domingo, 13 de junio de 2010

El debate de las ideas, esencial para la Democracia

Héctor Yunes Landa*

A consecuencia del artículo que publiqué la semana pasada recibí comentarios de amigos y compañeros que me hicieron el favor de leerme y expresarme personalmente o por escrito sus apreciaciones. Hubo desde felicitaciones y expresiones de respaldo, hasta expresiones de sorpresa por lo externado. Todas, sin excepción, merecen mi aprecio y respeto, en principio por tomarse la molestia de leerme y en segunda por dedicarle tiempo a debatir, lo que sin duda nos enriquece.
Así es la Democracia por la que tanto hemos luchado los mexicanos; se nutre del debate y se consolida con la confrontación respetuosa y constructiva de las ideas. Es menester, no obstante, hacer un breve comentario que implique una atención respetuosa y cordial para mis compañeros y lectores.
Expresé con franqueza las razones para participar en la campaña que mi partido, el PRI, encabezado por Javier Duarte, lleva a cabo en busca del voto popular. Reitero mi pertenencia irrestricta al PRI, no sólo por lo que expuse entonces, sino porque estoy convencido que mi partido ha sabido conducirse como oposición en forma responsable e institucional, continuando su lucha por mantenerse en la preferencia ciudadana y volver a la Presidencia de la República, pero coadyuvando con el Gobierno Federal para que el país pueda enfrentar sus problemas y superarlos.
Esta actitud y la situación nacional prevaleciente orillaron a nuestros diputados y senadores a respaldar la propuesta del Ejecutivo Federal para tratar de paliar la crisis económica que amenazaba con hundir al país. Por cierto que la mano abierta y franca que tendimos al Presidente y a su partido tuvo como respuesta una bofetada artera con los intentos por responsabilizar al PRI y a su bancada de tales medidas. Por esto y porque creo que mi partido y el candidato surgido del proceso institucional son la mejor opción para Veracruz, decidí respaldar con entusiasmo y convicción este proyecto. Respeto las opiniones opuestas, el tiempo dará luz a la razón.
Pero más allá de una polémica o de un debate está la aportación que resulta. Un ejemplo de ello es el reciente ejercicio político pleno de civilidad que se realizó entre los candidatos a la gubernatura de Veracruz. Transmitido por una de las televisoras estatales, este ejercicio nos dio la oportunidad de apreciar las ideas y propuestas que cada candidato ofrece a la ciudadanía; cada uno tuvo la oportunidad de plantear con toda libertad y respeto su conceptualización acerca de cómo superar los problemas de nuestro estado. No faltó la pasión, pero prevaleció, por fortuna, la razón.
Es natural que las opiniones sobre el resultado de este ejercicio dependan de la óptica con que se miren. La realidad no existe, todo es cuestión de percepción. Es obvio que a mí, por ejemplo, podría ganarme la filia partidista o mi compromiso con Javier Duarte, quien tuvo un desempeño seguro y concreto, como demanda la sociedad, a grado tal de fijar días y horas para el cumplimiento de algunos compromisos de campaña.
Sin embargo, dejo a cada quien la reflexión subjetiva al respecto, porque si quisiera imponer mi apreciación contravendría un postulado esencial de la Democracia: la libertad de opinión. Lo indiscutible es el valor de tal ejercicio, la aportación que realiza un debate de ideas y propuestas a Veracruz y a su sociedad, porque resulta evidente que cada candidato enriquece su perspectiva sobre el quehacer público y la forma en que podría gobernar en un escenario difícil, signado por una cada vez mayor escasez de recursos frente a una creciente demanda social.
Pienso, por ello, que mi partido gobernará con una visión fortalecida, y que Javier Duarte va a encabezar un gobierno de amplio espectro, incluyente, capaz de sumar a todas las fuerzas políticas e integrar a los diversos sectores sociales que interactúan en nuestro estado. Claro que esto está en función del compromiso que cada uno esté dispuesto a asumir con la consolidación de un nuevo Veracruz.
Es claro que esto depende de que entendamos que los procesos electorales se disputan con pasión, pero una vez agotados, tenemos la responsabilidad de acatar la voluntad popular y dar paso a la generación de consensos y a la construcción de nuevos acuerdos. Sólo así podremos aspirar a un verdadero desarrollo, más allá del crecimiento económico, expresado en indicadores.
Si cada uno se empecina en descalificar los procesos de manera intransigente e irreductible, no sólo nos arriesgamos a que nos hagan lo mismo en un triunfo futuro, sino que afectamos de manera grave nuestras posibilidades de consolidar nuestra incipiente Democracia. México y Veracruz necesitan urgentemente de acuerdos entre sus líderes políticos, y entre éstos y la sociedad. Este es el ejemplo histórico de las naciones que han salido fortalecidas de sus crisis políticas y económicas. Sólo así podemos construir acuerdos básicos y diseñar proyectos con visión de largo plazo para nuestro estado y para la nación.
Deseo fervientemente, que el cinco de julio, un día después de la elección se impongan la razón y el amor a Veracruz, y que nadie pretenda convertir esta renovación de poderes públicos en un litigio prolongado, absurdo y desgastante. Como clase política le debemos mucho a la sociedad mexicana. Es tiempo de asumir un compromiso serio con la Democracia y actuar con responsabilidad, para que todas las propuestas, iniciativas e ideas, sean incorporadas en el nuevo Gobierno del Estado. Yo sé que el PRI y su candidato tienen plena disposición a hacerlo. Sea para bien de Veracruz.

*Diputado Presidente del Congreso del Estado de Veracruz.

hectoryunesdiputado@hotmail.com

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