viernes, 7 de mayo de 2010

¡A graznar!

Salvador Muñoz
Los Políticos

Este sábado son 18 días sin saber nada de Evaristo. Después de que reporteros, periodistas y fotógrafos se apersonaran en la Plaza Lerdo a manera de solidarizarse con la familia de Ortega Zárate y algunos medios intentaran denostar la camaradería o compañerismo de estos amigos ¡se hizo el silencio!
Es ese silencio que te advierte que no pasa nada, que la vida sigue como agua y que la gente tiene una virtud de la que se alimenta el poder: el olvido.
Olvidamos de la manera más fácil…
Sólo basta que nos den un sondeo como “Está de acuerdo en que el Presidente acuda a la inauguración del Mundial de Sudáfrica”… o que la nota principal del día sean los fuertes calores, las amenazas de muerte a Gerardo Buganza, o que el Procurador Mikel Rivera esté más preocupado por el desafuero de Ricardo García Guzmán que de buscar a Evaristo…
Es el silencio el que nos lleva al olvido…
Leía esta mañana a Claudio Eliano, un romano que prefería el griego. Me llamó la atención su libro “De Natura Animalium” que vi en un artículo de don Edmundo Domínguez Aragonés.
Encontré el libro citado y ¡sorpresa! no es un tratado de la fauna sino más bien una serie de comentarios que hace Claudio de los animales de los que ha escuchado porque de lo que leí, difícilmente parece haber visto a alguno. Y es que él mismo lo confiesa: Nunca salió de lo que hoy es la Italia.
Habla de los elefantes y su fascinación por las mujeres bellas… habla de las osas que teniendo crías sin forma los ama y acepta como tal, como hijos… habla del cuervo y su relación con Apolo… habla de que de la espina dorsal de un hombre muerto, al entrar en estado de descomposición el tuétano, se empieza a formar una serpiente… habla de que al morir un cocodrilo, le han dicho, surge un escorpión… en fin. Las historias varias nos cuentan de un Claudio Eliano con una gran imaginación y además de cómo era observado el mundo animal muchos siglos antes de Cristo.
Aunque el asunto que me llamó la atención, fue el de los perros.
Cuenta Claudio que los galos habían invadido Roma y un cónsul, Marco Manlio, evacua la ciudad para llevar a niños, mujeres y ancianos a la cima Capitolio donde hicieron resistencia a los galos.
Un romano, dicen, que para pedir ayuda, baja por un camino no vigilado pero lo observan los galos quienes al anochecer, utilizan ese mismo sendero y para evitar que los perros los delaten, los alimentan con carne.
Sin embargo, no contaban con la presencia de unos gansos que al percatarse de sus movimientos, escandalizaron con sus graznidos. Marco Manlio se despertó y junto con sus soldados se enfrentó a los Galos.
No hubo vencedores ni vencidos… al final, los galos, a cambio de oro, se retiraron… pero ésa será otra historia.
El asunto es que los romanos sacrificaron a los perros por considerar una traición su silencio comprado con pedazos de carne.
Por eso me acordé del caso de Evaristo… sé que sus compañeros reporteros, periodistas, fotógrafos y amigos, no se olvidan de él…
Lamentablemente, sin que me conste pero porque lo parece, en muchas empresas de información, ya les dieron carne… ¿quién? Pues los interesados en que Evaristo no se vuelva un escándalo…
Y a 18 días de que Evaristo desapareció, creo que tenemos la obligación de seguir graznando… ¡hasta que vuelva!

e-mail: dor00@hotmail.com

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