquí nomás da frutas secas, y nos evita así la angustia de pensar, razonar, existir y ser nosotros mismos. Que la Ley sea palabra de dios, y que de hoy en adelante a cada sesión ordinaria se le llame “Concilio”, en dónde habremos de crear nuevos pecados y escribir otros evangelios para darles carácter de ley, y así podrán ser delitos todos los pecados, y pecados todos los delitos. Gracias también señor por otorgarnos la gracia de no ser sujetos de nuestras propias leyes, y por permitirnos darle al “diezmo” una nueva dimensión, más terrenal, más palpable y placentera, útil para construir paraísos terrenales y hacerlos propiedad de pecadores. Que así sea, Señor, y en este año de gracia del 2010, antes del año de la bestia que habrá de ser el 2012, que tu infinita bondad y misericordia se exprese en el llamado de tus pastores a las urnas. Amén.”
Y que en el cielo quepamos todos, porque con estos patriarcas esto ya es el purgatorio.

No hay comentarios: