lunes, 4 de enero de 2010

Vasconcelos I

Juan Antonio Nemi Dib
Historias de Cosas Pequeñas

Lo reconozco. Mea culpa. Fue una sustracción deliberada y –si debo ponerlo con sus letras— conspiratoria. Me los fui “bajando” poco a poco, con cierto sigilo: la Historia Universal de José Piojan en 5 tomos, El Quijote en cuatro, pero encuadernados en piel y con unos grabados espectaculares, un par de enciclopedias (que luego el remordimiento me hizo transferir a mis sobrinos) y no sé cuántos más. Pensaba devolvérselos después de leerlos pero ocurre –por lo menos a mí me pasa— que se crea un sentido de posesión entre los libros y el lector (aunque no puedo decir quién posee a quién) y aquéllos se convierten en fetiches de los que no es posible separarse sin que caiga una maldición encima. Varios eran ejemplares para consulta, como las enciclopedias, y por lo tanto di por útil y necesaria (legítima) la confiscación.



A él no le molestaba, de hecho no podría decir si se trató un caso de mera tolerancia o de verdadera inducción. El acceso a sus libros era ilimitado, permanente, incluso para desvalijárselos. Sólo uno mereció censura; creo que se llamaba “Estaurofila” y durante casi 40 años permaneció bajo llave en el mueble del comedor (el único lugar de la casa con cerradura) y yo solía verlo de lejos, con morbo, cuando me dejaban abrir el trinchador para sacar un acta de nacimiento. Nunca supe de qué iba la obra y me ha dado flojera averiguarlo; también es verdad que me gusta sentir que acato su voluntad aunque sea en ese detalle nimio. Pero al resto sí que le hinqué el diente, de leche y pequeñito pero diente al fin.



De entre tantos volúmenes sustraídos –que no sisados— hay uno especial: la “Breve Historia de México” de José Vasconcelos. Me sorprende que le haya puesto su nombre y la fecha en la hoja capitular porque mi papá nunca tuvo sentido de posesión y menos necesidad de acumular nada, ni dinero ni objetos, ni siquiera los libros que fueron su pasión y entre los que vivió los últimos 19 años de su vida, precisamente como librero.



La “Breve Historia…” me resulta interesante no sólo por el raro autógrafo que la acompaña, sino por el radicalismo con el que busca destruir la visión tradicional del pasado mexicano que nos inculcaron. En un prólogo magistral, el historiador Luis González advierte a los lectores: “Es obvio que el dinámico Vasconcelos no reúne en sí todas las noticias requeridas por un libro como el que se propuso hacer: no conduce al tribunal de la crítica el puñado de obras consultadas; no comprende cabalmente a todos los personajes que desfilan por las páginas de su Historia; pocas veces echa mano de los antecedentes o se preocupa por ahondar en los propósitos de los actores, y nunca propone leyes del desarrollo histórico para explicar a los personajes destacados de México y a sus máximas acciones... El crítico Mateo Podan recibe la obra con 3 insultos: <>. Pero González empata su propio juicio: “Quizá la Breve Historia de Vasconcelos nunca llegue a conciliar los puntos de vista de los escritores, pero muy probablemente cuenta con el aplauso unánime de quienes leen sin propósitos críticos, de los lectores afanosos de claridad, sinceridad y honradez”.
¿Y qué dice el Oaxaqueño, fallido candidato a la Presidencia de la República, que convierte a sus palabras en gas para el fuego?: “Desde el Popol Vuh de los mayas hasta las leyendas incaicas, no hay en la América precortesiana, ni personalidad homogénea ni doctrina coherente”. “Cortés… el más humano de los conquistadores, el más abnegado, se liga espiritualmente a los conquistados al convertirlos a la fe y su acción nos deja el legado de una patria. Sea cual fuere la raza a que pertenezca, todo el que se sienta mexicano, debe a Cortés el mapa de su patria y la primera idea de conjunto de la nacionalidad.” “Los Indios no tenían patria, y salvo uno que otro cacique opresor, mejoraron con la conquista”. “Es tiempo de proclamar sin reservas que tanto la azteca como las civilizaciones que la precedieron formaban un conjunto de casos abortados de humanidad. Ni los medios técnicos de que disponían, ni la moral en uso, ni las ideas, podían haber levantado jamás por sí solas.”
Y es apenas el principio de la polémica…

antonionemi@gmail.com

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